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Los héroes del rescate en la cueva de Tailandia

El final feliz fue posible gracias al gran trabajo de los rescatistas, que se coordinaron para que nada fallara.

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El final feliz fue posible gracias al gran trabajo de los rescatistas, que se coordinaron para que nada fallara.

Por: Agencias

Tailandia.- Los equipos de rescate internacionales y del cuerpo de élite de la Marina tailandesa concluyeron ayer con éxito lo que una semana antes parecí­a una misión imposible. En tres dí­as han logrado evacuar a los doce nií±os y a su entrenador de fútbol de la laberí­ntica e inundada cueva de Tham Luang, en el norte de Tailandia, tras quedar atrapados en su interior el 23 de junio, debido a una súbita inundación provocada por las lluvias torrenciales.

Tailandia ya tiene quiere claro cuáles son los grandes héroes nacionales tras unos dí­as en los que esta cueva ha sido el centro del mundo: los buceadores Richard Stanton y John Volanthen, el médico australiano Richard Harris, el entrenador Ekapol Chanthawong y el jefe de la operación Narongsak Osatanakorn.

Los buceadores

Rick Stanton y John Volanthen se han convertido sin quererlo en los grandes protagonistas del rescate. Ellos fueron los dos buceadores que localizaron a los doce nií±os y a su entrenador asistente de fútbol en el interior de la cueva, acurrucados en un montí­culo de tierra y rodeados de agua, tras nueve dí­as de infructuosa búsqueda.

Stanton, de 57 aí±os y natural de Coventry, y Volanthen, de 47 y de Brighton, llevan cerca de quince aí±os buceando juntos y colaborando en operaciones de rescate complicadas. Uno trabajaba de bombero hasta que se jubiló, y el otro es un ingeniero especializado en tecnologí­a de la información, pero lo que les apasiona a los dos es la espeleologí­a y el buceo. Unos deportes en los que se iniciaron de adolescentes y cuya pasión les ha llevado a convertirse en especialistas en operaciones de rescate complejas.

Unas misiones a las que no dudan en acudir cuando se les reclama o consideran que sus servicios pueden ser útiles, como ha sido el caso de los doce nií±os tailandeses y su segundo entrenador. En esta ocasión, la historia ha tenido un final feliz, pero no siempre es así­. En el 2010, por ejemplo, tras diez intensos dí­as de trabajo no pudieron recuperar con vida a un espeleólogo que quedó incomunicado en una cueva de la provincia francesa de Ardí¨che tras un corrimiento de tierras.

El anestesista australiano que dio luz verde a la evacuación

Responde al nombre de Richard Harris, tiene 53 aí±os y es anestesista de profesión en la localidad australiana de Adelaida. Sobre sus hombros recayó la enorme responsabilidad de dar luz verde a la operación de rescate. Experto buceador con más de 30 aí±os de experiencia, fue él quien decidió que los nií±os estaban fí­sica y psicológicamente en condiciones de realizar la dura travesí­a por los estrechos pasadizos inundados de agua de la gruta de Tham Luang, a pesar de que muchos de ellos acababan de aprender natación y buceo. Y no sólo eso, sino que también decidió el orden en que iban a salir.

Una arriesgada decisión, ya que ni él mismo sabí­a si tras el primero, los demás también tendrí­an la oportunidad de salir de la cueva o se verí­an bloqueados por un aumento del nivel de agua provocado por las lluvias monzónicas.

Harris acudió a Chiang Rai reclamado por los espeleólogos británicos, que conocen sus habilidades como buceador y médico y su experiencia en rescates difí­ciles en cuevas. Uno de los más duros en los que ha participado este doctor, que trabaja en el servicio de recuperación médica de urgencia del estado de Australia del Sur, fue la recuperación del cuerpo sin vida de su amiga Agnes Milowka, que murió en febrero del 2011 al quedarse sin aire mientras buscaba la salida en una cueva del sur de Australia.

El entrenador mantuvo a los nií±os unidos y con la moral alta

Quedarse atrapado en la cueva de Tham Luang no era el primer drama que encajaba en su vida Ekapol Chanthawong, de 25 aí±os, el entrenador asistente del equipo de fútbol. Cuando era un nií±o de 10 aí±os vio cómo morí­an sus padres y su hermano menor. En el 2003, una epidemia de una enfermedad respiratoria que afectó especialmente al norte de Tailandia se llevó por delante a su familia. í‰l fue el único superviviente.

Su tí­a Umporn Sriwichai se hizo cargo de él y al cabo de dos aí±os decidió ingresarlo en un monasterio budista. Allí­ pasó diez aí±os, hasta que en el 2015 salió para cuidar a su tí­a. Ese mismo aí±o, la escuela Mae Sai Prasitart creó el equipo de fútbol de los Jabalí­es Salvajes y empezó a trabajar como ayudante del entrenador.

El pasado 23 de junio se hizo cargo del equipo porque su jefe tení­a otro compromiso, y al terminar el partido se los llevó de excursión a la cueva. Allí­ les atrapó la tormenta y les impidió salir. Los padres de los nií±os no le culpan. Durante los nueve dí­as que permanecieron incomunicados les enseí±ó a meditar para ahorrar energí­a y se las arregló para mantenerlos calmados y optimistas. Se ha dicho que era el que estaba más débil cuando los encontraron, pues habí­a cedido su comida a los pequeí±os. En la nota que envió a sus familiares pidió disculpas a los padres y prometió cuidarlos lo mejor que pudiera. Todos han salido sanos y salvos.

El jefe de la operación Un destituido gobernador que plantó cara a la corrupción

El dramático rescate de la cueva ha convertido en un héroe nacional a Narongsak Osatanakorn, que antes de todo esto era el gris y desconocido gobernador de una provincia pobre como la norteí±a Chiang Ra. La profesionalidad del gobernador, que tiene estudios de geologí­a e ingenierí­a, sus nervios de acero, la precisión con la que ha informado en las ruedas de prensa de los detalles de la operación de búsqueda y rescate, de la cual era el coordinador jefe, han fascinado a los tailandeses. Para disgusto de las autoridades... Porque cuando los nií±os se perdieron en la cueva, Osatanakorn era ya un gobernador en funciones.

En abril, le dijeron que ya podí­a ir haciendo las maletas, ya que este verano iba a ser enviado como gobernador a una provincia más pequeí±a. Un simple relevo rutinario, sostiene la junta militar, pero sus admiradores aseguran que la destitución fue un castigo por haberse negado a firmar proyectos de construcción corruptos.

Osatanakorn fue formalmente reemplazado el pasado fin de semana, pero la presión popular obligó al primer ministro, el general Prayut Chan-ocha, a mantenerlo al frente de la operación de rescate. Los medios tailandeses han dedicado elogiosos artí­culos a este hombre serio y honesto, tan distinto de las figuras corruptas e ineficientes que dominan la polí­tica nacional.

Con información de La Vanguardia

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