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La historia de Doña Andrea, la migrante de 103 años que llegó a Piedras Negras

Doña Andrea Avelina es una mujer que irradia paz y su voz enfatiza en el amor a Dios y acercarse a él, al ser el único salvador de vidas.

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Piedras Negras, Coah.- Doña Andrea Avelina es una mujer que irradia paz y su voz enfatiza en el amor a Dios y acercarse a él, al ser el único salvador de vidas.

Cada palabra que sale de su boca enfatiza en una enseñanza.

La mujer de 103 años de edad, es hasta el momento la fémina más longeva que ha llegado al albergue Casa Betania en situación de migración y que busca poder reunirse con su hijo y nietos en Estados Unidos.

Espera poder acceder a la plataforma CBP One para hacer una cita, donde hará una petición para asilo humanitario.

Nunca fue a la escuela y no sabe leer, pero extraordinariamente tiene una memoria envidiable en la que ha grabado muchos versículos de la Biblia.

No tiene enfermedad alguna, sólo le duelen un poco las rodillas, que uno piensa es por la edad pero más bien enfatiza en el tiempo que dedica a orar de rodillas y pedir a Dios por su familia, por todos.

Andrea Avelina nació el 12 de julio de 1920 en Jiquilisco, municipio del departamento de Usulután, El Salvador.

Tuvo seis hermanos, tres hombres y tres mujeres, quienes se convirtieron casi en sus hijos, cuando ella apenas tenía 10 años de edad, luego de que su papá falleció y les dejó huérfanos.

Así doña Andrea Avelina tuvo que ayudarle a su mamá, a ver por sus hermanos y hermanas, al tiempo que trabajaba en el campo, en la tierra, entre las milpas y la algodonera.

“Me he quedado yo sola, ya no tengo más hermanos, ya se fueron todos”, indicó.

En su vida se ha enfrentado a muchas dificultades, a muchas tristezas y a pesar de ello, su enorme fue la han llevado a continuar, a valorar mucho sus años vividos.

Enfatiza que ya no tiene la misma memoria de ayer, por lo que sorprende al escuchar sus anécdotas y los versículos de la Biblia que relata y que expresa con gran elocuencia.

Doña Andrea Avelina, llegó a Piedras Negras siguiendo a su hijo de 75 años de edad, quien logró cruzar a Estados Unidos con sus dos nietos adolescentes, mediante una petición de asilo.

Pero, ella no pudo hacer lo mismo al llegar por falta de una documentación que ha sido pedida a su país natal y por ello busca que alguien que sepa leer y tenga experiencia en ello, la pueda asesorar y ayudar para aplicar a una cita para el asilo.

Está acompañada de una de sus nietas, Amalia Beatriz Andrade, quien la ayuda y la cuida en esta frontera.

Al preguntarle a doña Andrea sobre cómo ha vivido sus años y cuál piensa que sería la fórmula para alcanzar una longevidad como ella, sin enfermedad alguna o padecimiento, indicó que es sólo acercarse a Dios.

“Es necesario hacer frutos dignos de arrepentimiento para poder acercarnos a Cristo, porque para escapar de aquel fuego que dice en Malaquías 3”, subrayó.

“Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad entrarán a ese fuego que nunca se apagará”, subrayó.

Por lo tanto, enfatizó que uno se debe de acercar a Dios, como único y suficiente salvador de nuestras vidas y que si en algún momento por A o por B nos ha tocado quejarnos, es necesario acercarse.

Relató que antes de salir de El Salvador, ya con 103 años de edad, recorría las calles de su tierra natal y vendía bolsas de carne, porque siempre ha trabajado y nunca le ha gustado pedir.

“Vendía ahí en las colonias carne de res, lo que podía echaba al canasto, para no pedir”, precisó.

“Siempre he trabajado, gracias al Señor a Dios que me ha dado fuerzas para poder trabajar y no obligar a alguien que tal vez no tenía nada o que lo iba a dejar para algo”, agregó.

Indicó al hablar de la población migrante y el saber que forma parte de la misma, que es doblar nuestras rodillas y decirle a Dios: “Señor ten misericordia de cada uno de nosotros, de mis vecinos que me rodean, de muchas cosas que se necesitan, que necesitan muchos que van de viaje, ten misericordia de ellos.

“Dios ha de ver que venimos por los demás y nos da a nosotros sin pedirlo”.

Su compañero de vida y cuatro de sus seis hijos fallecieron así como todos sus hermanos, sólo le quedan dos hijos, su hijo de 70 años que cruzó a Estados Unidos con el que quiere reunirse y una hija de 75 años, mamá de la nieta con la que se acompaña.

Una mujer de mucha fe

Doña Andrea Avelina es una mujer de mucha fe, quien además de orar por al menos media hora hincada en varios momentos del día, hace sacrificios como ayunos.

“Porque si no hay soluciones a nuestros problemas, es porque Dios no presta oídos al haragán, presta oídos al que busca, al que se acerca, al que necesita”, dijo.
 

Vistió de hombre

Para poder salir adelante en su natal El Salvador, cuando era una adolescente y de joven se tuvo que vestir de varón, porque ella salía a sabanear un ganado ajeno que estaba a su cargo.

“Iba a los potreros, a los llanos a recoger al ganado, para que los leones o los tigres no se comieran el ganado”, relató.
 

Defendió a su hermano

En una ocasión, doña Avelina tuvo que salvarle la vida a su hermano, con la gran valentía que ha caracterizado sus años.

Supo que su hermano que había salido con otros amigos, se peleó y lo habían colgado de cabeza.

No lo pensó dos veces, tomó el machete y salió al temer por la vida de su hermano quien sabía podía ahogarse. Lo soltó enfrente de todos.

“Por su familia uno da la vida”, expresó.

“¿Para qué lo bajó? Me reclamaron, dije discúlpeme, pero si este hombre le pasa algo, a usted también le pasa algo”, agregó. 

AFPR

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