
Mientras acampan en CDMX para retomar su viaje a USA, madres de la caravana migrante recuerdan el difícil trayecto tras huir de sus países.
Por: EFE Ciudad de México.- Nancy es una de las madres de la caravana migrante que hoy acampa en la Ciudad de México, con un rostro tedioso agravado por las quemaduras del sol bajo sus ojos, observa a su hija jugar con otros nií±os del campamento y recuerda el duro viaje que emprendió hacia Estados Unidos. âEstoy buscando un mejor futuro para mi bebé porque va a crecer y con esas condiciones con las que estábamos allá, no se puedeâ, explica la migrante de 23 aí±os que salió de su natal Honduras, donde malvivía con los escasos ingresos de su esposo en una finca bancaria. Los tres intentaron emprender el viaje en solitario hacia Estados Unidos, pero la nií±a sufrió una âinfección estomacalâ y los âagarróâ Migración en el sur de México. Tras ello, decidieron integrarse a la caravana y viajar en grupo. âHa sido muy duro, la he pasado mal casi todo el camino, hasta me llegaron a internar (en un hospital)â, dijo Nancy, quien bajó âuna exageración de pesoâ y sufrió alergias y âquemaduras rarasâ que todavía no se le han quitado. Está tan delgada que incluso bromea con que no hay ropa en el campamento que le quede bien. La caravana de migrantes centroamericanos y haitianos partió el 23 de octubre desde la ciudad de Tapachula en el estado de Chiapas, frontera con Guatemala, y llegó hace una semana a la capital mexicana tras recorrer más de 1.100 kilómetros. La Policía intentó frenar su entrada a la ciudad, pero tras algunos enfrentamientos, los migrantes fueron ubicados en un campamento improvisado de carpas y colchones en el norte de la capital. Son cerca de 500 personas, 100 de ellos menores, que reciben alimentos, atención médica y apoyo de personal de Derechos Humanos. â¡Sin hacer trampas!â, exclama un dicharachero trabajador de la Alcaldía que organiza juegos para que se entretengan los nií±os. Tienen que saltar entre los recuadros de una escalera de cuerdas extendida en el suelo. Algunos con más éxito que otros, pero todos bien sonrientes. âNunca había visto a los nií±os asíâ, comenta Heidy mientras observa la escena. Con solo 11 meses, su hija Danae todavía no tiene edad para jugar y mama del pecho de su madre, a quien otra compaí±era de la caravana, también llamada Heidy, le plancha el pelo en una suerte de salón de belleza improvisado al aire libre.

Con información de El Debate.