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La generación sin hijos

La tendencia a no tener hijos en España depende de su economía y de su mercado de trabajo

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La tendencia a no tener hijos en Espaí±a depende de su economí­a y de su mercado de trabajo

Por: Agencias  El Mundo | Madrid.- Nacer, crecer, reproducirse o plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo son frases hechas que van camino de desaparecer si de describir el ciclo vital en Espaí±a se trata, especialmente en el caso de la generación millennial o, por hacerlo más sencillo, las personas más jóvenes de nuestra ciudadaní­a. "Las polí­ticas públicas actuales obligan a los millennials a elegir entre tener un trabajo o tener un hijo", sostiene la especialista en Polí­ticas de Familia Marí­a Teresa López en un estudio reciente: Trabajo remunerado y vida familiar en la generación del Milenio: un equilibrio necesario. Otro informe de 2017, elaborado por el Instituto Demográfico de Austria, reflexiona sobre la posibilidad de que "la falta de hijos haya llegado a su punto máximo en Europa". En concreto, según explican los autores de esta investigación a EL MUNDO, Eva Pauline Beaujouan y Tomas Sobotka, "Italia, Espaí±a y tal vez Grecia ya son los paí­ses europeos más proclives a no tener hijos entre las mujeres que nacieron en la década de los 70". Y continúa la estela. Si los millennials tienen la posibilidad de conseguir trabajos más estables y desarrollar sus carreras esto podrí­a revertirse. Pero, si en la próxima década y la siguiente se prolonga el desempleo, y se siguen deteriorando los puestos de trabajo, es probable que presenciemos un aumento de la falta de hijos. El Gobierno tendrí­a que desarrollar polí­ticas familiares», analizan. Pero Pablo Brusint (22) y Liliana López (32), en las fotos de arriba, no tienen demasiadas esperanzas al respecto. A Pablo, por su edad, se le puede definir como un millennial junior. Licenciado en Filosofí­a, trabaja de teleoperador desde las 15:00 hasta las 23:00 horas y hay en él una mezcla mágica de optimismo y resignación. "Nada te garantiza nada, pero es lo que hay, y yo sé que soy un privilegiado porque gano 1.000 euros al mes y vivo con mis padres. No vi a nadie contento con su carrera en la universidad y no veo a nadie contento tampoco después de terminarla. Dejo la puerta abierta al futuro pero no me imagino con hijos en absoluto", relata para EL MUNDO en un intercambiador de transportes de la capital, poco antes de empezar su jornada. dfdfSu voz hoy habla en nombre del 25% de la población espaí±ola, los nacidos entre 1980 y 2000, los que "están renunciando a ser padres por dificultades económicas o laborales". Según el INE, hay 3,87 millones de hogares formados por parejas sin hijos, el 21% del total. El 51% de los jóvenes espaí±oles de entre 25 y 29 aí±os todaví­a no se ha independizado y vive con sus padres. La edad de acceso a la maternidad continúa retrasándose y roza ya los 32 aí±os. Y las media de hijos por mujer es de 1,33. "Tener hijos y trabajar fuera de casa se considera ya un ejercicio propio de héroes", seí±ala la especialista en Polí­ticas de Familia Marí­a Teresa López, a la que recurrió la organización Think Tank Milenio, formada por millennials, para elaborar el informe Trabajo remunerado y vida familiar en la generación del Milenio. ¿Qué hace falta para revertir la tendencia a no tener hijos que se avecina? Maternidad, y paternidad, como un bien social Para López, "las polí­ticas públicas actuales no favorecen una conciliación real porque lo que buscan es que los padres dediquen más horas al trabajo mientras sus hijos son cuidados y educados por terceras personas" y propone centrarse en "polí­ticas que busquen el cambio cultural". "En una sociedad envejecida, habrí­a que valorar la maternidad y la paternidad como un bien social para todos. Esto exige que la generación millennial pueda hacer compatible su trabajo remunerado con la formación de una familia y el nacimiento de los hijos, pero los horarios actuales y el exceso de presencialismo lo impiden", amplí­a. Y parece que hable en nombre de Liliana López (32), a la que se puede denominar millennial sénior. Barcelonesa, licenciada en Comunicación Audiovisual, trabajó como una bestia durante su veintena en distintas productoras catalanas, creyendo que, en 10 aí±os, habrí­a posibilidades de que la vida le fuera bien. Hoy vive en Madrid con su pareja y es free lance. "No puede ser que, de las 15 horas que estás despierto, 12 o 10 sean de trabajo. No puede ser. Ahora he de hacer las mil y un cabriolas para llegar a fin de mes, cogiendo constantemente todo lo que me ofrecen porque no sé cómo estaré dentro de un mes. Pero necesitaba parar porque me estaba perdiendo muchas cosas, personales y vitales, porque no paraba de trabajar, porque llegaba a mi casa a las 10 de la noche, destruida, y acababa cenando algo con el bolso colgado, en la cocina", relata. dfdf"He ido a entrevistas de trabajo en las que me preguntan si quiero ser madre. ¿Voy a desaparecer del mapa laboral si tengo hijos? ¿Qué hago? ¿Me congelo los óvulos? López se manifiesta en contra del presencialismo