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Dr. Luis González Ríos, el primer traumatólogo de Piedras Negras

Dentro de mis días más felices fue cuando en mi último año fui nombrado Residente Principal.

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Piedras Negras, Coahuila, 23 de octubre.- Entrevista al Dr. Luis González Ríos, el primer traumatólogo de Piedras Negras.

RC.-¿Dónde nace usted?

Dr: Nací el 10 de diciembre de 1928 por la calle Allende. El alumbramiento fue en casa de mis padres, como se usaba antes. Mi padre, Jesús González Guerra y mi mamá Jovita Rivas de González.

 

RC.- ¿Qué recuerda de su infancia?

Dr: El carácter de mi padre era recio. Su falta de temor y su valentía hacían las adversidades. Mi mamá era una señora llena de paz y amor. Fuimos cinco hermanos y a cada uno de nosotros le decía que era el más hermoso de todos.

Mis abuelos maternos, Luis Ríos y Demetrio Jiménez, ambos nacidos en Nava. Los abuelos paternos, Abraham González y la señora Teresa Guerra, ambos de Nuevo León.

Luis, Ramón y Azucena González.

 

Rc.- ¿Sus primeros estudios?

Dr: Cursé la primaria en el Instituto del Pueblo. Una de las cosas que más recuerdo de mi infancia era el deseo de ser doctor desde que estaba muy chico. Me dio una fiebre y el doctor Elías Treviño me atendió. Dijo que era una fiebre intestinal. Como eran visitas domiciliarias me encantaba ver llegar al doctor Elías, pues abría su maletín, con muchos compartimientos, con una bola de jeringas y termómetros. Ahí pensé que yo podría ser doctor, para ayudar a la gente que se quedaba ciega.

 

Rc.- ¿Qué más recuerda de aquel tiempo?

Dr: En la casa de mis padres había un patio muy grande. Ahí en ese patio jugaba todas las tardes. Me entretenía de muchas maneras y recuerdo que un día estaba sentado, sentí un golpe en la espalda, me volteé y era mi padre, y como a los 6 años de edad. Me traía una bicicleta balona, de aquellas que tenían una llanta muy gruesa. Eso me dio mucha alegría, en la cual me podía pasear por la ciudad, ya que por aquellos años había muy poquitos automóviles.

 

Rc.- ¿Cómo que estudió en el hotel del ferrocarril?

Dr: Sí. Mira, la primaria, en el colegio de la maestra Argentina Vargas, ahí cursé primero, segundo y tercer año, y quinto, sexto en unos salones del antiguo Hotel del ferrocarril. Ahí fue mi maestra, Beatriz González Guadarrama, y el sexto año con el profesor Fortunato. De ahí a la secundaria Benito Juárez y luego a la preparatoria. Me inscribí en ciencias biológicas, terminé en 1944, y me fui a la Ciudad de México a presentar el examen de admisión en la UNAM. Pasé el examen, iniciando mi carrera en el 1947, soy de generación 47/52.

 

Rc.- ¿Cuándo regresa a Piedras Negras?

Dr: En 1953, pero en toda mi carrera profesional, tuve a mi novia, mi primera esposa, muy querida, la mujer que más he querido en la vida, Azucena Pope. Fuimos novios durante toda mi carrera.

El día que yo recuerdo con mucha felicidad, fue cuando presenté mi examen profesional y recibí el título de médico cirujano partero el 11 de mayo de 1953.

Me regresé a Piedras Negras y el 8 de julio contraje matrimonio con la señorita Azucena Pope, Después regresé a la Ciudad de México por consejo de uno de los profesores, el doctor Manuel Suárez Cobos. Me dijo que tenía que especializarme en Estados Unidos, en endocrinología, ginecología.

Hice varias solicitudes a hospitales de Estados Unidos y fui aceptado en el hospital Presbiteriano de Los Ángeles. Llegué allá para iniciar mi internado en 1954, fue una estancia muy hermosa, no había gente latina, solo recuerdo a un colombiano que también estuvo de interno. Los demás eran norteamericanos. Ahí cursé todo mi internado y un año de cirugía general. Durante ese tiempo nació mi primer hijo Luis.

 

Rc.-¿Qué experiencia fue vivir allá?

Dr: En ese tiempo el sueldo que pagaba el hospital eran 60 dólares, lo cual apenas nos alcanzaba para los gastos. Pero mi esposa, que era tan valerosa y trabajadora, consiguió que una tía se fuera un tiempo con nosotros y ella se puso a trabajar y de esa manera me ayudó y salimos adelante.

En ese hospital comencé a ver trabajar a los ortopedistas, y me enamoré de esa especialidad, sobre todo me gustaba mucho la cirugía de columna vertebral y cuando terminó mi año de internado y de cirugía general hice una solicitud al hospital del condado de los Ángeles, pero no fui aceptado, solo estudiantes americanos y yo era tan solo un residente.

Triste por la noticia, al día siguiente, sentado en el vestidor de médicos que van a entrar a cirugía, entró un doctor que yo admiraba mucho, siempre le ayudé, era muy famoso, había escrito un libro sobre ortopedia.

