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El Rostro de Jesús, un sádico negocio; operaba anexo bajo ‘reglas’ de tortura

Cobraban a los internos por comida que no repartían; obtenían alrededor de $100 mil mensuales

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Por Grupo Zócalo

Saltillo, Coah.-  El anexo El Rostro de Jesús, en el que falleció Misael Nicolás Silva, de 29 años, era un negocio en el que los dueños obtenían ganancias cercanas a los 100 mil pesos mensuales, pero además torturaban a los internos, comentaron las mismas víctimas.

Los internos que fueron rescatados tras la muerte de Misael presentaban glúteos y brazos llenos de golpes, algunos tenían costillas quebradas, pero además los tenían aterrorizados, ya que incluso eran amenazados con armas de fuego, denunciaron.

La residencia que albergaba este anexo operaba ilegalmente en el fraccionamiento Santa María, al carecer de permisos de uso de suelo. Además, en el 2020, la Dirección de Desarrollo Urbano clausuró el inmueble por ser utilizado como crematorio clandestino por Capillas San Ángel.

Asimismo, tras el análisis al cuerpo de Misael, los forenses determinaron que el hombre sí fue asesinado, pues se encontraron indicios de que su deceso fue provocado por golpes.

Era un sádico negocio en el que los dueños obtenían ganancias aproximadas a los 100 mil pesos mensuales, comida gratis, pero además saciaban sus instintos violentos disfrutando al torturar a los adictos, comentaron las víctimas.

Y es que por semana les cobraban 700 pesos, es decir, 3 mil pesos al mes, por 34 internos, a los cuales alimentaban a base de frijoles y sopa; mientras que la carne que le pedían a sus familias era parte de la ganancia que se llevaban a su casa.

Pero ese dinero seguramente no se tocaba, pues para costear los gastos de operatividad de la casa se utilizaba la coartada de una tienda en la que vendían antojitos como refrescos y botana a los internos, así los familiares les dejaban entre 200 y 700 pesos extra por semana a cuenta de cada uno de los internos. Pero esa tienda nunca se abría y el dinero no se devolvía.

“Recolectaban el dinero y por castigo nos decían que no habría tienda. En el mes que estuve a mí se me juntaron 800 pesos, de los 200 que me dejaban por semana nunca compré porque nunca hubo tienda”, comentó uno de los rescatados.

Dormían amontonados

Dormían 12 en cada cuarto, tirados en el suelo, y vigilados con cámaras de seguridad para que no platicaran entre ellos. 

Los dueños que se hacían llamar grupo Delta les ponían concursos para golpearlos, si no hacían algo bien, si erraban al hacer un ejercicio, los golpeaban. 

“Si el Delta te decía qué hacer y tú le decías que no podías te decía: lo vas a hacer o quieres tablazos. Lo disfrutaban porque a veces cuando comías y los volteabas a ver se levantaban y decían ‘¿qué me ves?’ y te daban tablazos allí sentados”, dijo José, quien agradece a Dios estar de nuevo en casa.
 

Quebraron su espíritu

Los internos que fueron rescatados tras la muerte de Misael presentaban glúteos y brazos llenos de golpes, algunos salieron con las costillas rotas, pero además su espíritu estaba quebrantado, pues los tenían aterrorizados, ya que incluso con armas de fuego los amenazaban.

 “Incluso tenían en el cuarto de ellos muchas balas, porque lo dejaron abierto cuando se fueron, tenían jeringas allí, a lo mejor se drogaban, tenían muchas balas allí tiradas y nos amenazaban con las armas”.
 

Con información de: Carlos Rodríguez  y  Daniel Revilla 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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