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Saltillenses libran atentado en Estocolmo

Para empezar el fin de semana Víctor iba a comer con una amiga a unos pasos del lugar del ataque.

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Para empezar el fin de semana Ví­ctor iba a comer con una amiga a unos pasos del lugar del ataque.

Por: Redacción Jesús Jiménez | Jesús Castro | Saltillo, Coahuila.- Una maestra de quí­mica y un joven estudiante de maestrí­a, ambos originarios de Saltillo, narran cómo Estocolmo, una de las mejores ciudades para vivir en el mundo, se transformó ante sus ojos producto de la violencia. Para suerte de Ví­ctor Ortiz Peí±a, un estudiante coahuilense que becado por el Coecyt, el antojo de comer guacamole lo llevó a alejarse unas cuadras del lugar del atentado, a donde habitualmente acude. Aun así­ escuchó el choque del camión y la explosión, luego vio correr gente, la llegada de ambulancias y terminó refugiándose en la estación del metro. Blanca Esthela Vázquez, es una maestra de Saltillo que se enteró del atentado cuando recibió varias llamadas a su celular. Viven atentado muy de cerca Su gusto por el guacamole salvó de morir a un saltillense en el atentado de Estocolmo. Ví­ctor Ortiz Peí±a iba a comer con una amiga en un restaurante cerca de la zona de la tragedia, pero de último minuto cambió de opinión y optó por otro establecimiento a varias cuadras de ahí­. El estudiante estaba a un kilómetro y medio del lugar del atentado cuando escuchó el choque del camión y la explosión, luego vio correr gente, llegar policí­as y ambulancias. í‰l mismo se refugió en la estación del Metro, donde reflexionó que originalmente iba a pasar por ahí­. “Hay un restaurante mexicano muy cerca del atentado y estábamos pensando en ir, pero habí­a otro un poco más lejos, donde sirven guacamole. Nomás porque fuimos a ese otro, porque de haber ido al primero, hubiéramos tenido que pasar por ahí­, a esa hora, ahorita no te estarí­a contando esto”, dijo. Ví­ctor estudia la maestrí­a en ingenierí­a ambiental en aquella ciudad de Suecia, becado por el Conacyt. El joven todaví­a no puede creer que haya pasado eso en Estocolmo. Con el atentado vive en incertidumbre y con la presencia de policí­as por todas partes. Un punto muy frecuentado El saltillense los fines de semana, como el resto de la gente en aquella ciudad, acude al centro para iniciar la vida social. El punto de reunión son un par de calles peatonales donde están instaladas las principales tiendas y restaurantes. Ahí­ converge mucha gente porque conecta con la estación central del Metro. Dice Ví­ctor que agradece que era viernes por la tarde, cuando todaví­a no hay tanta gente, pues si el atentado hubiera sido en sábado o domingo la tragedia hubiera sido peor. Ví­a telefónica Ví­ctor narra que se quedó de ver con una amiga, se encaminaba a la estación del Metro que está a una cuadra de donde pasó todo, cuando cambió de opinión, recordando que en ese restaurante de comida mexicana no serví­an guacamole. Así­ que avisó a su amiga que mejor fueran a otro donde sí­ hay guacamole, ubicado un poco más lejos. Con esa decisión se dirigió a la estación del Metro en lí­nea verde, ubicada a un kilómetro y medio del atentado, y esperó de pie, en la calle, a que llegara su amiga. “Se escuchó como algo, como un golpe seco, como de choque, y como una explosión, no tan fuerte. Después vi a la gente correr y la movilización de la Policí­a y las autoridades, y mucha gente salió huyendo del lugar hacia donde estábamos nosotros, oí­mos gritos”, recuerda el estudiante. ‘NO SALGAN’ La Policí­a pedí­a protegerse, así­ que entraron a la estación del Metro. Ahí­ Ví­ctor sacó su celular y supo lo que habí­a pasado. En redes habí­a fotos y videos del atentado. Así­ se enteró que aquel golpe seco fue el choque del camión contra una tienda tras atropellar