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Tensión entre Estados Unidos y China continúa siendo presente

En seguridad, comercio, clima y covid-19, la Casa Blanca de Biden ha tratado de reorientar el enfoque de Estados Unidos y sus aliados hacia los desafíos estratégicos que plantea una China en ascenso, todo mientras ha habido poco compromiso directo entre los dos rivales.

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Durante nueve meses bajo la presidencia de Joe Biden, Estados Unidos ha seguido una estrategia diplomática.

Por Grupo Zócalo
Ciudad de México.- Durante nueve meses bajo la presidencia de Joe Biden, Estados Unidos ha seguido una estrategia diplomática. En seguridad, comercio, clima y covid-19, la Casa Blanca de Biden ha tratado de reorientar el enfoque de Estados Unidos y sus aliados hacia los desafí­os estratégicos que plantea una China en ascenso, todo mientras ha habido poco compromiso directo entre los dos rivales. El presidente ahora se está preparando para un par de cumbres mundiales en las que nuevamente no se reunirá con Xi Jinping de China, pero las tensiones y los agravios entre las dos economí­as más grandes del mundo, no obstante, estarán a la vista. Biden se dirige primero a la cumbre del Grupo de los 20 en Roma este fin de semana, después de meses de negociaciones aún sin resolver sobre sus propuestas de invertir miles de millones en trabajadores estadunidenses e industrias clave. Ha promovido esas polí­ticas ofreciéndolas como solución a una amenaza generacional planteada por China y exhortando al resto del mundo a unirse a su causa. Pero, Xi ha optado por omitir el G20, y una próxima cumbre sobre el clima en Escocia, debido al covid-19, una ausencia que podrí­a ser el aspecto más trascendente de las reuniones, mientras el mundo espera ver los compromisos de China, que será reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. En cambio, el lí­der chino participará virtualmente en algunos eventos, y se perderá las conversaciones informales y conversaciones que a menudo producen el mayor progreso en las cumbres internacionales. Desde que asumió el cargo en enero, Biden ha hablado con Xi solo dos veces, aunque acordaron reunirse virtualmente en algún momento antes de fin de aí±o. El lí­der estadounidense tení­a como objetivo priorizar el apuntalamiento del posicionamiento nacional e internacional de Estados Unidos antes de buscar un cara a cara directo con Xi, pero ahora parece haber una pizca de arrepentimiento. “En una era de intensa competencia entre Estados Unidos y China, la diplomacia intensa en los niveles más altos, el nivel de un lí­der es vital para manejar esta relación de manera efectiva”, dijo el martes el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, mientras anticipaba el viaje. Sin embargo, China nunca está lejos de la mente de Biden. Y el presidente también lo quiere al frente de los pensamientos de los votantes. Insinúa el poder ascendente en casi todos los discursos que pronuncia. Invoca la necesidad de contrarrestar y engatusar a China en importantes pronunciamientos polí­ticos sobre todo, desde la retirada de Estados Unidos de Afganistán, hasta su actual impulso por billones en infraestructura nacional y gasto social. “En la carrera por el siglo XXI entre democracias y autocracias, necesitamos demostrar que las democracias pueden cumplir”, dijo Biden este verano cuando prometió vacunas contra el covid-19 estadunidenses para el mundo. í‰l anunció el mismo “gran debate” sobre la efectividad de las democracias a principios de este mes cuando propuso que el Congreso aumentará rápidamente el lí­mite de deuda de la nación. “Nuestra infraestructura solí­a ser la mejor del mundo”, dijo Biden este mes, mientras presentaba sus facturas de gastos, argumentando que aprobar sus prioridades era algo más que un simple simbolismo. “Otras doce naciones tienen una infraestructura superior a la nuestra, y China tiene trenes que recorren largas distancias a 230 millas por hora”. Sin embargo, el doloroso trabajo de meses de negociaciones sobre su paquete de gastos, que incluye cientos de miles de millones para ayudar a Estados Unidos a alejarse de los combustibles fósiles, puede obstaculizar la capacidad de Biden para presionar a China para que asuma sus propios compromisos ambientales. China ha aumentado la producción de carbón en medio de recientes cortes de electricidad. Biden ha tratado de reenfocar el aparato del gobierno federal y de las alianzas globales como la OTAN para hacer frente a Beijing, incluso cuando los diplomáticos europeos a menudo expresan un cortés desconcierto por el creciente enfoque de Estados Unidos en su rivalidad con China. Muchas naciones europeas han invertido en infraestructura china a través de su “Iniciativa Belt and Road”, y las sucesivas administraciones estadounidenses han luchado para evitar que Huawei