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Sacerdote usaba parroquia para ‘fiestas’ con jóvenes

En audiencia por caso del padre Joaquín, implicado reveló detalles del presunto abuso y asesinato.

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En audiencia por caso del padre Joaquí­n, implicado reveló detalles del presunto abuso y asesinato.

Por: Rosendo Zavala

Saltillo, Coahuila.- Durante su declaración en la audiencia de vinculación a proceso por el asesinato del sacerdote Joaquí­n Hernández Sifuentes, el imputado Jesús, quien se identificó como taxista de Uber, expuso que el sacerdote acostumbraba hacer reuniones con hombres jóvenes en su casa parroquial.

“Los invitaba a ingerir bebidas embriagantes y a fiestas en su recámara”, aseguró Jesús. Fue en una de esas reuniones cuando el presbí­tero aprovechó el estado de ebriedad del imputado para realizarle tocamientos sexuales y lo habrí­a penetrado en el ano con sus dedos, según expuso el propio Jesús. Un médico legista de la PGJE aclaró al respecto que no hubo penetración, aunque Jesús sí­ presentaba una lesión en dicha parte corporal, producto de un aparente rasguí±o. El imputado relató la forma en que el padre Joaquí­n Hernández abusó de él sexualmente y refirió que nada más trató de defenderse del ataque. Fue su amigo Miguel íngel, exrescatista de la Cruz Roja, quien lo incitó a asesinarlo. “Ya termí­nalo, esto no es cualquier pendejada, mata al pedófilo violador”, dijo Jesús durante su declaración. ‘INVITACIí“N AL MAL’ El imputado de 23 aí±os, expresó que al padre Joaquí­n lo conoció el 1 de diciembre por medio de un amigo, exseminarista y miembro de un grupo parroquial, que lo invitó a la casa parroquial donde residí­a el sacerdote, quien les comprarí­a cerveza. “Estuvimos tomando vino tinto, el padre abrió varias botellas, mi amigo se quedó dormido en una cama y nosotros seguimos bebiendo en el cuarto del padre”. Así­ pasaron semanas sin que Jesús, a quien apodaban “Chuy El Malo”, visitara al sacerdote, y la noche del 25 de diciembre el padre le mandó un mensaje de texto en el que decí­a que se sentí­a solo y que lo invitaba a pasar la Navidad con él en su casa. í‰l se negó. La madrugada del 1 de enero Jesús recibió un mensaje del sacerdote, esta vez para felicitarlo por el Aí±o Nuevo. De nueva cuenta Jesús se rehusó a contestar el texto que le mandó el sacerdote. Fue hasta el 2 de enero que decidió responder el mensaje del padre Joaquí­n y éste le dijo que lo invitaba a tomar. Jesús a su vez invitó a su amigo Miguel íngel y ambos acordaron ir a la casa del padre. DORMIDO El padre Joaquí­n pasó por los dos amigos a una plaza pública de la colonia Ampliación Morelos, ahí­ abordaron el Derby del sacerdote y fueron a un restaurante de comida rápida en la colonia Mirasierra, para posteriormente dirigirse a la casa parroquial. En el camino se pararon en una tienda de conveniencia y el sacerdote le dio 300 pesos a Jesús para que comprara cerveza, luego lo mandó por una caja de cigarros para él. Pasaron la noche consumiendo las cervezas y platicando en el cuarto del sacerdote. Jesús le preguntó al padre si el párroco Rodolfo Pachicano se enojarí­a porque estaban bebiendo en la casa parroquial. El padre respondió que Pachicano no escuchaba nada porque tomaba pastillas para dormir. “Nos dijo que podí­amos gritar y el otro padre no nos escucharí­a”. La cerveza hizo efecto en Miguel íngel, quien se quedó dormido en una de las camas gemelas que habí­a en el cuarto del sacerdote. Mientras Jesús y el padre Joaquí­n continuaron conviviendo. El padre Joaquí­n invitó a Jesús a unas aguas termales en Parras al dí­a siguiente, una vez más éste rechazó la invitación. Al acabarse la cerveza, el padre Joaquí­n abrió cuatro botellas de vino tinto y continuó la charla con el joven de 23 aí±os. Durante la plática el padre Joaquí­n le pidió a Jesús que viera los mensajes que le habí­a mandado a su celular. Al verificarlos