Él era conocido internacionalmente. Me preguntó por qué estaba tan triste y le dije la razón, y me dijo: Yo con tus estudios médicos, te recomiendo que vayas a la Universidad de San Luis Misuri, ahí el doctor Robert O’Brien, es el jefe de Ortopedistas. Una universidad católica manejada por monjas Carmelitas. La escuela de Medicina era dirigida por Jesuitas, pero las monjas Carmelitas tenían más fuerza que los Jesuitas. Ahí comencé mi primer año de residencia. 

 

Rc.- ¿Qué logros alcanzó?

Dr: Dentro de mis días más felices fue cuando en mi último año fui nombrado Residente Principal. Ahí duré como jefe en el décimo piso del hospital teniendo a mi cargo 100 camas de ortopedia, ahí conocí muchos doctores y especialistas. Terminé en 1958. Todos mis nuevos amigos doctores pedían que me quedara allá, pero yo siempre añoraba mi Piedras Negras.

 

Rc.- ¿Dónde empieza a trabajar en Piedras Negras?

Dr: En 1959 comencé a trabajar en Piedras Negras. El doctor Armando Treviño Flores tenía un pequeño hospital. Se llamaba “Hospital del Centro”, en sociedad con el doctor Elías Treviño y con el doctor Rodrigo Andalón. Me dio un pequeño consultorio. 

Doctores Luis González  y Armando Treviño “Hospital del centro” 

Estuve un año ahí. Luego el doctor Adalberto Peña Guerra, había construido la Clínica México y me ofreció un consultorio, una pequeña sala de espera, cuarto de fisioterapia. Fuimos grandes amigos, duré con él 10 años.
Después de 2 años ahí, me hizo un consultorio más grande, con una sala de espera inmensa, oficina, un cuarto de examen, otro departamento donde pude instalar fisioterapia, un cuarto para ultrasonido, parafina, hidroterapia, mesa para males de columna.

Hasta que en 1968, un grupo entusiasta de médicos nos juntamos con la idea de hacer una clínica, entre ellos: El doctor Salvador Chavarría, el doctor César Martínez, el doctor Rodolfo Cruz, el doctor Norberto De Luna, el doctor Pope, el doctor Rodolfo Treviño y el doctor Virgilio Pope, 7 médicos.

La clínica evolucionó muy favorablemente. El padre José Jáuregui dio la bendición en la inauguración y se empezó a trabajar en octubre de 1970, trabajé con pacientes particulares, bastantes, pero también me subrogaron del Seguro Social. 

Doctor Luis González, Monseñor Jáuregui y Azucena Pope.

Era mucho trabajo, a tal grado que se dificultaba atender a pacientes particulares y de tal modo que renuncié al Seguro Social y entré al ISSSTE, bajo la dirección del doctor Miguel Rojas, muy preparado para administrar. Ahí duré varios años.

 

Rc.- ¿Cuándo adquiere su rancho el Texas?

Dr: Dentro de mis días más felices también, fue el 14 de abril de 1972 tuve la oportunidad de adquirir el rancho “El Texas”, que había sido propiedad de don Ricardo Ainslie, gobernador de Coahuila. 

Eso me hizo muy feliz, comencé a ir todos los fines de semana al rancho, la casa del rancho fue restaurada, ya que estaba muy deteriorada, entonces se me ocurrió la idea... tenía muchos amigos doctores. En ese tiempo nació mi segundo hijo, Ramón, y en 1960 mi hija Azucena.

 

Rc.- ¿Cómo nace la idea del rancho cinegético?

Dr: Pues el rancho tenía mucha vida silvestre, muy reconocido por sus guajolotes y venados, entonces comencé a traer grupos de doctores, tuve la oportunidad de conocer anestesistas, urólogos neurólogos, pediatras que venían muy emocionados a la cacería, y pasaban días muy felices, eso duró del 85, al 95.

 

Rc.- ¿Cómo surgen tantos pacientes americanos?

Dr: Los abogados me enviaban los pacientes de accidentes, las compañías de seguros no se negaban a pagar, fueron cientos, trabajé con el licenciado Heredia, el licenciado Jasso, licenciado Joaquín Rodríguez; el licenciado Búnker me enviaba a su asistente Ana Rodríguez, excelente persona, inolvidable, me tomaba todos los dictados en inglés, para poder mandar todos los reportes a las compañías de seguros.

 

Rc.- ¿Quién fue su anestesista?

Dr: Fue el doctor Sigifredo Salinas, por un espacio de 30 años, operé lo que yo quería operar siempre: columna vertebral, en el 2015 me retiré de mis actividades profesionales.

 

Rc.- ¿Cuál es la clave de su éxito?

Dr: ¡El amor a mi profesión! Con todas mis fuerzas...

Víctor Hugo, el autor de los miserables, escribió que todos los hombres estamos condenados a morir, pero que tenemos un intervalo... Creo yo y es mi filosofía, que entre el nacimiento y la muerte. Debemos hacer cada día el mejor de nuestros esfuerzos por obtener buenos resultados.

Tengo el orgullo de que pertenecí a las más importantes sociedades de cirugía de columna, se requiere un currículum muy grande para poder entrar en ellas. Asistí a grandes congresos, Hawái, Boston, Florida, los Ángeles, Dallas, etc.

Doctor Luis González en su cumpleaños 89 rodeado por su familia. 

 

 

 

 

DMC

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