de China controle la columna vertebral de la infraestructura 5G emergente. En el G20, Biden volverá a intentar vender al mundo su agenda de “Reconstruir un mundo mejor”, un esfuerzo de las democracias avanzadas para ofrecer a las naciones en desarrollo una alternativa a la iniciativa de infraestructura china, que Estados Unidos argumenta a menudo conlleva onerosos y incluso ataduras coercitivas. También presionará a los aliados estadounidenses para que cumplan con sus compromisos globales de donación de vacunas más rápidamente, ya que Estados Unidos ha observado con cautela a China desplegar una estrategia de “diplomacia de vacunas” contra el covid-19. Estados Unidos ha hecho una prioridad de interactuar con sus socios “Quad”, India, Japón y Australia, mientras Biden intenta que los aliados hablen con una voz más unificada sobre China y limpiar una disputa geopolí­tica con Francia por un plan de Estados Unidos y Reino Unido para suministrar a Australia submarinos de propulsión nuclear para responder mejor a la amenaza de China es una de las prioridades de la agenda diplomática de Biden la próxima semana. Bajo la dirección de Biden, la comunidad de inteligencia de Estados Unidos ha lanzado una serie de investigaciones centradas en Beijing. En los últimos meses, los funcionarios han acusado públicamente a China de incitar a las intrusiones cibernéticas, considerando los esfuerzos para interferir en las elecciones estadunidenses y reteniendo información crí­tica sobre la pandemia de covid-19. Esas acusaciones han provocado denuncias airadas de Pekí­n, que en ocasiones ha respondido seí±alando fallas anteriores de la inteligencia de Estados Unidos. En declaraciones a estudiantes de la Universidad de Stanford la semana pasada, el director de la CIA, William Burns, calificó a China como el “mayor desafí­o geopolí­tico” que enfrenta Estados Unidos. “La competencia con China por Estados Unidos se extiende a prácticamente todos los dominios que existen”, dijo. En el frente militar, la fuente más reciente de preocupación de Estados Unidos es una reciente prueba de arma hipersónica por parte de China que el general Mark Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto, dijo que estaba cerca de un “momento Sputnik”, refiriéndose al lanzamiento de 1957 por parte del Estado Mayor Conjunto. El gobierno chino ha cuestionado los informes de noticias occidentales sobre la prueba, diciendo que estaba trabajando en una nave espacial reutilizable, no en un misil. Si bien algunos ven el surgimiento de una nueva Guerra Frí­a, en muchos sentidos es más complicado que el enfrentamiento soviético de décadas. Estados Unidos y China han llegado en este momento como rivales y codependientes, Estados Unidos necesita cooperación con China para combatir el cambio climático y reducir las ambiciones nucleares de Irán, y las dos economí­as están estrechamente entrelazadas a pesar de los aranceles de la era Trump que Biden ha mantenido. Beijing, por su parte, busca no solo un retroceso de las medidas proteccionistas, sino que Estados Unidos acepte el ascenso de China como un geopolí­tico igual a su propia esfera de influencia. Han encontrado una sorprendente continuidad entre Biden y su predecesor, Donald Trump, quien, de diferentes maneras, buscó intensamente rechazar los objetivos chinos. La relación de Estados Unidos con China “puede ser la cuestión de nuestra generación”, dijo Matthew Goodman, vicepresidente  de economí­a del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales. Biden necesita preservar una relación duradera con China para lidiar con problemas existenciales como el cambio climático, incluso cuando el estado de Taiwán, los ataques cibernéticos y los esfuerzos para recuperar los trabajos de fábrica que se trasladaron al extranjero sugieren que las dos naciones también se están separando. Los dos paí­ses deberán encontrar un camino a seguir para la comunidad global después de la pandemia de coronavirus. Los miembros del G20 gastaron 15 billones de dólares combinados para superar los cierres económicos causados ​​por la enfermedad, creando altos niveles de deuda que podrí­an volverse problemáticos si la Reserva Federal endurece su polí­tica monetaria y las tasas de interés suben desde sus mí­nimos relativos. Las cifras del censo muestran que los estadunidenses están en camino de importar este aí±o productos chinos por valor de 470 mil millones de dólares, el total más alto desde 2018, cuando Trump comenzó a imponer los nuevos aranceles. El comercio ha mantenido a los dos paí­ses vinculados, dependiendo el uno del otro para crecer a pesar de las tensiones mutuas. Donde Trump lo hizo en gran medida solo con China, Biden ve las cumbres gemelas de la próxima semana como una oportunidad para reforzar lo que espera sea una coalición occidental contra China.
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