
Según sus investigaciones, era posible curar afecciones cardíacas extrayendo células madre
Por: AgenciasEstados Unidos.-Â Los primeros estudios se presentaron en 2001 como una potencial revolución en la medicina. El cardiólogo Piero Anversa, profesor de la Escuela de Medicina de Harvard y médico del Hospital Brigham and Women's, en Boston, alcanzó fama mundial con su "hallazgo".
Según sus investigaciones, era posible curar diversas afecciones cardíacas extrayendo células madre de la médula ósea e inyectándolas en el corazón. "Como por arte de magia", afirmaba Anversa, se transformaban en células cardíacas y reparaban el tejido daí±ado.
La expectativa con el supuesto descubrimiento fue tan grande que se crearon decenas de compaí±ías para desarrollar tratamientos con células madre. íl mismo recibió un financiamiento millonario para continuar con sus avances.
Sin embargo, las sospechas comenzaron a crecer cuando todos los científicos que intentaban reproducir sus técnicas fracasaban. Ninguno podía hallar indicios de que las células inyectadas se mimetizaran y repararan el daí±o.
La respuesta de Anversa era que no sabían cómo hacerlo. Luego, en un giro, aseguró que el propio corazón producía células madre, que se podían extraer, multiplicar y luego reintroducir, con mejores resultados que con la médula ósea.
No obstante, ocurrió nuevamente lo mismo: ningún otro profesional podía reproducir sus resultados. Ahora se sabe por qué. Según reporta The New York Times, Harvard retiró los 31 trabajos publicados por el cardiólogo en estos aí±os, tras descubrir que se basaban en datos falsificados.
La trampa empezó a develarse en 2014. La revista Circulation tuvo que retirar un trabajo publicado por Anversa luego de que sus coautores le escribieran una nota asegurando que los datos que figuraban allí no eran los que habían producido ellos en la elaboración del estudio.
Al aí±o siguiente, Anversa se tuvo que ir de la universidad y de Brigham and Women's. En abril de 2017, el hospital aceptó pagarle 10 millones de dólares al gobierno federal para evitar ir a juicio por la difusión de investigaciones âlideradas por el cardiólogoâ que habían incluido datos falsos para conseguir financiamiento.
"Un par de trabajos sería alarmante, pero 31 estudios puestos en cuestión es algo casi inaudito", dijo Benoit Bruneau, director asociado de investigación cardiovascular en los Institutos Gladstone, consultado por The New York Times. "Es la totalidad del cuerpo de trabajo de un laboratorio y, por ende, casi todo un campo de investigación que se pone en duda".