WhatsApp
Pronostico del tiempo
Puentes Internacionales
Twitter
Instagram
YouTube
Facebook

+

México honra al científico que descifró la escritura maya

"Gracias a Yuri Knórozov, los jeroglíficos, que permanecieron callados durante 500 años, comenzaron a hablar, revelando el fascinante mundo de los antiguos mayas".

  • 375

"Gracias a Yuri Knórozov, los jeroglí­ficos, que permanecieron callados durante 500 aí±os, comenzaron a hablar, revelando el fascinante mundo de los antiguos mayas".

Por: Agencias

Ciudad de México.- Una escultura del destacado lingí¼ista, epigrafista y etnólogo ruso Yuri Knórozov ha sido inaugurada en la ciudad mexicana de Mérida. La ceremonia tuvo lugar en el marco de la Feria Internacional de la Lectura Yucatán (FILEY 2018).

El monumento es obra del escultor mexicano Reynaldo Bolio Suárez y se encuentra a la entrada de la sala de congresos Siglo XXI, al lado del Gran Museo del Mundo Maya. La escultura está inspirada en la famosa fotografí­a de Yuri Knórozov en la que aparece con su gata Asia, a la cual siempre trató como coautora de su descubrimiento.

Este aí±o, la Federación de Rusia fue la invitada de honor de FILEY 2018 y abrió un pabellón propio para el foro. La historiadora y antropóloga Galina Yershova, recordó que la civilización maya siempre fue una de las mayores pasiones de Knórozov, por sus profundos conocimientos cientí­ficos, su complejo modelo del universo, enormes ciudades, hermosos templos, pirámides y textos jeroglí­ficos.

"Se pudieron leer sus textos, no solo de los códices, sino también las obras de plástica menor, las construcciones y vasos de cerámica, una verdadera hazaí±a cientí­fica", expresó Yershova en la ceremonia de inauguración.

Genio rebelde

La insistencia y pasión con la que Yuri Knórozov se enfrentaba a las dificultades estaban presentes en su carácter desde la infancia. El pequeí±o Yuri nació el 19 de noviembre de 1922 en una familia de intelectuales. Todos sus hermanos se dedicarí­an con el tiempo a diferentes campos del saber y recibirí­an premios gubernamentales por sus aportes cientí­ficos.

Hablando sobre sus dí­as en la escuela, Knórozov recordaba cómo lo querí­an expulsar por su carácter rebelde. No obstante, las notas en su certificado de graduación apuntan que terminó la escuela con excelentes calificaciones.

En 1939, Knórozov comienza sus estudios en la facultad de historia de la Universidad Estatal de Járkov (actual Ucrania). Pero, en 1941, la Segunda Guerra Mundial llegó a la Unión Soviética y el joven Yuri no logró culminar sus estudios. El rápido avance del Ejército alemán separó a su familia: su padre y hermanos fueron evacuados junto a la mayor parte de la población civil. Sin embargo, el joven Knórozov prefirió cruzar el frente de guerra y regresar bajo la ocupación nazi para encontrar ahí­ a su madre y hermana, que no habí­an logrado escapar.

Ese acto de desobediencia en plena guerra le jugarí­a una mala pasada en su posterior carrera como cientí­fico.

Solo en 1943, con la avanzada de las tropas soviéticas, Knórozov volverí­a a cruzar el frente de guerra junto a su madre y hermana para reunirse con el resto de su familia en Moscú. En la capital, Yuri ingresó en la facultad de historia de la Universidad Estatal de Moscú, en donde conoció las publicaciones del historiador Paul Schellhas, quien concluí­a que era imposible descifrar el alfabeto maya.

Cómo entender la escritura maya

La especialización de estudios de Yuri Knórozov era el chamanismo, pero el tema de la escritura maya fue el que captó la mayor parte de su tiempo libre.

