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Gobierno de Trump: Bofetada tras bofetada

La “más reciente bofetada” del presidente Donald Trump a México ocurrió el pasado lunes 20.

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La “más reciente bofetada” del presidente Donald Trump a México ocurrió el pasado lunes 20.

Por: Agencias
Ciudad de México.-  John Kelly, el secretario estadunidense de Seguridad Nacional, firmó los dos polémicos memorandos que ordenan, entre otras cosas, la deportación a México de indocumentados que ingresaron a Estados Unidos por la frontera sur, incluyendo a ciudadanos no mexicanos. Un par de dí­as después Kelly llegó a México en visita oficial, acompaí±ado por Rex Tillerson, el secretario de Estado. Al respecto, el embajador emérito Andrés Rozental opina que el gobierno mexicano recibió tal agresión con una “postura defensiva”: el canciller Luis Videgaray Caso tardó horas en rechazar las decisiones unilaterales que “un gobierno le quiera imponer” a México. “Debimos haber contestado desde antes, porque un bully (matón), es lo que es Trump, ve a un sujeto débil, entonces incrementa el bullying”, sostiene Rozental, quien laboró 34 aí±os en el Servicio Exterior Mexicano y fundó el Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales. –¿México es ví­ctima de bullying? –se le pregunta. –Sin duda –afirma. Desde la llegada de Trump a la Casa Blanca el gobierno mexicano “no ha demostrado la firmeza que pudo demostrar, dada la importancia que México tiene para Estados Unidos en todos los órdenes”, sobre todo porque “Trump no respeta la debilidad, sólo la fuerza”, plantea en entrevista con Proceso el diplomático jubilado, exsubsecretario para América del Norte y miembro de numerosas instituciones académicas y think tanks. Rozental recuerda que Trump moderó su discurso sobre China, Japón y la Unión Europea cuando sus autoridades le respondieron con fuerza. "Cuando dijo que estaba en juego el reconocimiento de una sola China, por ejemplo, los chinos respondieron inmediatamente que si esto cambiara, la relación bilateral iba a ir por un muy mal camino”, subrayó. ERROR EN LOS PINOS Rozental concedió la entrevista a este semanario la maí±ana del pasado jueves 23, cuando Kelly y Tillerson seguí­an en reuniones a puerta cerrada con Videgaray, Miguel íngel Osorio Chong, Salvador Cienfuegos Zepeda, Vidal Francisco Soberón Sanz y José Antonio Meade Kuribreí±a —secretarios de Relaciones Exteriores, Gobernación, Defensa Nacional, Marina y Hacienda—, y con el procurador Raúl Cervantes Andrade. Horas después, el presidente Enrique Peí±a Nieto recibió a los funcionarios estadounidenses en Los Pinos. Rozental habí­a aseverado que la decisión del presidente de recibirlos serí­a un error. "La costumbre en la diplomacia es que los (servidores públicos) de nivel similar se reúnen entre sí­. Está bien que los secretarios Tillerson y Kelly se reúnan con el secretario Videgaray, con los secretarios de la Defensa y la Marina o de Gobernación, pero el presidente Trump no recibe al seí±or Videgaray cuando éste viaja a Washington”, acota Rozental. Más allá de los usos y costumbre diplomáticos, el embajador emérito enumera una serie de razones por las cuales considera que la reunión con el mandatario mexicano no debió tener lugar. Explica que todaví­a imperan el "caos” y la "desorganización” en el gobierno de Trump, lo cual se refleja en las declaraciones contradictorias de sus secretarios y del propio presidente, o en el hecho de que, hasta ahora, ni Tillerson ni Kelly han formado sus equipos de trabajo. El riesgo de la reunión era de "exponer al presidente de México en momentos en que la relación está en una crisis”, debido al carácter volátil y explosivo de Trump. "Podrí­a eventualmente llegar a un insulto, a algún pronunciamiento que pudiera de alguna manera ser ofensivo”, advirtió Rozental. Aí±adió: "No sabemos nunca lo que va a decir el seí±or Trump en un tuit a las cinco o seis de la maí±ana, cuando se le ocurre escribir cualquier cosa. Y esa cualquier cosa puede ser totalmente diferente a lo que esté diciendo su gobierno.” Rozental acertó: Mientras Kelly y Tillerson elogiaban en México la "serie de reuniones muy productivas” que sostuvieron con los integrantes del gabinete de Peí±a Nieto e insistí­an en que no habrá ni "uso del ejército” ni "deportaciones masivas” en materia migratoria, Trump declaraba lo contrario en Estados Unidos, frente a 29 ejecutivos de empresas manufactureras. El magnate prometió que su gobierno sacará del territorio a los "pandilleros” y a los "seí±ores de las drogas” que operan en la frontera, y precisó que se trata de "una operación militar, porque lo que ha sido permitido de entrar a nuestro paí­s (…) mucha de esta gente está aquí­ de manera ilegal.” Trump no descartó que la relación con México empeore, en contradicción con el mensaje de sus enviados en este paí­s. Aseveró que "con México tenemos 70 mil millones de dólares de déficit, y esto es insostenible. No dejaremos que esto ocurra. Vamos a tener una buena relación con México, espero. Y si no, pues no.” ‘UN SOLO PAQUETE’ En opinión del diplomático retirado, socio del despacho en asesorí­a internacional Rozental & Asociados, el muro fronterizo, además de representar un "insulto contra un socio, contra un vecino, contra un aliado”, es un tema interno de Estados Unidos, por lo que el gobierno mexicano no debe admitir que Trump lo incorpore en la relación bilateral. "El muro se tiene que construir del lado americano, no se puede construir en la frontera, porque es un rí­o. Siendo así­, todos los trámites —expropiación de tierras privadas, cuestiones ambientales o temas relacionados con poblaciones indí­genas— son única y totalmente de la responsabilidad de Estados Unidos.” Lo mismo aplica con las instrucciones de Kelly, según las cuales las autoridades deportarán a México a ciudadanos extranjeros. "No es un tema de discusión: La ley mexicana lo seí±ala claramente, tenemos el derecho de no aceptarlo. Y vamos a decir que no lo aceptamos y ya”, insistió. En respuesta a esta instrucción, el gobierno debe incluso reforzar sus exigencias a las autoridades estadounidenses para que demuestren que todas las personas deportadas a México son de nacionalidad mexicana. "Ha habido una polí­tica relativamente laxa de las autoridades, tanto estadounidenses como mexicanas, de solicitar las pruebas de que la gente deportada es mexicana”, afirma.
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