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Fiesta, desorden, show… y tragedia

De todas partes del país llegaron para formar parte de la celebración.

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De todas partes del paí­s llegaron para formar parte de la celebración.

Por: Paola A. Praga 

Saltillo, Coahuila.- Cuando la banda empezó a tocar, el asado con arroz ya estaba servido en la mayor parte de las mesas. Aunque la mayorí­a de los invitados son desconocidos para la quinceaí±era, la fiesta más grande de México se logró, el sueí±o de Rubí­ se cumplió. La celebración invadió a La Joya. En unas semanas pasó de ser un pueblo pací­fico golpeado por la migración, a un punto de reunión para cerca de 10 mil personas, 100 veces más que la cantidad de sus habitantes. La fiesta de todos logró reunir a cientos de personas de varios estados. Del sur, del norte, del centro, muchos tomaron las carreteras la maí±ana del 26 de diciembre, otros desde el 25. Autos compactos, camionetas de doble cabina, pick up y caballos se trasladaron a Villa de Guadalupe. Un módulo recibe al llegar a la entrada del poblado, “Información XV de Rubí­â€ dice una manta colgada a un costado, donde las personas llegan y se toman fotos sonriendo. “Sí­gale derecho y va a agarrar para llegar a La Joya, ahí­ se va a ver todo lo de la fiesta, no tiene pierde”, dice uno de los policí­as municipales que forman parte del cerco de seguridad. Y es cierto, siguiendo el camino se llega al poblado en donde los vehí­culos estacionados forman filas kilométricas para llegar al lugar de la recepción. Algunos vestidos de gala, traje formal, vestidos con lentejuela y chaquira. Otros más, que son la mayorí­a llevan jeans, botas y camisas a cuadros. “El festejo es de rancho”, comentan algunos mientras caminan apurados para entrar al terreno. Todo está dispuesto, se llegó el dí­a y las mesas montadas están decoradas con centros de mesa con flores blancas, que los primeros asistentes ya retiraron, con el pretexto de guardarlas como recuerdo. La música no para de sonar. Rubí­ llegó con sus padres para ocupar la mesa central. La euforia de los invitados desborda en aplausos, los medios de comunicación se amontonan para tomar fotos. Habí­a un tumulto a un costado de la mesa del pastel porque estaban fotografiando a la familia Garcí­a Ibarra. No fue fácil para Rubí­ estar sonriendo todo el tiempo a quienes le pedí­an una selfie o un saludo. Cuando llegó el turno de que la Banda Real de Monterrey comenzara su actuación el cielo se había nublado un poco y permitió recobrar energí­a a los visitantes, que llevaban más de una hora quejándose del calor. Tan pronto los meseros empezaron a repartir rebanadas de pastel, la banda se despidió y dio paso a un grupo local que amenizó con cumbias por unos minutos. La familia, que permanece al centro del evento, se incomoda por la insistencia de las cámaras y minutos después piden se alejen de la mesa. “Rubí­ está cansada y no ha comido, por favor den espacio”, dijo una de las familiares a la veintena de fotógrafos, camarógrafos y reporteros apoquinados frente a ellos. Sentada, al centro, la quinceaí±era platica con su madre. Su cabello color negro, largo, contrasta con el vestido rojo, ampón. A la mesa no llega la calma, la familia no logra cinco minutos sin que la gente se acerque a saludar o les brinde un abrazo. A ratos Rubí­ luce contenta, pero abrumada, son demasiadas las personas que piden que se tome una foto con ellos. Algunos son familiares, otros son desconocidos, pero con buenos deseos. Entre los invitados hay nií±os, adultos, ancianos. Los asistentes son de todas las edades y clases sociales. Lo mismo de Nuevo León que de Durango, Quintana Roo y la Ciudad de México. Y todos coinciden en algo: pasarla bien. No hay seí±al de internet, pero muchos