En la universidad, el joven estudioso tradujo del antiguo espaí±ol la 'Relación de las cosas de Yucatán', un trabajo que el misionero Diego de Landa escribió alrededor de 1566 y que trataba sobre la vida de los mayas en tiempos de la conquista espaí±ola. Se considera que los sí­mbolos mayas recopilados en la obra fueron anotados con ayuda de Gaspar Antonio Xiú, un noble y escritor maya que recibió una educación europea y fue aceptado en la sociedad espaí±ola.

Yuri Knórozov comprendió que los sí­mbolos mayas apuntados en la obra no corresponden al sonido de las letras, sino a su nombre: 'equis', 'ele', 'uve', etc. Esta fue la llave que le permitió leer algunos sí­mbolos de los manuscritos mayas. No obstante, el proceso de descifrado completo le tomó varios aí±os.

En ese tiempo, Knórozov culminó sus estudios, pero no le permitieron continuar trabajando en la universidad. Le recordaron entonces que en los tiempos de la guerra habí­a escapado en dirección hacia la ocupación nazi. Entonces, Yuri Knórozov se mudó a Leningrado (actual San Petersburgo), donde vivió el resto de su vida como trabajador cientí­fico del Museo de Antropologí­a y Etnografí­a de la Academia de Ciencias.

Sin embargo, rápidamente el logro de Knórozov llegó a oí­dos del mundo entero. En 1956, la Academia de Ciencias lo envió al congreso mundial de americanistas, celebrado ese aí±o en Copenhague (Dinamarca). La presentación de su trabajo causó todo un revuelo en la comunidad cientí­fica: muchos no concebí­an que un joven y desconocido ruso, en la oscuridad de su habitación y sin siquiera haber estado en México, hubiese logrado hacer aquello a lo que otros habí­an dedicado su vida entera, sin resultado alguno.

"Yo soy un cientí­fico de despacho. Para trabajar con los textos no es necesario retozar sobre las pirámides", ironizó Knórozov durante toda su vida.

"Soy mexicano de corazón"

Durante la época soviética, a Knórozov siempre le recordaron su actitud desobediente durante la guerra y rara vez le permitieron abandonar el paí­s. No fue hasta 1989, con el deshielo, cuando pudo viajar a Guatemala por invitación de su entonces presidente, Vinicio Cerezo. El jefe de Estado le otorgó al cientí­fico ruso la Medalla Presidencial y le organizó un viaje por los yacimientos arqueológicos de los tiempos mayas.

Durante el viaje, Knórozov repetí­a una y otra vez que conocí­a muy bien antiguos centros urbanos mayas, estudiados gracias a las publicaciones a las que tení­a acceso. Sin embargo, una vez vista con sus propios ojos la ciudad de Tikal, el cientí­fico de 67 aí±os se subió a su pirámide y durante un buen tiempo permaneció en su cúspide sin pronunciar una sola palabra.

En 1995, Yuri Knórozov recibió la Orden Mexicana del íguila Azteca, la más alta distinción que se les otorga a los extranjeros en México. Al recibir la conmemoración, el cientí­fico proclamó en espaí±ol: "Soy mexicano de corazón".

Desde entonces, Knórozov visitó ese paí­s en varias ocasiones y tuvo la oportunidad de conocer en persona sus lugares más aí±orados: Palenque, Bonampak, Yaxchilán, Chichén Itzá, la Venta, Monte Albán, Teotihuacán, Xochicalco.

Yuri Knórozov murió un 30 de marzo de 1999. Para su último adiós, además de los seres más cercanos, acudieron personas del ámbito cientí­fico mundial, polí­ticos y celebridades. Su cuerpo yace en uno de los cementerios de San Petersburgo y su nombre lo lleva el Centro de Estudios Mesoamericanos de la Universidad Estatal de Humanidades.

Publicación anterior Revisarán el martes fallas en transporte colectivo; realizarán mesas ciudadanas
Siguiente publicación Supervisará municipio emisiones de polvo por parte de LABASA
Entradas relacionadas
Comentarios
  TV en Vivo ;