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Nos hacen falta; Cartas de amor para ellas

En la memoria Susana, Alondra, Claudia, Olga, Angie, Iselda, Evelyn, Jaqueline, Marlene, Gabriela…

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Por Teresa Quiroz

Saltillo, Coah.-  Se llamaban Susana Mireles, Alondra Gallegos, Claudia Elia Domínguez, Olga Guadalupe, Angie, Iselda, Evelyn Aidé, Jaqueline Alonso, Marlene y Gabriela Elizabeth.

Ellas son solo algunas de las decenas de miles de víctimas de feminicidio; uno de los males endémicos del país y por el que día con día cientos de mujeres luchan para erradicar.

Ellas ya no se encuentran físicamente entre nosotras, pero el amor y la memoria de sus seres queridos no permitirán que mueran en el olvido.

Estas son cartas de amor para ellas, escritas por sus familias, por las personas a las que más les hacen falta.

A Evelyn, mi ángel de la guarda

Evelyn, soy tu madre; aún recuerdo tu carita de niña linda y carismática; lo mucho que adorabas bailar y lo amiguera que eras.

A donde quiera que ibas hacías amigos y ayudabas a la gente; no olvido que desde antes de ese 16 de octubre que te arrancaron la vida ya eras mi ángel de la guarda, pues me defendías cuando mi expareja me golpeaba.

Evelyn, eras un niña con mucho corazón y te mataron, encontraron tu cuerpo ya en estado de putrefacción; me duele no haberte visto por última vez y el tener solo la oportunidad de reconocer tus tatuajes.

Eras mi mundo, serías mi enfermera y la mejor amiga, cómplice y tía de Edwin, el niño que tuvo la dicha de ser tu primer sobrino.

Evelyn, amada hija; aunque sé que me cuidas desde donde quiera que estés, te extraño mucho. 

Rocío Almanza

Hola mi niña ¡Marlene!

Mi hermana chiquita, quiero platicarte y mantenerte al tanto, que sepas que hacemos todo lo posible, de acuerdo todos en familia, a nuestras posibilidades para seguir adelante. No ha sido fácil vivir sin tu presencia, ha sido doloroso, te recordamos en cada momento, en cada lugar, en una fecha especial, en una prenda tuya. Tu fotografía en casa es como si estuvieras presente, en el rostro de tus hijas te vemos mi amor, nos las dejaste y ellas de alguna forma han sido nuestro temple y nuestra fuerza.

Nos hemos encargado de que ellas te recuerden con amor, aunque ellas aún estaban pequeñas les hablamos de ti, no se les olvida nunca que tú fuiste su mamá y todo lo que hiciste por ellas, lo que te esforzabas día a día a pesar de que no era fácil lo que vivías; pero tenías eso que se llama ¡amor de madre!, por eso quiero que sepas que tus hijas han vivido rodeadas de amor. 

Cariño es lo que tú les supiste dar, de eso debes estar contenta, nada les falta, más que tú, pero así son los designios. Sé que te has perdido muchos cumpleaños y logros de las niñas, pero también estoy segura que en esa parte del cielo en la que te encuentras con tu alma lo percibes; aquí nosotros notamos tu presencia. Aunque muchos digan lo contrario, que una persona fallecida no se ve, yo lo siento así, estás entre nosotros mi niña, te amamos y nos haces tanta falta. 

Deseamos un abrazo tuyo, nos dejaste una gran lección, por lo menos a mí, a quien te escribe esta carta, tu hermana mayor, y sabes de qué estoy hablando. 

Te arrebataron la vida vilmente, tus planes, tus metas mi corazón, pero sabemos que diste y luchaste hasta el final por amor, defendiendo lo tuyo. El día que te vuelva a ver te abrazaré con todas mis fuerzas.

Te amamos, y te quieren y te aman tus hijas. 

Chivis

Dedico estas letras a mi hija Olga Guadalupe hasta el cielo

Hija de mi corazón, no he podido superar tu partida, mis pasos son más lentos y mi vida no es la misma ni la de tus hermanas. Se nos apagó toda la alegría, las ganas de vivir desde que ese maldito te arrancó la vida. Él acabó con toda mi familia. 

El canalla de Alejandro, alias “El Pato”, te arrancó de mis brazos, de mi vida. Tú eras para mí una confidente: ¿te acuerdas que yo, tu mami, llorando llegaba a tu casa porque tus hermanas me hacían enojar y tú me consolabas diciéndome que no llorara, que tú les ibas a llamar la atención? También yo te daba consuelo cuando algo te sucedía. 

Recuerdo que la última semana de 2020 me mandabas mensajes diciéndome que ya te habías vomitado para hacerme reír y varios mensajes más; el 12 de diciembre, por última vez, te canté Las Mañanitas y tu hermano te rapeó y tú muy alegre subiste todo al “face”.

Eras tan hermosa y alegre, querida por toda la familia, en especial por tus hermanas, María, Rocío, Carmen; cómo me duele tu partida, ya no aguanto más hija de mi corazón, no encuentro la paz y ya va para dos años, y no puedo con esa carga que me dejaste. 

Te amo tanto, me haces mucha falta y no sé cómo seguir adelante, nadie me ha enseñado a vivir con este corazón roto por tu partida tan trágica, la que provocó el maldito de Alejandro. Sí, tú eras alegre, hermosa, bella y encantadora; bromista con tus hermanas y conmigo… ¿Qué hago hija mía para superar todo esto que me está matando?

Todos los días y noches pienso en ti y lloro mucho. ¿Estas lágrimas quién me las va a apagar? Son muy dolorosas.

Olga, regresa conmigo por favor, no puedo vivir sin ti mi vida. Olga ¿dónde estás? Te busco y no te encuentro, por favor vuelve. 

Te ama tu mamá, hermanas y sobrinas, regresa por favor a consolarnos; tu hermanito Elian llora mucho por ti… Qué dolor tan fuerte siento al escribirte esta carta. 

Hasta el cielo mi vida hermosa

Carmen Estrada

Una carta violeta
Ahora que estoy desde aquí viendo a mis hermanas arrebatadas de sus sueños, de sus vidas, de sus ilusiones, me doy cuenta de que tenemos un propósito las que volamos con alas violetas. 

Alzar la voz y seguir en el camino de evolucionar y trascender el machismo, y guiar a tantas mujeres a la luz desde el amor y no desde la violencia.

Ya no tengo miedo, ya nada me duele y estoy bien. Que mi corta vida truncada, incluso de mi maternidad, sea en mi tribu y comunidad un estandarte, unas alas, la fuerza que se requiere para seguir combatiendo la impunidad y el machismo crudo, dejando de ser una estadística para ser mujeres sin miedo, rodeadas de amor y sororidad.  

¡¡¡Justicia para Alondra!!! En cientos de almas recorrían las calles, jamás pensé tener tanta fuerza, ni el valor de ser la portadora de tan gran mensaje, de mover conciencias y masas, pero esto aún no ha sido suficiente, desde mi partida, sé que le hago falta a mi pequeña, le hago falta al tiempo, a mi núcleo, al corazón vacío de mi hermano. A una sociedad que fue empática con mis alas violeta y cruzaron el universo conmigo.  

Hago falta, pero también hacía falta verlo y hacerlo consciente, hermanas gracias, a mi niña Mia, fui yo para que no seas tú y muchas otras, ofrecí mi vida por accionar la sororidad, el amor, el respeto, la justicia, la voz y canto, los rezos y la flores que caen del cielo. 

¡¡JUSTICIA PARA TODAS!!

Alondra Gallegos García

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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