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El naciente ‘imperio’ que se cae a pedazos

Grupos contrarios al Mandatario de EU celebran las diferencias en el seno republicano.

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Grupos contrarios al Mandatario de EU celebran las diferencias en el seno republicano.

Por: AFP

Washington, DC.- Donald Trump responsabilizó ayer al ala ultraconservadora de su Partido Republicano por el fracaso de la reforma del sistema de salud, lo que presagia ásperas batallas en su próximo gran proyecto: la reforma fiscal.

“Los demócratas están sonriendo en DC”, al ver que los parlamentarios del Freedom Caucus, grupo que reúne a los republicanos ultraconservadores, bloquearon la adopción de la reforma, tuiteó ayer el Presidente estadunidense.

Al actuar de esta manera, el Freedom Caucus “salvó” Planned Parenthood, la organización que provee la mayor cantidad de operaciones de interrupción de embarazo, que es sin embargo su peor enemigo, ironizó Trump en el mensaje.

El tuit dominical del Mandatario, tras un fin de semana de consultas y reflexiones en un campo de golf de Virginia, suena como una advertencia a los “ultras” de su campo, que ahora deben dar pruebas de mayor pragmatismo.

El fracaso del Presidente y de su mayorí­a que no lograron cuestionar el Obamacare, la emblemática ley de seguros médicos aprobada por la administración demócrata anterior, es un golpe duro para Trump y para quienes aún lo respaldan.

La misma piedra

El Mandatario pretende evitar el mismo fracaso en su segundo gran proyecto legislativo: la reforma fiscal.

Pero, para muchos observadores, puede llegar a toparse con la misma piedra: la brecha entre el ala más conservadora de su partido, cercana al Tea Party, y los republicanos más moderados.

Interrogado por ABC tras el tuit del Presidente, Mark Meadows, legislador de Carolina del Norte y lí­der del Freedom Caucus en la Cámara de Representantes, se mostró conciliador.

Todas las esperanzas no están perdidas para reformar Obamacare, dijo Meadows, cuyo grupo representa una treintena de los 237 integrantes republicanos de la Cámara.

“Estamos determinados a trabajar junto al presidente” y al jefe de la mayorí­a parlamentaria, Paul Ryan, “para estar seguros de que obtendremos cierto consenso”, seí±aló.

Meadows dio el puntapié inicial a la reforma fiscal, al sugerir que la reducción de impuestos a la que aspira Donald Trump no tiene por qué ser necesariamente compensada por una reducción del gasto público, una concesión importante tratándose de un firme partidario de los recortes presupuestarios.

Sacan partido

Los demócratas observan con deleite la incapacidad del Presidente para definir un proyecto polí­tico que unifique a todo su campo.

Entre los republicanos “hay siete nií±os en la cama pero hay cobijas sólo para cinco”, ironizó el jefe de la bancada opositora en el Senado, Chuck Schumer.

Si Trump elige encaminarse en el sentido de los ultraconservadores, “los moderados abandonarán el barco”, externó.

Nada serí­a igual

El hombre de negocios septuagenario conoció otros reveses, como la quiebra de sus casinos, pero su insolencia y su capacidad de rebote hicieron que su “marca” siguiera viva hasta su sorpresiva victoria para llegar a la Casa Blanca.

El viernes, sin embargo, bajo la luz más intensa, esa que acompaí±a al presidente de Estados Unidos adonde vaya, ya no pudo esconderse.

Donald Trump no parecí­a listo para admitir de frente un fracaso personal.

En un tono que no se le conocí­a, dijo estar “decepcionado” y “un poco sorprendido”. “Estuvimos muy cerca”, dijo, como si eso tuviera importancia.

Después de dos meses en el poder, esta bofetada polí­tica pone de relieve una pregunta que podrí­a pesar durante toda su presidencia: ¿Puede Donald Trump gobernar usando las fórmulas que le permitieron llegar al poder?

“El epí­logo del viernes es bueno para el paí­s, pero humillante para los dirigentes republicanos”, plasmó The New York Times en su editorial. “Para Trump, es un recordatorio brutal de que hacer campaí±a es la parte fácil”.

Posición inestable

Los lí­mites de su método –precipitación y falta de consulta previa– se pusieron en evidencia con sus decretos que buscaban cerrar el ingreso a Estados Unidos de ciudadanos de varios paí­ses musulmanes y que fueron bloqueados por la justicia.

Su estilo también mostró sus lí­mites: pese a las reiteradas amenazas y ultimátums, varios republicanos, principalmente los ultraconservadores, sabotearon un texto que Trump presentaba como una pieza excelente.

Enredado en el escándalo sobre los ví­nculos de algunos miembros de su equipo con Rusia, sabe además que no puede esperar ni el mí­nimo regalo por parte de los demócratas.

Algo se fisuró: ahora es posible hacerle frente al magnate inmobiliario y esta debacle deberí­a incentivar a sus opositores.

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