Este roedor ha resultado una joya científica por su extrema longevidad
Por: Agencias
Ciudad de México.- La rata topo desnuda (Heterocephalus glaber) es una roedor singular. No tiene pelo porque vive en túneles subterráneos que excava en las sabanas del este de ífrica (Etiopía, Somalia y Kenia). Su ambiente es de oscuridad y tiene poca concentración de oxígeno.
Este roedor ha resultado una joya científica por su extrema longevidad, pues vive 10 veces más que un ratón y ni siquiera desarrolla cáncer. Pero además un nuevo estudio publicado en la revista Cell desentraí±a el secreto de por qué este animal es insensible al dolor.
Estudios anteriores ya habían descubierto que estos animales no se inmutan ante quemaduras por ácido que harían estremecer de dolor a muchos otros mamíferos. La explicación suponía que parece ser una adaptación a los túneles en los que habitan que son extremadamente ácidos por la concentración de dióxido de carbono.
Esta nueva investigación descubrió que existe una pequeí±a variación genética de este roedor que lo diferencia de los ratones y otros mamíferos. El secreto está en un receptor conocido como TrkA. Ante una quemadura o un proceso inflamatorio se segrega una proteína conocida como factor de crecimiento nervioso que encaja en el TrkA.
Los investigadores compararon la secuencia del gen TrkA de la rata con el de otros 26 mamíferos y se dieron cuenta de que hay una diferencia de hasta tres unidades básicas de ADN entre unos y otros. Esa pequeí±a diferencia es la responsable de que el circuito sensorial ante dolores no esté tan activo en este roedor.
Según los expertos, mientras no sentir dolor es una grave amenaza para la supervivencia de los humanos, se cree que para estas pequeí±as ratas es una ventaja. Como lo seí±aló Gary Lewin, investigador del Centro de Medicina Molecular Max-Delbruck en Alemania y coautor del estudio, âviven en el subsuelo de regiones desérticas, y hacen un gran esfuerzo para conseguir alimento. Tienen el metabolismo más lento que cualquier otro mamífero (â¦) como si la propia evolución hubiese apagado todo lo que no sea absolutamente necesario, incluidos los receptores nerviososâ, concluyó.