WhatsApp
Pronostico del tiempo
Puentes Internacionales
Twitter
Instagram
YouTube
Facebook

+

En las entrañas del cártel de Sinaloa

Conoció su funcionamiento y cómo se traslada la droga desde la sierra hacia EU.

  • 600

Conoció su funcionamiento y cómo se traslada la droga desde la sierra hacia EU.

Por: Agencias 

Ciudad de México.- El 8 de enero de 2016, las autoridades mexicanas detuvieron a “El Chapo” Guzmán, jefe del cártel del Sinaloa, una de las organizaciones criminales más poderosas del mundo, y el hombre más buscado tras la muerte de Osama Bin Laden. Al mismo tiempo que eso ocurrí­a, el periodista David Beriain y la cadena DMAX estaban preparando un reportaje en profundidad sobre el propio “Chapo” y el funcionamiento del cártel como parte de la nueva temporada de su programa “Clandestino”.

El reportaje siguió adelante y Beriain acabó pasando tres meses dentro del cártel, conociendo su funcionamiento y, sobre todo, cómo se traslada la droga desde la sierra de Sinaloa, al oeste de México, hasta las calles de Estados Unidos, donde el 25% de las drogas consumidas provienen del cártel. Y no sólo eso, sino que los narcos se llevan de vuelta a México unas 2 mil armas ilegales cada dí­a.

¿Por qué el cártel de Sinaloa?

Los espectadores de la segunda temporada de Narcos tienen una idea de cómo los cárteles mexicanos se hicieron con el control del narcotráfico en América a partir de mediados de los aí±os 90. La muerte de Pablo Escobar, capo del cártel de Medellí­n, dejó un vací­o de poder que ocuparon organizaciones como la que dirigí­a “El Chapo” Guzmán, actualmente extraditado a Estados Unidos. Y para hacerse con todo el poder, el cártel de Sinaloa diversificó su oferta de drogas con heroí­na y cristal de metanfetamina y se hizo con el control del transporte hasta el vecino del norte.

Y ese control se ejerce de forma violenta. En Culiacán, la capital del estado de Sinaloa, hubo 222 asesinatos sólo en la primera mitad de 2016, según cifras oficiales, y las tensiones desatadas por la sucesión del “Chapo”, cuya fortuna se valoraba en 63 mil 300 millones de dólares en 2011, probablemente elevaron mucho más esa cifra. Era un objetivo que David Beriain, que está especializado en adentrarse en lugares bastante desconocidos para el gran público, no querí­a dejar pasar.

“Me parece muy interesante mirar este mundo, primero, porque en términos periodí­sticos, es uno de los negocios que mueve el mundo. El 90% de la población carcelaria mundial está en la cárcel por narcotráfico. Las cifras que mueve el narcotráfico son superiores al PIB de muchos paí­ses. No hay ninguna sustancia en el mundo que, siendo tan pequeí±a y tan fácil de transportar, genere tanto dinero”, explica Beriain, que antes ya habí­a hecho un reportaje sobre el camino de la cocaí­na por el Amazonas. Pero, además, ve este mundo como la destilación a su esencia más extrema del capitalismo:

“En concreto, a mí­, lo que más me interesa es que el narcotráfico es como si coges el capitalismo en su versión más extrema, lo metes en un laboratorio y lo sometes a las condiciones más terribles posibles (que es lo que es un experimento, extremar las condiciones). Es la ley de la oferta y la demanda llevada al extremo. Es un tipo que dice ‘mira, yo voy a consumir la droga, me da igual de donde venga, me da igual la trazabilidad que tenga, quién haya muerto por esto, no voy a pensar en esto. Voy a pagar lo que sea y voy a colocarme’. Y en el otro lado está otro tipo que dice “yo voy a venderle a ese tipo la droga, caiga quien caiga”. Sin ningún control, sin ninguna cortapisa. Al final, todo se reduce a eso: ¿sabes lo que cuesta esto, a quién (se mata), merece la pena? Es que es mucho dinero. Ves una vacuidad tremenda, que te solivianta, pero que creo sinceramente que habla de cosas que no tienen que ver sólo con lo que pasa en Sinaloa, sino con el mundo en el que vivimos, donde estamos llegando a eso”.

