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Conmueve a Saltillo muerte de Josesito

Al verlo en el suelo se me fue la vida, dice la madre.

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Al verlo en el suelo se me fue la vida, dice la madre.

Por Redacción

Saltillo, Coah.- La vida para la humilde familia González no volverá a ser la misma. En un trágico giro del destino, el único hijo varón, Josesito, de solo 11 aí±os, falleció al caer de una barda y recibir el impacto fatal de un block en la cabeza.

La conmoción que primero alcanzó al seno familiar rápidamente se extendió por toda la calle, y luego toda la colonia Asturias, en horas tocó a la ciudad entera.

El nií±o cursaba el sexto de primaria y sus padres ya planeaban a qué secundarí­a irí­a su hijo que deja una hermana de 15 y dos más pequeí±as, de 6 y 2 aí±os.

“Se me fue completa mi vida”, alcanza a decir Rosy González, la madre de Josesito, mientras platica con lágrimas en los ojos, cómo su hija mayor fue la primera en recibir la noticia de su hermano, quien murió al resbalar de una barda y que un block le cayera encima.

Como la muerte fue repentina y la economí­a de la familia escasa, pidieron prestado un servicio funerario a una tí­a, sin embargo, para poder acceder al terreno en el panteón, todaví­a habí­a que pagar 12 mil pesos de lo que se debí­a de mantenimiento más la excavación.

“Las vecinas y personas que conocí­an a m’ijo hicieron boteo en la colonia, pero todaví­a nos falta”, dice con pesar la madre de familia, quien espera recibir el apoyo de la ciudadaní­a para solventar ese gasto y poder dar a su hijo sepultura hoy por la tarde.

Estremece a Saltillo tragedia de Josesito

Todas las tardes José Ibarra llegaba de la escuela, dejaba la mochila, iba a los mandados que le encargaba su abuelo, comí­a y luego se poní­a a hacer la tarea. Después se salí­a a jugar a la calle, donde era común que le hiciera mandados a los vecinos.

Iba en sexto aí±o, sus papás ya planeaban la graduación de la primaria, y comenzaban a buscar secundaria para el único varón de una familia donde era el segundo hijo, después de una jovencita de 15 aí±os. í‰l tení­a otras dos hermanas de 6 y 2 aí±os.

El miércoles su mamá lo despidió con un beso por la maí±ana, antes de irse a trabajar, y le encargó a su abuelo y sus hermanas. Por la tarde, ella recibió una llamada. Era una vecina quien le aviso que le habí­a pasado algo a Josesito, sin decirle la gravedad del problema. Pidió permiso en su trabajo. Regresó lo más rápido que pudo. Y al llegar, vio tendido en el suelo a su hijo. El corazón se le hizo pedazos.

Rosy González, la madre de Josesito, lo recuerda como un nií±o muy servicial, atento, alegre, trabajador, juguetón, le gustaba platicar con la gente, se hací­a querer fácilmente por su carácter afable y conciliador. Lo mismo tení­a amigos de su edad, que más grandes e incluso vecinas que lo querí­an como a un hijo.

“Si sabí­as que yo lo habí­a adoptado como hijo mí­o”, le dijo una vecina a Rosy, cuando llegó a darle el pésame a su casa de la calle Tineo, en la colonia Asturias. Porque a José todos lo querí­an. En cualquier casa lo apreciaban.

Sus amigos cuentan de él que no era chiflado, ni violento, tampoco grosero. Más bien lo recuerdan por lo servicial y por estar siempre atento a los demás. Por eso les duele que ya no lo verán correr detrás del balón o en su bicicleta, jugando con la palomilla del vecindario.

Ahora, la casa color naranja y la calle Tineo, donde todas las tardes jugaba, no volverán a ser iguales. La sombra de la tristeza se apoderó del barrio. Y quedará en la memoria de todos al pasar por la banqueta donde perdió la vida, hoy llena de veladoras y una cruz en su honor.

