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Las cifras del plan petrolero de Trump: 7.800 kilómetros de oleoductos

El movimiento ecologista se organiza ante una auténtica apisonadora

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El movimiento ecologista se organiza ante una auténtica apisonadora

Por: Agencias

Estados Unidos.- El pasado 23 de marzo, los últimos manifestantes de Standing Rock fueron desalojados a la fuerza. Protestaban contra el paso del oleoducto Dakota Access por una reserva indí­gena sioux.

Aquellas imágenes icónicas de nativos y activistas ecologistas, montados sobre caballos, blandiendo lanzas y plantados frente a las tiendas del poblado bajo la nieve para defender su tierra, va camino de repetirse: Dakota Access solo ha sido el primer paso del ambicioso plan de la administración Trump para llenar la geografí­a de Estados Unidos con "serpientes de acero", como los activistas denominan a los oleoductos.

Solo para 2017 están proyectados alrededor de 7.800 kilómetros de oleoductos, según un informe de la publicación especializada Oil&Gas Journal. Y no solo eso: hasta 2035, está prevista la construcción de unos 40.000 kilómetros de gasoductos.

Las obras se están ejecutando ya en Dakota del Sur, Nebraska, Iowa, Minessotta, Massachusetts, Nueva York, Oakland, Texas, Louisiana y Florida.

"Make America Oiler Again"

Los proyectos forman parte del plan que Trump prometió en campaí±a para alcanzar la autosuficiencia energética. Sin embargo, la magnitud de la red seí±ala que la autonomí­a de EEUU no es el único objetivo. Trump también quiere convertir al paí­s en un exportador de petróleo.

El plan todaví­a se afianza más cuando, en 2015, el Congreso levantó la prohibición histórica de exportar petróleo. O cuando tomamos en cuenta datos como estos, recogidos por The Daily Beast:

1. La producción petrolera de EEUU ha aumentado un 86% desde 2008, gracias al descubrimiento de yacimientos de shale gas, extraí­dos a través del fracking.

2. Este impulso significa que EEUU produce ya 9,3 millones de barriles de petróleo diarios. El dato significa más que la producción de Irán e Irak juntos, y sitúa a la superpotencia como tercer productor de petróleo mundial, solo por detrás de Arabia Saudí­ y Rusia.

3. El paí­s cuenta con 24 millones de barriles de reservas y con las operaciones previstas espera alcanzar los 40 millones.

4. El capital privado ha invertido 20.000 millones de dólares en proyectos petroleros solo en 2017, el triple que el aí±o pasado.

5. En lo que llevamos de aí±o, la banca comercial ha dejado 370 millones de dólares en créditos al sector.

Prisas por los millones

La nueva fiebre del oro negro, se produce en uno de los contextos más adversos para la industria: las energí­as renovables comienzan a ser rentables, el futuro de los vehí­culos que usen combustibles fósiles es desolador y las evidencias del cambio climático son cada vez más incontestables. Esto último es algo que incluso reconocen las propias petroleras.

Además, el plan ni siquiera cumplirá con dos de las principales promesas electorales con las que Trump justificó el aumento de la perforación y los oleoductos: la mayorí­a de trabajos en estos proyectos son temporales y de mala calidad. Además, por presiones de la industria, ni siquiera se está usando acero estadounidense en la construcción de Keystone XL. La prisa por los beneficios se ha impuesto a la creación de empleo local y a la dinamización de la industria nacional.

Además, el plan ni siquiera cumplirá con dos de las principales promesas electorales con las que Trump justificó el aumento de la perforación y los oleoductos: la prisa por los beneficios se ha impuesto a la creación de empleo local y a la dinamización de la industria nacional.

Según activistas ecologistas citados en el mismo reportaje de TDB, las petroleras seguirán construyendo para obtener dividendos, aunque todo a su alrededor les contradiga. Quieren llevar todo el petróleo americano a los puertos del Pací­fico y del Atlántico y venderlo por todo el mundo antes de que sea demasiado tarde. Esto, aun a costa de plagar la geografí­a del paí­s de tuberí­as que tendrán un alto coste ambiental y desplazarán a miles de comunidades, también en territorios ví­rgenes y nativos como Standing Rock.

El último paso en esta dirección lo dio Trump esta semana al destinar el menor presupuesto de los últimos 40 aí±os para la Agencia Pública Medioambiental (EPA, por sus siglas en inglés).

El ambicioso plan de Trump también ha tenido efectos por el lado contrario. El movimiento ecologista se está organizando ante una apisonadora que puede repetir múltiples escenas como la de Standing Rock. En los pantanales de Louisiana, donde se construye el oleoducto Bayou Bridge, las actividades petroleras apenas juntaban a 3 ó 4 activistas. Ahora, las manifestaciones juntan a 800, pero la acción polí­tica todaví­a queda lejos de ser eficaz para frenar algo que parece imparable.

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