En un principio, la figura del “Chapo” era también muy atrayente. Se habí­a fugado dos veces de cárceles de máxima seguridad en México y estaba obsesionado por contar su historia, por convertirse en una leyenda más allá de los narcocorridos que pudieran dedicarle. En ese aspecto, Beriain cree que la entrevista que le hizo Sean Penn, cuando aún estaba prófugo, “fue una oportunidad perdida”, y también reconoce que, si Guzmán no hubiera estado en la cárcel cuando fueron a preparar y grabar los tres episodios de Clandestino dedicados al cártel, todo les habrí­a resultado más sencillo.

Para conseguir acceso al corazón de la organización en la sierra de Sinaloa y para poder hablar con algunos de sus miembros, el equipo de Beriain se desplazó a México unos tres-cuatro meses antes de empezar a grabar. “Si no tienes bendición de los de arriba, siempre puede llegar un momento en el que digan, ¿y éste qué hace aquí­? Y ha habido casos en los que, de repente, estás en tu hotel, vienen unos tipos, te “levantan”, te llevan delante de un tipo y éste te pregunta qué cojones pasa, quién eres. En el mejor de los casos, “lárgate de aquí­â€; en el peor, pues te pegan una “golpiza” o ha habido a quien hasta lo han matado”, seí±ala Beriain, que recuerda que, en una de las reuniones para preparar el terreno con uno de los jefes del cártel, éste les aseguró que, si incumplí­an algo de lo que habí­an pactado, matarí­an a su contacto local y, probablemente, intentarí­an también matarlos a ellos. Han seguido llamándolos cuando estaban de vuelta en Madrid, para recordarles, precisamente, lo que habí­an pactado en la protección de la identidad de los entrevistados y las cosas que no se podí­an grabar.

La cultura del narco

Según afirman miembros del cártel, la organización dispone de unos 15 mil hombres armados que defienden sus intereses por todo México, y controlan la frontera con Estados Unidos entre Tijuana-San Diego y Ciudad Juárez-El Paso. El cártel dispone de sus propias plantaciones de mariguana y amapola en la sierra de Sinaloa, y sus propios “cocineros” convierten la goma de opio extraí­da de esas amapolas en heroí­na. También fabrica metanfetamina, de la que pueden producirse hasta 100 kilos en un solo dí­a, con un valor de mercado de unos 8 mil dólares por kilo.

La cocaí­na es la única droga que el cártel de Sinaloa no produce directamente, sino que la recibe de Colombia y Perú, pero que controla todas las etapas de su transporte hasta Estados Unidos. David Beriain también acompaí±ó a algunas de las personas que cruzan ilegalmente la frontera llevando las drogas, ya sea por túneles o, directamente, atravesando el desierto (en 2013, las autoridades estadunidenses sólo interceptaron al 16% de quienes intentaban pasar ilegalmente desde México), pero con quienes pasó más tiempo fue con los sicarios y las personas para las que el narcotráfico ya es una forma de vida.

El propio Beriain explica que, para quienes trabajan y se benefician de la venta y distribución de droga, es una cultura: “ya no es una cuestión de unos tipos marginales en los costados de la sociedad; es la cultura. Es una cultura que premia al hombre hecho a sí­ mismo, que pelea por lo suyo, que se hace valer, que tiene unos códigos mafiosos, pero códigos al fin y al cabo. Códigos que intentan, de alguna manera, contener la violencia o, mejor dicho, dirigirla”. Y explica cómo funcionan esas normas dentro del cártel.

“Tú y yo nos dedicamos a esto. Si tengo un problema contigo te voy a matar a ti, no a toda tu familia. Como no quiero que maten a la mí­a, tampoco voy a matar a la tuya. No es que no pase, pero se intenta contener. Son códigos que tienen que ver con la lealtad, con la palabra dada, con un sentido bastante antiguo, y perverso al mismo tiempo, de cómo comportarse. Y, luego, la escala. Porque donde en Perú veí­amos miles de dólares, aquí­ veí­amos millones como quien no habla de nada. Todo es desproporcionado y todo es excesivo. Vales lo que tienes, hay que tener más y me lo gasto todo”.

