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Encuentran sacrificios aztecas que podrían llevar a la tumba de un emperador

En la ofrenda, localizada en el Templo Mayor, se ubicaron restos de un niño caracterizado como Huitzilopochtli, además de cuchillos de madreperla y piedras preciosas.

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En la ofrenda, localizada en el Templo Mayor, se ubicaron restos de un nií±o caracterizado como Huitzilopochtli, además de cuchillos de madreperla y piedras preciosas.

Por: El Milenio  

Un tesoro de sacrificios aztecas, incluido un jaguar ricamente adornado y vestido como un guerrero, fue recientemente descubierto en el centro de la Ciudad de México y podrí­a llevar a los arqueólogos al hallazgo más tentador hasta el momento: la tumba de un emperador azteca.

Descubiertos en los escalones del templo más sagrado de los aztecas durante el reinado del gobernante con mayor poder del imperio, las ofrendas de sacrificio también tienen un nií±o pequeí±o, vestido para parecerse al dios de la guerra y la deidad solar azteca.

Incluyen además un juego de cuchillos de madreperla y piedras preciosas. Las ofrendas fueron depositadas por los sacerdotes aztecas hace más de cinco siglos en una plataforma circular y ritual, una vez ubicada frente al templo, donde los primeros relatos históricos describen el lugar de descanso final de los reyes aztecas.

Ninguno de estos detalles han sido reportados anteriormente y tal descubrimiento marcarí­a la primera vez, ya que no se encontró ningún entierro azteca a pesar de décadas de excavaciones.

"Nunca hemos hallado eso y tenemos ahora la enorme expectativa, dijo el arqueólogo principal, Leonardo López Lujan. "Suponemos conforme vayamos profundizando vamos a seguir encontrando objetos muy ricos".

La ofrenda de jaguar, que se encuentra en una gran caja rectangular de piedra que habrí­a sido el centro de la plataforma circular, despertó una emoción particular.

Sólo se excavó una décima parte del contenido de la caja, pero ya se encontró una gran variedad de artefactos cerca de la parte superior.

Entre los contenidos hay un lanza y un disco de madera tallada colocados en la espalda del felino, que era el emblema de la deidad patrona azteca Huitzilopochtli, el dios de la guerra y del sol.

Se identificó una capa de ofrendas acuáticas colocadas en la parte superior del jaguar orientado hacia el oeste, que incluye una gran cantidad de conchas, estrellas de mar de color rojo brillante y coral.

Estos probablemente representan el inframundo acuático por el que los aztecas creí­an que el Sol viajaba por la noche antes de salir a la superficie al este para comenzar un nuevo dí­a.

También se encontró un ibis espatulado, un ave rosa de la familia de los flamencos, en la ofrenda. Se asoció con guerreros y gobernantes, y se pensó que representaba a sus espí­ritus en su descenso al inframundo.

"Lo podremos ver una vez que podamos retirar una enorme cama de corales que está tapándonos visualmente lo que esta abajo del depósito", dijo el arqueólogo Miguel Báez, parte del equipo que excavó las ofrendas en la base del templo.

El templo es conocido hoy como el Templo Mayor y ubicado justo al lado de la bulliciosa plaza Zócalo de Ciudad de México.

El Templo Mayor habrí­a sido tan alto como una pirámide de 15 pisos antes de ser arrasado junto con el resto de la capital azteca de Tenochtitlan después de la conquista espaí±ola de México en 1521.

Ampliado por cada rey azteca, se creí­a que el santuario estaba en el centro del universo y estaba coronado por dos templos más pequeí±os, uno en el lado norte dedicado al dios de la lluvia Tlaloc y uno en el sur a Huitzilopochtil.

Las últimas ofertas se alinean con el templo del sur. Sociedad guerrera  Varias décadas después de la conquista, los cronistas detallaron los ritos funerarios de tres reyes aztecas, todos hermanos que gobernaron desde 1469 hasta 1502.

Según estos relatos, los restos cremados de los gobernantes se depositaron con ofrendas lujosas y los corazones de esclavos sacrificados en o cerca de la plataforma circular.

En 2006, un monolito masivo de la diosa azteca de la tierra fue descubierto cerca con una inscripción correspondiente al aí±o 1502, cuando murió el gobernante más grande del imperio y el último de los hermanos, Ahuitzotl.

Elizabeth Boone, una especialista en las culturas antiguas de México en la Universidad de Tulane, en Estados Unidos, seí±ala que la muerte de Ahuitzotl se habrí­a marcado con una memorización lujosa y que el jaguar puede representar al rey como un guerrero intrépido. "Podrí­as tener a Ahuitzotl en esa caja", dijo Boone.

También se identificó una caja de piedra más pequeí±a junto a la ofrenda de jaguar que contiene una capa superior de barras de copal, utilizada por los sacerdotes aztecas para el incienso, aunque también se excavó parcialmente, ya que ambas se abrieron a principios de este aí±o. Junto con él, se encontró otra caja de piedra que contiene 21 cuchillos de pedernal decorados para parecerse a guerreros, incluido el mismo disco del dios de la guerra pero hecho de nácar, así­ como un lanza dardos y un escudo, ambos de madera y de miniatura. Finalmente, una ofrenda circular adyacente contiene un nií±o sacrificado de aproximadamente nueve aí±os de edad que se encuentra con un disco de madera del dios de la guerra, un collar de cuentas de jade y alas hechas de huesos de gavilán y adheridas a sus hombros. Al igual que el jaguar, es probable que al nií±o le arrancaran el corazón como parte de un sacrificio ritual, aunque será necesario realizar más pruebas para confirmar la teorí­a. Las ofrendas también hablan del alcance geográfico de los aztecas, una sociedad guerrera como la antigua Esparta que conquistó reinos vecinos para adquirir tributo. La estrella de mar vino del Océano Pací­fico, por ejemplo, mientras que el jade fue traí­do desde América Central cerca de la actual Honduras. "Las ofrendas brindan una ventana no sólo al mundo sagrado (aztecas), sino también a sus vidas económicas", dijo Frances Berdan, catedrática azteca en la Universidad Estatal de California en San Bernardino. Se espera que el meticuloso análisis de las últimas ofertas continúe durante al menos varios meses más, aunque las dificultades prácticas pesan sobre los arqueólogos. El nuevo gobierno de México recortó el presupuesto del proyecto en un 20 por ciento este aí±o, según varios arqueólogos que trabajan en la excavación, y casi todos los miembros del equipo de 25 personas no han recibido pagos desde diciembre.
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