
Se probó la bravura de 19 vacas, se aprobaron 11 de ellas.
Por FRANCISCO VARGAS M.
Aguascalientes.- Dos días de intensa actividad, fueron los que se vivieron en la ganadería de D´Guadiana, propiedad del empresario y senador coahuilense Armando Guadiana Tijerina, quien examinó 19 vacas de su dehesa, divisa color verde, blanco y rosa: que se ubica en el rancho âLa Cardonaâ, enclavado en el municipio zacatecano de Mazapil.
Esta ardua e interesante labor de campo, corrió a cargo de los matadores de toros, el aguascalentense Arturo Saldívar y local Luis Ignacio Escobedo; participando también los novilleros Diego Garmendia, Carlos Luévano y Juan Francisco âPapoâ, así como el aspirante a novillero Luis Garza.
Como lo apuntamos, fue un total de 19 vacas las que probó su bravura el ganadero Armando Guadiana Tijerina, en esta tienta en la cual cuidó todos los detalles de la misma, su administrador Héctor Saucedo, siendo aprobadas 11 de ellas, destacando la 154-V, 150-V, 157-V, 25-0, 96-U, 100-0; y sobre todo la 169-V y 95-U, que tuvieron alta calificación.
La bravura, clase, recorrido, fijeza, transmisión, duración, movilidad de las probadas, permitió a Arturo Salvídar expresar su toreo de arte, enorme profundidad y gran temple, el buen trazo de Luis Ignacio Escobedo; y gustarse también los jóvenes novilleros antes mencionados, quienes tuvieron la oportunidad de afinar aspectos técnicos y seguir abrevando conocimientos de los matadores actuantes, como también del torero Israel Téllez, quien no pudo tomar parte, por indicaciones médicas, debido al accidente que sufrió hace días al caer de manera aparatosa de su bicicleta ocasionándose fuertes golpes en su cuerpo, de los cuales se recupera de manera favorable.
Como siempre y por esa enorme afición que tiene Armando Guadiana hijo, pidió capote y muleta para también disfrutar del toreo y de las francas embestidas que le ofreció su vaca.
Cabe mencionar la estupenda actuación que tuvo el experimentado picador Mauro Prado, quien en cada una de las vacas estuvo efectivo y certero, dando los puyazos exactos que requería cada una de las vacas.
Sin duda, dos días inolvidables para todos los que disfrutamos de esta agradable labor, como de la tranquilidad y belleza del campo bravo. ¡Enhorabuena! al ganadero y a todos los participantes.