NARCOJíšNIORS

Los denominados narcojúniors, los hijos de los capos, representan ese modo de vida con sus fiestas en lugares inesperados como cementerios, con sus coches de lujo a la última y sus armas. Es un mundo de hombres, en el que las mujeres son otro objeto más que tener para demostrar que tienes poder, y donde impera la desconfianza ante quienes pueden considerarse “topos” de cárteles rivales o hasta agentes encubiertos de la DEA. Beriain cuenta, por ejemplo, que Pablo Garcí­a, el investigador que les ayudó a establecer los contactos previos, se encontró un dí­a cenando con “El Guano” Guzmán, hermano y sucesor del “Chapo”, y que éste le repetí­a constantemente, “yo habí­a conocido antes a un espaí±ol. Era agente de la DEA”.

“Cuando nosotros entrábamos a hablar con ellos, nos preguntaban qué tal en el hotel. ¿Y luego, cuándo han hablado con éste? ¿Les ha ido bien? Nos tení­an controlados en todo momento”, detalla el periodista: “Tienen mil ‘punteros’, que es un tipo con un teléfono que está diciendo ‘los barbas por la séptima’, ‘los barbas en el nido’, que es que habí­amos vuelto al hotel. O sea, lo controlan todo, y tienen un poder brutal.

“Hay un momento en el que nosotros vamos patrullando por Culiacán sentados en el asiento de atrás con dos tipos encapuchados, con dos Kalashnikov, y nos para la Policí­a. El tipo que está hablando conmigo les apunta a través del cristal. Llega el policí­a, bajan ellos la ventanilla, ven a dos tipos encapuchados, con dos gringos detrás y dos Kalashnikov, y la conversación es tal que así­: “Buenas noches, seí±ores, ¿cómo andan?”. –Aquí­, trabajando. –Ah, bueno. Pues nada, continúen”. Y yo pregunto, “¿qué ha pasado?”. Y me dicen, “seí±or periodista, aquí­ todo el mundo está comprado, aquí­ todo el mundo trabajamos para los mismos, aquí­ nadie se quiere morir”.

El negocio de las armas

El periodista reconoce que les sorprendió ver lo fuertemente armados que estaban todos los miembros del cártel y, sobre todo, que contaran hasta con armamento pesado de tipo militar para proteger algunas de sus instalaciones. Es habitual ver, en los episodios que su equipo grabó allí­, a narcos vestidos con uniformes del ejército de Estados Unidos, y Beriain pudo comprobar también que la frontera no sólo es porosa al tráfico de drogas del sur al norte, sino que lo es igualmente al transporte de armas ilegales del norte al sur.

“Todas las armas que tiene el cártel de Sinaloa vienen de Estados Unidos. 2 mil armas ilegales cruzan todos los dí­as la frontera de Estados Unidos a México. El 85% de las armas que hay en México son ilegales y son americanas. El 60% de las armas que tienen los cárteles vienen de un solo estado, Texas”.

“Piensa que un M16, que vale 350 dólares en un lado, se puede multiplicar por 5 o por 10, el valor al otro lado de la frontera. Y no hay ningún control. Te pegas horas para subir de México a Estados Unidos, unas colas en Tijuana… Y luego, vemos cómo un coche sube con droga y baja con las armas”, seí±ala Beriain.

Confiesa que, después de ver ese tráfico de armas, se le ocurrió pensar que “a lo mejor, los que quieren hacer el muro son los mexicanos”, y aí±ade: “Porque hay muchí­simo control para evitar que la droga suba, pero sube igual.

Pero esa misma ví­a que usan para subir la droga, sirve, a veces por la misma gente, para bajar las armas, que vienen de Estados Unidos. ¿Qué pasa? Los americanos pueden decir que estos cabrones mexicanos vienen a traernos aquí­ crimen y drogas. Las drogas las venden los mexicanos, y las compran los americanos, y se matan con las armas que les mandan los americanos”.

Publicación anterior Reconocerá Dinos a sus ancestros en inauguración
Siguiente publicación Invitan a equipos al Sunday Flag Football
Entradas relacionadas
Comentarios
  TV en Vivo ;