
Hicimos una pequeí±a selección de los poemas que hemos publicado en las páginas de Laberinto.
Por: El MilenioÂ
El Día Mundial de la Poesía se celebra el 21 de marzo de cada aí±o desde 1999 para celebrar una de las formas más valiosas de la expresión lingí¼ística, cultural y de la identidad.
La poesía, practicada a lo largo de la historia en cada cultura y cada continente, habla a nuestra humanidad común y a nuestros valores compartidos al transformar las simples palabras de los poemas en poderosos catalizadores para el diálogo y la paz.
En Laberinto cada semana publicamos un poema distinto; aquí reunimos algunos de nuestros favoritos:
Nepantla es un instanteâ¦, de Elsa Cross
Nepantla es un instante
donde ronda la muerte
Crece
hacia un tacto silencioso
hacia el centro del sueí±o
Aguarda
y se disipa
 o se aglomera en espacios huidizos Nepantla entre la luz y el párpado entre el blanco y la flecha entre el pez volador y la gaviota Nepantla entre los días y su cuentaâ Ah sombra de la memoria danzando en las alfombras verdes del estío El mar de abajo, de Jorge Bustamante García No sé qué podría escribir en esta tarde extensa como el mar de abajo. El avión se balancea un poco, regurgita vacíos de instantes imposibles, parece detenerse sobre un montículo de aire que solo aspira al rocío raro de la noche. Yo miro por la ventana de mí mismo, vislumbro otros vuelos, otros aí±os, otros días, unos rostros sonrientes y tristes que se agolpan en otras despedidas. Contemplo cómo se desmoronan las imágenes de tantas cosas que se quedaron quietas danzando casi en el sonido lluvioso cual fantasmas aterrados. Y ahora salgo de esa ventana de mí y solo veo otra vez el avión que regurgita y esta tarde extensa como el mar de abajo El mar de abajo, de Jorge Bustamante García No sé qué podría escribir en esta tarde extensa como el mar de abajo. El avión se balancea un poco, regurgita vacíos de instantes imposibles, parece detenerse sobre un montículo de aire que solo aspira al rocío raro de la noche. Yo miro por la ventana de mí mismo, vislumbro otros vuelos, otros aí±os, otros días, unos rostros sonrientes y tristes que se agolpan en otras despedidas. Contemplo cómo se desmoronan las imágenes de tantas cosas que se quedaron quietas danzando casi en el sonido lluvioso cual fantasmas aterrados. Y ahora salgo de esa ventana de mí y solo veo otra vez el avión que regurgita y esta tarde extensa como el mar de abajo