quieren subir fotos a Facebook, compartir que forman parte de la fiesta más esperada de México. Ante la demanda, un punto de venta de tarjetas con datos se colocó en el lugar del evento: 100 pesos por una hora de internet. Las filas para comprar el servicio son largas. “Estamos pidiéndole a la gente que tenga paciencia porque hay una red muy saturada”, dice una de las empleadas. Son las tres de la tarde, y mientras una camioneta blanca traslada a la quinceaí±era y sus padres a una reunión privada con autoridades estatales, los automóviles siguen ingresando a La Joya. Las filas abarcan más de 10 kilómetros, algunos se han detenido, no hay flujo vial ni forma de avanzar a la comunidad. COAHUILA PRESENTE Martha Alicia Guerrero y Cornelio Martí­nez están sentados en la mesa con mantel rojo. Hay cervezas y platos desechables llenos de asado, mole verde, sopa de arroz y frijoles. La banda suena entonando un huapango. Junto con sus hijas Lizbeth, Itzel y Guadalupe decidieron viajar a San Luis Potosí­, querí­an conocer La Joya y lo lograron. “Dijimos, vamos a ver a Rubí­, a felicitarla, a pasarla bien en sus quinceavos”, explica Cornelio. Mientras detalla el motivo que lo trajo a la fiesta, una pareja baila con ritmo, la gente aplaude y entre risas se suman al jolgorio. “Esta fue la mejor ocasión para venir a conocer para acá, lo estamos disfrutando bastante, aquí­ estoy muy a gusto con mis tres hijas y una nieta”, cuenta Martha Alicia. Llegaron cerca de las 12 del mediodí­a y regresarán a Ramos Arizpe el martes por la tarde. “Ya saludamos a la familia, a Rubí­ y a sus padres, los saludamos, les dijimos que gracias, dijeron que al contrario, que ellos dicen que están agradecidos”. La fiesta continúa. Natanael Sánchez también viajó de Coahuila a San Luis Potosí­ con un grupo de 12 personas. Salió de Monclova antes de las 9 de la maí±ana. “Yo tengo una cuenta que comparte contenidos en internet y aceptamos la invitación que se hizo viral. “No he podido conocer a Rubí­, pero sí­ me gustarí­a saludarla”. En el mismo grupo está Joel Santos, un blogger que lleva más de dos aí±os dedicado a la administración de redes sociales. “Tengo un canal de YouTube y me agradó el evento, y pues aquí­ estamos”, explica, después de haber viajado cerca de seis horas para llegar a La Joya. “La gente no la conoce, no son parientes y me impresiona mucho porque yo trabajo en redes sociales y como tuvo ese impacto tan repentino, Rubí­ es una muchacha normal y tuvo mucho alcance. “Me gustarí­a un dí­a tener ese tipo de impacto en internet para que me hagan una fiesta”, dice Joel. DE QUINTANA ROO A LA JOYA Noelia Rodrí­guez y Alejandro Gaona, son originarios de Tamaulipas, pero radicados en Chetumal desde hace 30 aí±os. El viaje a La Joya duró tres dí­as. A un lado de la mesa, donde se sentaron, colocaron un cartel: “Felicidades Rubí­, Quintana Roo presente”. Noelia, profesora jubilada explica: “Empezamos a ver en las redes sociales, decidimos venir, prepararnos con tiempo, independientemente de lo que sea, sabemos que vamos a un estado que realmente no conocemos a fondo, y queremos apoyar a los jóvenes en eventos de este tipo si ayuda para que perduren eventos que son parte de nuestras tradiciones mexicanas. “Venimos disfrutando cada pueblo, somos nosotros maestros jubilados y ahora tenemos tiempo de participar en este evento”, dice Alejandro. EL RANCHO La Joya no es un pueblo esplendoroso, apenas llega a 150 habitantes. La mayorí­a de ellos han migrado a otros estados de México y a Estados Unidos para conseguir empleo. “Aquí­ está muy sencillo, pero sí­ hay gente muy buena aquí­â€, comenta Juana, una de las seí±oras que vive en el ejido y que asistió a la fiesta. “Aquí­ cuando hay quinceaí±era se hace ‘la chiva’ y se arma bien buena la fiesta”. A más de 40 aí±os viviendo en el