
Por: Agencia Reforma
CDMX, México; 2 de febrero.- Además del peso y altura, las básculas electrónicas que suele haber en supermercados y centros comerciales también arrojan a quienes las usan su Índice de Masa Corporal (IMC), que sirve para estimar si tienen sobrepeso o algún grado de obesidad.
Se trata de un cálculo simple que desde hace tiempo los médicos utilizan como parámetro para realizar tal diagnóstico, al grado que la Cartilla Nacional de Salud de los derechohabientes del IMSS contiene una tabla al respecto, según la cual se considera que una persona tiene obesidad si su IMC es 30 o superior.
Sin embargo, basarse únicamente en ello para determinar la condición de un paciente resulta poco fiable y hasta problemático.
Hay gente que puede tener exceso de peso y exceso de IMC por músculo y no por grasa.
No todos los pacientes que tienen un IMC elevado tienen enfermedad, Esto hace que pueda haber malos enfoques de tratamiento, y también sobrediagnosticar a algunos pacientes, e infradiagnosticar a otros.
Es por ello que la Comisión sobre Obesidad Clínica, un proyecto global con participación de 56 expertos de distintas especialidades médicas, ha propuesto un replanteamiento para que el diagnóstico de la obesidad se realice con mayor precisión y tomando en cuenta otros criterios más que sólo el IMC.
Es decir, en lugar de fijarse nada más en el IMC, que no es una medida directa de la grasa corporal, no refleja su distribución en el cuerpo y no proporciona información sobre la salud o enfermedad de los individuos, la Comisión recomienda, entre otras cosas, medir la circunferencia de la cintura, y confirmar el exceso de grasa corporal a partir de un escaneo de densitometría ósea.
También utilizar algunas básculas que contienen medida de bioimpedancia eléctrica, que te arroja el porcentaje de grasa que tiene el paciente.
A partir de esta evaluación individualizada, los pacientes pueden ser diagnosticados con dos nuevas categorías propuestas por la Comisión: obesidad clínica, cuando se detectan signos y síntomas de una reducida función de los órganos, o menor capacidad para realizar actividades cotidianas, como bañarse y vestirse; y obesidad preclínica, una condición de obesidad con función orgánica normal.
El propósito de este cambio de paradigma es, por un lado, resolver los debates y la falta de acuerdo acerca de si la obesidad es una enfermedad o sólo un factor de riesgo, lo cual ha derivado en que no todas las personas reciban la atención médica necesaria de forma oportuna.
Y también busca que la obesidad no sea un asunto centrado únicamente en el peso, lo cual ha orillado a algunos a intentar reducir tallas sin importar cuán riesgosos sean los métodos. Además de que aún persisten varios estigmas.
Ojo a las señales
Para un diagnóstico mucho más preciso de la obesidad, el grupo internacional de expertos sugiere a los médicos poner atención a aspectos como:
- Dificultad para respirar.
- Falla cardíaca.
- Dolor en las rodillas o caderas, con rigidez articular y reducción del rango de movimiento.
- Alteraciones en los huesos y las articulaciones que limitan el movimiento en niños y adolescentes.
- Signos y síntomas causados por la disfunción de riñones, vías respiratorias superiores, sistema nervioso, sistema urinario y sistema linfático en las extremidades inferiores.
HDC