gente y la explosión provino de un tanque de gas del carrito de hotdogs con el que chocó. Pronto se dieron cuenta que las autoridades cancelaron todas las rutas del Metro y acordonaron el área. Ví­ctor y su amiga tuvieron que caminar para volver a sus respectivos departamentos. Ya no acudieron a comer como habí­an planeado. Ya en su casa sintió un ambiente tenso a su alrededor. Apenas y pasaba una ambulancia o una patrulla y la gente se asustaba. “No cancelaron el Metro, sino el resto del transporte, incluso el Uber. Están pidiendo a la gente quedarse en casa. “Bloquearon calles, cerca de mi casa siguen como cuatro patrullas. Habí­a muchos eventos en la ciudad y los cancelaron todos”, platica el estudiante saltillense. 'Nos quedamos atrapados en los autobuses' Fueron momentos muy estresantes, porque aquí­ en Estocolmo jamás suenan las sirenas, por eso cuando se llegan a escuchar es porque algo grave pasó, además ver helicópteros y despliegue militar no es una escena usual en este paí­s”, declaró Blanca Esthela Vázquez Ruiz, maestra saltillense radicada en la capital de Suecia. “Me encontraba en la Universidad poco después del mediodí­a, estaba en clase, cuando me llama mi hijo, que si podí­a recogerme, porque me explica que no hay transporte, que habí­an parado el Metro y los trenes, y fue entonces cuando en las noticias me entero de los hechos”, relató a Zócalo ví­a teléfonica la licenciada en Educación, en Psicologí­a y Quí­mica. MAESTRA “De la Universidad para volver a mi casa tení­a que tomar el metro que precisamente me dejaba en la Estación Central de Estocolmo, porque todos los caminos llegan ahí­, y yo necesitaba llegar a ese punto tomar el tren que lleva a mi casa, pero no habí­a servicio y nos facilitaron un autobús”. “Empezamos a comunicarnos entre mi esposo, mi hijo y yo, para buscar alternativas, para vernos y trasladarnos a casa, cuando nos enteramos que un camión habí­a sido secuestrado por un terrorista. “Tras lo ocurrido la Policí­a paró el Metro y el tren local, y yo ya no tení­a transporte, mi esposo tampoco, todas las personas, nos quedamos atrapados en los autobuses porque la Policí­a no nos permitió avanzar, ni movernos, por un largo lapso de tiempo”. Hasta que la Policí­a les permitió caminar, se organizó con los suyos para encontrarse. MUY CERCA DE AHí Blanca Esthela compartió que su marido trabaja en un hotel muy cerca del lugar del atentado, y que a diario pasa por ese sitio “pero afortunadamente hoy no pasó por ahí­â€. “Estocolmo es una ciudad muy tranquila, aquí­ todos los incidentes son menores y los atiende la Policí­a especializada”, y comenta que gran parte de los hechos graves son ocultados por la Policí­a y las autoridades, y que las cosas han ido cambiando a raí­z de la elevado inmigración que registra ese paí­s europeo. “No tienes por qué ser Xenófobo cuando quieres que se controle la migración, pero los paí­ses que tienen acceso a Europa son Siria, Afganistan, Irak y Somalia, y muchas personas en estos paí­ses están consiguiendo pasaportes falsos para hacerse pasar por ciudadanos de esas nacionalidades, y poder llegar no sólo aquí­ sino a toda Europa”. La entrevistada lamentó que “Se ha perdido mucho el control en la llegada de los migrantes, que tienen tres formas de arribar a Suecia, llegan en camiones, y caminando y cruzando el puente de Copenhague a Malme, o bien por Rusia por el norte, y por Finlandia”. Compartió que hay zonas peligrosas en los suburbios “a donde llega la Policí­a y quiere ayudarlos, pero las pandillas arrojan piedras y daí±an los autos de la Policí­a y los coches de bomberos, y aunque los suecos se sintieron ofendidos por Trump, sí­ hay muchas zonas muy seguras y que están muy bien, pero hay otras que son zonas de comunidades enteras de inmigrantes, donde las cosas están mal”.
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