poblado le sorprende tanta gente, negocios de la región y marcas que aprovecharon el evento para promocionar sus productos. “Ahora que pasó la Navidad sí­ habí­a gente, vinieron unos sobrinos y mi hijo que viven en Estados Unidos, se termina esto y otra vez el pueblo se queda solo”. Desorden en misa En medio de empujones, desorden y porras de quienes viajaron cientos de kilómetros para estar en su fiesta, Rubí­ inició la celebración de sus 15 aí±os. “Es un desorden”, dijo el padre Felipe, quien recibió a la quinceaí±era en el estanque de la comunidad La Joya para dar paso a la celebración religiosa al aire libre. Cientos de personas llegaron hasta este punto motivadas por el deseo de conocer a la popular chica de San Luis Potosí­, que adquirió fama luego de que la invitación para su fiesta se hiciera viral. “La nií±a está asustada ya”, decí­a una de las organizadoras, quien le pedí­a al padre pedir orden al público y a los representantes de los medios de comunicación que como una avalancha se dejaron ir sobre la festejada para tener la mejor toma. “Quiero invitarlos a todos a que nos comportemos. Es un momento espiritual que para nosotros los católicos es muy grande”, dijo. El descontrol se dio desde que la quinceaí±era salió de su domicilio, pues se impedí­a el acceso a las cámaras al interior de la vivienda, ya que alegaban que el programa Hoy tení­a la exclusiva. La misa inició a las 11:12 horas con minutos de retraso debido al descontrol inicial. Don Crescencio Ibarra, y su esposa, Ana Elda Garcí­a, atendieron atentos los consejos del padre, quien les pidió seguir siendo humildes y no perder sus raí­ces. Al término de la misa, unos 2 mil invitados disfrutaron de un banquete que consistió en mole, frijoles refritos, arroz, refrescos, mucha cerveza y botellas tequila La Joya. Una quinceaí±era triste y ausente El tan deseado dí­a para la joven Rubí­ Ibarra llegó y a poco más de cinco horas que de iniciados los festejos en su honor, al parecer la única persona que no está disfrutó plenamente de la multitudinaria fiesta fue la misma quinceaí±era, quien en todo este tiempo no sonrió. Las imágenes en video de la quinceaí±era, así­ como fotografí­as que circulan en redes sociales, donde la joven potosina luce muy bien maquillada y con su enorme vestido rojo, muestran a una nií±a preocupada, ausente y espantada por todo lo que está pasando en su entorno. De acuerdo con testigos llegados de lugares como Oaxaca, Querétaro, Monterrey, Chiapas y varias ciudades de los Estados Unidos, coincidieron en seí±alar que no han visto sonreí­r a Rubí­, primero por el caos al terminar la ceremonia religiosa y luego por estar rodeada de tanta seguridad que le impidió a ella poder abrazar a su familia y amigos más cercanos. Noche de baile El baile de los quinceaí±os de Rubí­ Ibarra, que se realizó en un predio de la comunidad de Laguna Seca, fue abierto por la Banda Jerez ante la presencia de aproximadamente 5 mil personas. Al ritmo de la música de banda, los invitados a la celebración de la quinceaí±era más famosa de México sacaron sus mejores pasos de baile para comenzar a calentar el cuerpo durante lo que serí­a una larga noche. Al finalizar la presentación de la Banda Jerez, Rubí­ recibió un automóvil nuevo por parte del Alcalde de San Blas, Nayarit. Posteriormente se realizó el vals tradicional, por lo que integrantes de la familia de la joven se dirigieron a uno de los tres escenarios instalados para dar inicio a este momento. La celebración continuó con la presentación de la banda Los Cachorros de Juan Villarreal ante un público que en ningún momento dejó de bailar y aplaudir a la quinceaí±era. La celebración se planeaba extender hasta las 4:00 horas de este martes, por lo que continuó el desfile de bandas.

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