Por Edith Mendoza
Saltillo, Coahuila.- Coahuila no solo fue la cuna de la Revolución Mexicana hace 112 años, sino que también fue la tierra en la que surgieron los caudillos, quienes fueron la punta de lanza en la transformación y construcción del México libre y democrático que conocemos hoy en día.
El historiador Carlos Recio señaló que este movimiento se comenzó a gestar en levantamientos previos como los ocurridos entre 1906 a 1908 en Las Vacas, ahora Viesca, al igual que en Rio Banco en la fábrica de hilados y textiles de Veracruz¡, así como el de Cananea, Sonora. Estos fueron sofocados por Porfirio Díaz.
La Laguna fue una de las zonas con mucho más peso. En el municipio de San Pedro, Francisco I. Madero, estaba a cargo de una de las haciendas de la familia y vivía en una casa frente a la Plaza de Armas, en donde redactó el libro La Sucesión Presidencial, que se convirtió en el fundamento ideológico de la Revolución. La dictadura ya había caducado hacía 200 años con la revolución francesa.
En 1910, el coahuilense Madero es candidato a la presidencia contra Díaz, pero es atrapado en Monterrey, enviado a San Luis Potosí. Se escapó disfrazado de ferrocarrilero con dirección a San Antonio, Texas y desde entonces lanza el Plan de San Luis, para llamar a los mexicanos a levantarse en armas el 20 de noviembre a las 17 horas. Respondieron algunos como Francisco Villa en Chihuahua y algunos otros en Puebla.
Madero resulta electo de forma democrática en noviembre de 1910 ante la partida de Porfirio Díaz a Francia. Dura en el poder apenas unos 15 meses. Para febrero de 1913, Victoriano Huerta hace el golpe de estado, disuelve al Congreso, pero no logra el apoyo de gobernadores.
Aquí es donde surge la figura de Venustiano Carranza, quien había sido Alcalde de Cuatrociénegas y Gobernador de Coahuila. Considerando a Huerta como ilegítimo, forma el Ejército Constitucionalista a partir de marzo de 1913. Se integran personalidades como Eulalio Gutiérrez, de Santo Domingo en Ramos Arizpe, así como los sonorenses como el gobernador José María Maytorena, Plutarco Elías Calles, Álvaro Obregón, Adolfo de la Huerta y Francisco Villa. Con esta alianza, hacia mediados de 1914, las topas de Huerta son derrotadas.
En noviembre de 1914, se reúnen villistas, zapatistas y constitucionalistas en la Convención de Aguas Calientes. Carranza pensaba que sería refrendado como presidente, pero se elige a Eulalio Gutiérrez, otro coahuilense.
Al ser desplazado, Carranza se levanta en armas. Villa y Zapata dejaron de apoyarlo. Luego de un año y medio, con el apoyo de los coahuilenses, Carranza retoma el poder. Se levantan contra Gutiérrez y muy pronto, nombra a otro coahuilense como presidente de la República a Roque González, quien ostentó el cargo de enero a junio de ese mismo año.
Gracias a Álvaro Obregón, finalmente gana Carranza quien es nombrado presidente de México en 1916. Muy rápido, en dos meses, redactan la Constitución Mexicana que es promulgada el 5 de febrero.
Cuando Carranza termina su periodo en 1920, decide apoyar a un civil, no a los sonorenses que lo habían apoyado. Esperaba que México ya no fuera gobernado por militares e impulsa al ingeniero Ignacio Bonillas. Surge la sospecha que Carranza quería permanecer tras el poder.
Los sonorenses se levantan en armas y hacen el Plan de Aguaprieta. Obligan a que Carranza se retire en tren a Veracruz para poner allá su gobierno, pero los sonorenses explotan las vías, tienen que bajar y continuar a caballo. Entran a una ranchería en la sierra de Puebla y ahí es donde lo traicionan y lo asesinan en Tlaxcalantongo, con lo que termina la labor protagónica de los coahuilenses y entran los sonorenses.
El historiador consideró que Coahuila como un territorio predominantemente desierto, como un factor que motivó estos movimientos.
“El ideal de Carranza de tener un nuevo país y por Madero de transformar hacia una institución democrática, no es algo espontáneo, no fue una ocurrencia, sino que fueron procesos que el desierto propicia, de reflexión profunda”, dijo el historiador, quien hizo referencia al momento en que surgieran las tres religiones más importantes como son el Judaísmo, el Islam y el Catolicismo, también en zonas desérticas.
Lo que permanece en la sangre de los coahuilenses, es el ADN de “la rebeldía ante las injusticias”, producto de una reflexión de las necesidades de ese momento. Ante las circunstancias actuales, no se descarta que esta naturaleza coahuilense, vuelva a cobrar vida para el surgimiento de nuevos líderes, pero que ahora retomen aspectos como la sustentabilidad en un entorno altamente consumista que ya compromete a la propia existencia humana.