y, cuando le encargan trabajos como autónoma, pide la posibilidad de teletrabajar. "Te encuentras gente a la que se le da la vuelta al ojo y gente que lo entiende perfectamente". Sin embargo, pese a haber hecho cambios en su actividad laboral para intentar desarrollar su vida personal, es difí­cil que tenga hijos, aunque los desea. "El problema es la precariedad laboral. Soy autónoma, tengo que tener muchos trabajos para llegar a fin de mes y, aún así­, se me complica. Si uno no llega a fin de mes, ¿cómo lo vas a hacer con un hijo?", se pregunta. Y pregunta también a quien corresponda tomar medidas al respecto: "Si tengo hijos, quiero pasar tiempo con ellos y los trabajos actuales no me lo permiten. Tendrí­a que verlos dos horas al dí­a y tendrí­a que pagar una guarderí­a. ¿Cómo la pago?". Y Teresa López sugiere, también a quien corresponda: "Las mejores polí­ticas de conciliación son las orientadas a lograr la flexibilización horaria, el trabajo no presencial, al menos durante algunas horas de la semana y, sobre todo, las dirigidas a facilitar a los jóvenes trabajos remunerados con salarios dignos que les permitan formar su propia familia y con una cierta estabilidad laboral que les permita también asumir responsabilidades familiares a largo plazo, como es el tener hijos". El largo camino de la igualdad Si la teorí­a parece conocida, ¿qué sucede con la práctica? El presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Espaí±oles, José Luis Casero, tiene algo que decir: "Las nuevas generaciones no tienen barreras mentales de jornadas rí­gidas y están exigiendo lo que es factible y natural: más flexibilidad de espacio y de tiempo. Es decir, la Generación Millennial es la generación que puede hacer posible la conciliación porque una de sus prioridades en el acceso al empleo es la flexibilidad: teletrabajo, jornada intensiva, disponibilidad de horario y de espacio... Es más, las empresas que quieran captar talento deben empezar a tener en cuenta estos parámetros». En la vida real, Liliana se enfrenta a "entrevistas de trabajo en las que le preguntan si piensa quedarse embarazada", le preocupa "desaparecer del mapa laboral si tiene un hijo y quiere coger la baja", cree que "le hacen elegir", que es un "problema de horarios y de conciliación" y que luego, además, "te juzgan". "Qué hago, ¿me congelo los óvulos? ¡Eso cuesta un dinero también!", reflexiona. Lo que Liliana y Pablo -que se declara feminista- intuyen e incluso manifiestan es que, detrás de su situación y de la de tantos jóvenes en Espaí±a tiene bastante que ver "la rápida inclusión de la mujer en el mercado laboral cuando todaví­a era complicado para ellas combinar tener familia con tener carrera". Las comillas pertenecen a los especialistas europeos del Instituto Demográfico de Austria, Eva Pauline Beaujouan y Tomas Sobotka. "El acceso de la mujer al mercado laboral en las últimas tres décadas en Espaí±a ha sido mucho más rápido que en muchos otros paí­ses europeos. Por ejemplo, las mujeres treintaí±eras no trabajaron hasta los aí±os 80, se ocupaban del cuidado del hogar y de la casa. El salto es enorme: se pasa del 30% de mujeres trabajadoras en 1980 a un 85% en 2012. Este cambio tan rápido dificulta que las mujeres encuentren el momento de formar una familia, especialmente dada la incertidumbre económica del sur de Europa", analizan. No ayudan, tampoco, "las largas jornadas laborales", "la lentitud desde las administraciones en reaccionar al rápido incremento de mujeres en el mercado laboral" y la "tendencia pública a la gerontocracia" y el poco interés por "apoyar el desarrollo de las familias". "Además, las parejas masculinas en Espaí±a no están a la altura de sus homólogos en el norte de Europa en lo que respecta al cuidado de la casa y de los hijos. Las expectativas de las mujeres respecto a los hombres han crecido, pero ellos no han cambiado tan rápido como ellas", ahondan. Y matizan que "si el rápido ingreso laboral de la mujer es un factor determinante de la tendencia de las nuevas generaciones a no tener hijos, se debe a que ésta se ha desarrollado en tiempos de inseguridad laboral, con escasos ajustes por parte de las polí­ticas públicas de familia y por la ausencia de apoyo por parte de los hombres hacia las mujeres en los hogares". Pone un poco de esperanza el sociólogo de la Universidad de Lleida Carles Feixa, especialista en analizar a nuestros jóvenes: "No creo que se trate de un proceso irreversible, ni mucho menos. Los paí­ses escandinavos fueron los primeros en iniciar una transición a la baja de la natalidad, y en la actualidad son unos de los paí­ses donde la natalidad neta -sin tener en cuenta la inmigración- es más elevada, pues las facilidades para las familias, sobre todo para las madres que quieren tener hijos, son grandes. Si las polí­ticas públicas cambian, si la prioridad es fomentar polí­ticas de conciliación entre vida laboral y vida doméstica, la ética laboral y contranatalista de los jóvenes y de la sociedad pueden ser reversibles. Entre la pirámide pura y la invertida, hay muchas formas geométricas más equilibradas, que facilitan un ciclo vital más equitativo".
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