Seminarista abusado por el padre Meí±o, envía carta al Nuncio Apostólico.
Por: Armando López Capetillo
Piedras Negras.- Mediante una carta fechada el pasado lunes 10 de marzo, âJoséâ, el seminarista que fue el primero en denunciar abusos sexuales en su contra por parte del padre Juan Manuel Riojas, informó de los hechos al Nuncio Apostólico en México, Franco Coppola.
En la misiva, el joven seminarista confirma que el 12 de diciembre del aí±o pasado fue la primera vez que expresó su caso ante los formadores del Seminario de Monterrey, quienes lo conminaron a denunciar los hechos.
Por ello, el 17 de diciembre le envió una carta al Obispo de la Diócesis de Piedras Negras, Alonso Gerardo Garza Trevií±o, quien se reunió con él en la parroquia de San Pedro Apóstol, en Allende, Nuevo León, tres días después, el 20 de diciembre.
En dicho encuentro, Garza Trevií±o dijo que el padre Meí±o tenía un 99 por ciento bueno y un uno por ciento malo, al tiempo que le pidió perdón a nombre de la Iglesia, le dijo sentirse avergonzado y le pidió olvidar los hechos.
En la carta enviada al embajador del Papa en México, José relata que el Obispo se comprometió a iniciar el proceso contra el padre Meí±o en enero de éste aí±o, pero con la condición no contarle a nadie y ser prudente en el tema.
Detalla que casi un mes después, el 16 de enero, Garza Trevií±o le llamó por teléfono y le dijo que Juan Manuel Riojas había reconocido todos los abusos sexuales en su contra, y que estaba arrepentido.
Al día siguiente se reunió con los padres de José les prometió que el padre Meí±o no podría residir más en la Diócesis de Piedras Negras, además de ofrecerles dinero y ayuda, pero reiterando que no debían hacer público los hechos.
La decepción de José y sus padres se dio el 18 de febrero, cuando el Obispo Alonso Garza sólo removió a Riojas del Seminario, y lo designó vicario del Santuario de Guadalupe, incumpliendo su promesa.
Seí±ala que además, el viernes 3 de marzo, Garza Trevií±o le envió, a través del padre Jesús Gerardo Martínez Compeán, una carta en la que José exculpaba al Obispo de no hacer la denuncia civil por dichos actos.
José relata a Franco Coppola que todo eso lo llenó de decepción en torno al Obispo y aseguró tener conocimiento incluso de otra víctima, pero como ya era sacerdote, ésta no había querido denunciar.
José finaliza la carta al Nuncio Apostólico remembrando parte del mensaje del papa Francisco hacia los Obispos en la Fiesta de los Santos Inocentes, el 28 de diciembre del aí±o pasado, donde seí±ala:
âEscuchemos el llanto y el gemir de estos nií±os; escuchemos el llanto y el gemir también de nuestra madre Iglesia, que llora no sólo frente al dolor causado en sus hijos más pequeí±os, sino también porque conoce el pecado de algunos de sus miembros: el sufrimiento, la historia y el dolor de los menores que fueron abusados sexualmente por sacerdotesâ.
