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“No queremos migrantes”, Torreón y su estigma con la xenofobia

La Policía Municipal de Torreón no ha reportado alguna agresión de parte de la población local en contra de personas migrantes

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Torreón, Coahuila; 20 de septiembre.- Durante esta semana aparecieron pintas contra las personas migrantes en algunas bardas de la colonia Braulio Fernández Aguirre, muy cerca de los patios de Ferromex, punto de mayor concentración de migrantes en los últimos años.

Precisamente en los últimos días Torreón ha visto el paso de unos mil 500 migrantes de países como Venezuela, El Salvador, Nicaragua y Honduras, fenómeno que ha generado incertidumbre entre la población local, pero en algunos casos ha sacado a relucir sentimientos de rechazo, racismo y xenofobia, estigma que tiene antecedentes tan arraigados como la propia formación de la ciudad.

Fue en 1907 que la población de Torreón fue elevada al rango de ciudad por el entonces gobernador Miguel Cárdenas, su dinámica multicultural impulsó el desarrollo de todo tipo de industrias, negocios y giros, dinámica que llevó a las autoridades de aquella época a considerar ya a Torreón como una ciudad “moderna” y con amplias expectativas de crecimiento.

Sin embargo, la pujanza de ciudadanos españoles, estadounidenses, libaneses y principalmente chinos no era del agrado de todos en Torreón, pronto surgieron manifestaciones de racismo y xenofobia en contra de dichos grupos étnicos, a quienes acusaban de no integrarse a las costumbres locales, de tener otros valores morales y evitar mezclarse con la población local.

Según información del historiador Carlos Castañón en su libro “303: La Matanza de los chinos en Torreón”, se acusaba a los asiáticos principalmente de ser “sucios, ateos y antimexicanos”, esto al mantener costumbres, idioma y tradiciones, a diferencia de otras etnias que se mezclaban y generaban sincretismos con los mexicanos locales.

Con la primera toma revolucionaria de mayo de 1911, a cargo del general Benjamín Argumedo, las tropas maderistas entraron a Torreón no solamente para derrotar a las fuerzas federales y asegurar la plaza militarmente, sino que aprovecharon el desorden para atacar a la población china y a la que falsamente acusaron de apoyar a los federales.

Entre la mañana del 13 y hasta el 15 de mayo Torreón vivió un genocidio de 303 ciudadanos de origen chino, hombres, mujeres embarazadas, personas de la tercera edad y niños pequeños eran fusilados, golpeados hasta la muerte, arrojados desde los balcones del banco Wah Yick y apuñalados sin piedad alguna.

El fallecido cronista de la ciudad de Torreón, Sergio Corona Páez, describió tales escenas como “un frenesí de racismo y sed de sangre”, para el mismo 15 de mayo por la tarde la avenida Juárez y sus cruces con Valdés Carrillo, Cepeda e Ildefonso Fuentes lucían con cadáveres apilados de decenas de personas de origen chino.

Para cuando los lamentables hechos llegaron a oídos de Francisco I. Madero, la cuenta de asesinatos había llegado ya a 303, el genocidio xenófobo se había consumado y las carretas de pobladores locales, obligados por el ejército revolucionario, estaban ya acarreando los cuerpos y depositándolos en fosas comunes.

Pese a la gravedad de los hechos la xenofobia no acabó ese año, durante y después de la revolución mexicana se fundaron en Torreón algunos clubes y comités “antichinos”, mismos que difundían acciones de resistencia contra el desarrollo de las familias chinas que quedaban en la ciudad, argumentando falsamente que “se afectaba a la raza” y que la economía tenía afectaciones por sus actividades.

Con el paso de las décadas dichos clubes fueron disolviéndose, la ciudad tuvo un desarrollo más acelerado y la población china mantuvo un perfil de trabajo, esfuerzo y discreción, de forma que actualmente son prácticamente nulos los episodios de xenofobia en su contra; a ello se le añade el hecho de que en 2021 el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ofreció disculpas a la comunidad china en México por el genocidio de Torreón en 1911.

No obstante, la herida de la xenofobia y el racismo parece haberse reabierto en los últimos meses, así lo manifestó esta semana el párroco de Nuestra Señora de Fátima en Torreón, Rafael Lópéz, quien lamentó las pintas en contra de los migrantes y animó a los laguneros a seguir el ejemplo de Jesucristo, apoyando a los necesitados y evitando juzgar a quienes buscan un futuro mejor.

Al margen de ello, la Policía Municipal de Torreón no ha reportado alguna agresión de parte de la población local en contra de personas migrantes, mismos que constantemente sufren violaciones, robos y otros abusos en su ruta a los Estados Unidos; “¿Quién nos va ayudar?… Estamos solos”, afirmó el joven Ángel de 28 años, venezolano entrevistado por Tele Saltillo y Periódico Zócalo durante esta semana en Torreón.

 

 

 

 

HDC

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