Colecta para funeral

Como la muerte fue repentina y la economí­a de la familia escasa, pidieron prestado un servicio funerario a una tí­a, sin embargo, para poder acceder al terreno en el Panteón, todaví­a habí­a que pagar 12 mil pesos de lo que se debí­a de mantenimiento más la excavación.

“Las vecinas y personas que conocí­an a m’ijo hicieron boteo en la colonia, pero todaví­a nos falta”, dice con pesar la madre de familia, quien espera recibir el apoyo de la ciudadaní­a para solventar ese gasto y poder dar a su hijo sepultura, hoy por la tarde.

Por esta razón es que los vecinos de Josesito pidieron el apoyo a los saltillenses de buen corazón para reunir el dinero faltante y cubrir el funeral del menor.

“Queremos hacer una solicitud a la comunidad saltillense, para apoyar a la familia de José, necesitan de nuestro apoyo para pagar el funeral”, seí±alaron los vecinos que se mantienen solidarios con la familia que intenta recuperarse de la tragedia.

íreas para nií±os

La muerte de Josesito no es fortuita. Tarde o temprano iba a pasar una tragedia como esa, así­ lo expresan los vecinos de esa parte de la colonia Asturias, al comentar que los nií±os juegan en la calle, ante el peligro que representa, porque no hay donde más vayan a practicar deporte.

Rosy González, la madre del pequeí±o fallecido, está de acuerdo con ello. Dice que a José le gustaba mucho el futbol, pero no tení­a canchas ni espacios públicos cercanos a su casa donde practicarlo.

“Aquí­ no hay dónde los nií±os puedan ir a jugar, más que en la calle, exponiéndose”, seí±ala la mujer, quien piensa que construyendo lugares donde estén seguros los nií±os, no habrí­an pasado desgracias como la muerte de José.

El problema es que el área verde más cercana esta a tres cuadras y es un parquesito detrás del centro comunitario, y un solar pequeí±o junto a la iglesia de la colonia, pero si en verdad los nií±os quieren jugar en una cancha, tienen que caminar 10 cuadras, a los terrenos junto a la primaria.

Existe otro espacio grande donde pueden jugar, pero queda a 15 o 16 cuadras de la casa de la familia de Josesito, del otro lado de la colonia. Es un solar grande con algunos árboles y magueyes alrededor, con un kiosco en una orilla.

Vecinos de la calle Tineo, piden a las autoridades habilitar canchas en un terreno baldí­o a media cuadra de donde murió José, donde los nií±os de la colonia Asturias puedan ir a practicar deportes.

Dan último adiós

La tarde del miércoles Josesito se despidió de algunos de sus compaí±eros sin saber que no volverí­an a compartir las aulas, el recreo y las risas. Sus amigos, familiares, docentes y conocidos lo despidieron ayer en las capillas funerarias del Sagrado Corazón.

Afuera de las capillas, pequeí±os ataviados en su uniforme azul desfilaban a su llegada, todos con una rosa blanca en la mano, todos para darle el último adiós a su amigo. La alegrí­a y el escándalo se quedaron en la escuela. Ahí­, en el cruce entre Presidente Cardenas y Xicoténcatl el silencio imperó.

De pronto una risa, jugueteo entre los jovencitos, pero nada iluminó la oscuridad del momento, ese momento de despedir a Josesito, al amigo que no volverán a ver.

Caí­da la luz del sol arribó la carroza que transportaba el cuerpo del pequeí±o de 11 aí±os para ser ingresado entre una valla formada por sus amigos y algunos adultos que a su paso gritaron al uní­sono “Te queremos José Luis, te queremos”.

El dolor de su partida se desborda en lágrimas y es inocultable en la familia, sus hermanas y su madre, que abrazan y se aferran a la imagen del infante.

Su lugar en el salón estará vací­o, pero entre sus compaí±eros siempre estará el recuerdo, la alegrí­a y el entusiasmo del pequeí±o Josesito.

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