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Inyección sin aguja; una realidad en México

¿Inyecciones sin aguja? Hoy día ya es una realidad, pues investigadores y estudiantes del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE), en Puebla, desarrollaron el prototipo de un artefacto con atributos de tecnología láser que inyectaría líquidos en personas, sin la agobiante presencia de una aguja: el paciente no experimentaría dolor.

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Investigadores y alumnos mexicanos el prototipo es sometido a pruebas; buscan disminuir los desechos médicos

Por: Agencias Ciudad de México.- ¿Inyecciones sin aguja? Hoy dí­a ya es una realidad, pues investigadores y estudiantes del Instituto Nacional de Astrofí­sica, í“ptica y Electrónica (INAOE), en Puebla, desarrollaron el prototipo de un artefacto con atributos de tecnologí­a láser que inyectarí­a lí­quidos en personas, sin la agobiante presencia de una aguja: el paciente no experimentarí­a dolor. El doctor Rubén Ramos Garcí­a detalló que el proceso genera chorros lí­quidos de altas velocidades por láser a través de un protocolo denominado «termocavitación»: este proceso dirige el contenido hacia la piel, resaltando que no genera perforación alguna sobre la epidermis; y uno de los objetivos es disminuir los desechos médicos que se generan. "Sobre todo agujas, pues representan un serio problema de salud pública. Los casos de piquetes accidentales de trabajadores de salud los exponen a múltiples enfermedades como hepatitis, VIH, entre otras”: este proceso de inyección sin aguja es más caro que el método tradicional, pero es menor al gasto adjudicado por 10 millones de agujas. Como ventaja adicional, esta práctica no emite desechos peligrosos y tampoco se da un contacto con la piel: ‘la idea es reemplazar a las inyecciones intramusculares, que no haya contacto fí­sico entre el dispositivo y el paciente, que no exista el riesgo de contaminación, mucho menos dolor, ya que el tamaí±o del chorro reduce el riesgo de afectar nervios’. El aparato se bifurca en dos partes; el primer canal consiste en una cámara donde se genera una burbuja, y el sistema que lo secunda es el sitio por donde se expulsa la sustancia a inyectar. Para que los chorros sean dotados de una alta velocidad se tiene que someter el lí­quido a calentamiento, cuidando que no llegue a su punto de ebullición. Para saber más: "La temperatura lí­mite para calentar el lí­quido es, en promedio, 300 grados Celsius. Al llegar a esta temperatura, el lí­quido sufre una transición de fase explosiva; cambia de lí­quido a vapor, generando una burbuja que se expande y colapsa en tan solo 300 microsegundos. La expansión de la burbuja desplaza el lí­quido empujándolo a través del canal”. Este canal, a su vez, da licencia para un progresivo aumento de velocidad del lí­quido, lo cual asciende hasta los 100 metros por segundo: se trata de una rapidez que ‘rompe’ la epidermis del paciente. Las pruebas piloto de este artefacto que revolucionarí­a la medicina —por cierto: Hecho en México—, se han realizado en maniquí­s que emulan la piel humana. Asimismo, Ramos Garcí­a acotó que es viable aumentar la velocidad del contenido, a fin de que se introduzca a más de los dos milí­metros ya reportados en las pruebas experimentales: ‘las pruebas se han hecho en un solo disparo con un chorro de 100 micras por dos milí­metros, aproximadamente’: la vida útil de este dispositivo está determinado por la duración del láser. "En promedio, la duración promedio serí­a de 20 mil horas de uso continuo: lo equivalente a 2.2 aí±os de uso reiterado, que se pueden traducir en cinco a seis aí±os de vida útil”. Sobre su costo, aclaró que debido a ser un prototipo, ronda los dos mil dólares, y el láser es el ‘ingrediente’ que más cuesta; empero, dijo que si se fabrica a gran escala, los precios bajarí­an considerablemente. Prevé una versión del prototipo con un láser de fibra —del grosor de un cabello— para obtener un modelo más compacto, eficiente y económico. "Nos falta estudiar cómo la viscosidad del lí­quido afecta la velocidad y penetración del chorro. Si el lí­quido es muy viscoso, la velocidad con que va a salir el chorro es menor por la fricción con las paredes. Hay sistemas comerciales de agujas que usan aire a presión o resortes, pero el problema es que solo producen un disparo a la vez”. El cientí­fico resaltó que ‘con nuestro sistema podemos producir hasta cuatro mil disparos por segundo’; por su parte, la distancia idónea entre el dispositivo y la piel del paciente para aplicar la inyección sin aguja es de unos cuantos milí­metros, ya que al momento del impacto del chorro en la piel no se produce ningún tipo de salpicadura. "Aún tenemos que evaluar aspectos prácticos como la profundidad de penetración. Tenemos que trabajar en un diseí±o para separar térmicamente el lí­quido donde se produce la cavitación con la sustancia activa. Sin duda que todaví­a hay retos por delante antes de producir un dispositivo operacional en campo, pero ese es nuestro reto”. Las dosis que se ‘inyecta’ con el prototipo son de 600 microlitros por disparo.
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