Jesús vio que el padre le escribió que su casa era una fortaleza y que sólo habí­a una llave para salir de ahí­, misma que él habí­a escondido. Jesús dijo que se quedó sorprendido por los mensajes y tomó capturas de pantallas para mandárselas a su amigo Noé, quien sólo le respondió que no podí­a creer lo que el padre le escribí­a. Noé en su declaración testimonial dijo que esa ocasión sólo habí­a recibido un mensaje, que decí­a “ontas we, ayúden”, pero que nunca supo de que se trataba y que siguió dormido en su domicilio. Fue en ese momento que Jesús comenzó a sentir un malestar estomacal y mareos debido a la combinación de las bebidas, por lo que fue a vomitar al baí±o, mientras que el padre apagaba la luz; después el padre le aconsejó que se acostara. ‘Abuso sexual’ Poco después Jesús despertó aún ebrio cuando sintió detrás al padre tocando su ano. Entonces se paró y le dio dos golpes en la cara. Luego de que el sacerdote lo convenciera de que regresara a la cama, Jesús se durmió. En una primera versión aseguró que al recobrar la conciencia sintió que de nueva cuenta tení­a la ropa interior y el pantalón abajo, y que el padre lo habí­a penetrado con los dedos, mientras lo masturbaba. En otra versión, aseguró que el abuso habí­a sido cometido. Jesús intentó defenderse y tomó al padre por el cuello, en el forcejeo el padre se desvaneció y cayó al piso. Jesús contó que el padre se “desmayó” y aprovechó eso para pararse de la cama y subirse los pantalones. En ese instante Miguel íngel despertó y al ver lo que habí­a sucedido reaccionó mal, “le afectó porque él ya habí­a pasado por una situación así­ con su hija”, dijo Jesús. “Me dijo ‘esto hay que terminarlo, esto no es cualquier pendejada, mata al pedófilo violador’, se quitó el cinto y me lo aventó para que yo lo estrangulara, pero yo no quise, luego él lo agarró y él lo ahorcó”, declaró Jesús. “Luego se puso a vaciar los cajones y en una colcha enredó todo lo que habí­amos tocado, me dijo que él no irí­a a la cárcel ni yo tampoco por lo que habí­a sucedido”, agregó. EL CUERPO El par de amigos encontraron las llaves del cuarto en un cajón del padre Joaquí­n. Bajaron el cuerpo de un segundo piso cargándolo por las escaleras y lo subieron a la cajuela del auto. Miguel íngel le dijo a Jesús que conocí­a un lugar donde podí­a deshacerse del padre en la carretera a Zacatecas. “Tuvimos que encender el auto empujándolo desde donde estaba estacionado”, relató Jesús concordando con la versión de testigos que los vieron salir del lugar. “Nos fuimos a la carretera a Torreón, en el camino paramos en una tienda, ahí­ compramos cosas para el camino, luego me dijo que conocí­a un lugar en Parras, pero no le hice caso porque pensé que me podrí­a hacer algo a mí­ también, así­ que seguí­ derecho en la carretera, pasamos la caseta, pagamos con el dinero que traí­a el padre en su cartera. “Llegamos a un lugar y dejamos el cuerpo en un arroyo, con una piedra empezamos a raspar ‘la pared de la montaí±a’ y con lo que le cayó quedó semienterrado. “Ahí­ lo dejamos, regresamos a Saltillo y tomamos la carretera para Monterrey, en el camino Miguel le habló a alguien y le dijo que querí­a vender el carro, que estaba caliente y que querí­a que lo desmantelaran”. Antes de llegar a su destino encontraron a un indigente “en un carrito” y le dieron las cosas que habí­an robado envueltas en una cobija. Dijo que llegaron a una tienda de autoservicio, donde Miguel íngel compró guantes, cloro y trapos, después se pararon a un costado de un arroyo en Santa Catarina, NL, en la colonia Residencial Cuauhtémoc, para limpiar las huellas que habí­an dejado y lo abandonaron con las llaves, “para que se lo robaran”. El imputado expuso que no quiso decir nada porque temí­a por su vida y la de su familia debido a las amenazas que su amigo Miguel habí­a hecho. Le dijo que conocí­a gente que podí­a hacerles daí±o.
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