
Por fin se le hizo a Chivas ganarle al América.
Por: Agencia El UniversalCiudad de México.- Cuánta felicidad desatada en el Rebaí±o Sagrado. Brazos arriba, carcajadas socarronas y palmadas hacia su fanaticada que vibra en el Nido. Es la estampa de haber mancillado la fiesta de su acérrimo enemigo con el 3-0 lapidario. La mancha en el escudo centenario del América será, de ahora en adelante, rojiblanca e imborrable.
Guadalajara fue guiado al éxtasis por la inspiración de Isaac Brizuela, su âConejo Mágicoâ. Los botines del volante de las Chivas encontraron un doblete que se sumó a un tanto de Carlos Peí±a.
Javier López desquició a la zaga azulcrema. Nadie lo descifró. Carlos Cisneros era un hombre que sirvió para engaí±ar a sus rivales e Isaac Brizuela encontró en el césped del Estadio Azteca su inspiración, la noche que siempre había soí±ado.
Baile tapatío. Delirio rojiblanco. El paseo de la pelota era celebrado por la fanaticada visitante. Los âolesâ eran ensordecedores en Santa írsula. La Monumental enmudeció por el drama de su equipo en el campo. El Rebaí±o Sagrado pleno en la cancha. Gozoso, alegre, feliz. Dominio absoluto del partido. Las íguilas indefensas ante los asedios, lucieron empequeí±ecidas ante su tribuna.
Duelo que estuvo parejo hasta los primeros 10 minutos. América tuvo llegada con la pelota parada y con su eterna apuesta a los destellos individuales. De Rubens Sambueza, por el que su directiva peleó para que jugara, pasó inadvertido.
Como cara opuesta. La dupla âChofisâ-âConejitoâ cargó con el peso del Guadalajara. Un pase filtrado de íngel Zaldívar encontró a López, mismo que sirvió para que Brizuela conectara con las redes (19â). Anotación que envalentonó a Chivas e intimidó a los americanistas.
La misma pareja rojiblanca gestó el segundo gol visitante. El dorsal â10â tapatío sirvió al âConeâ, quien ingresó al área para disparar. Ayudado con un desvío, selló su doblete al minuto 31. El 2-0 lució corto para lo visto en los primeros 45 minutos. El descanso sólo alivió a los azulcremas que estaban al borde de una debacle histórica demasiado temprano en el Clásico Nacional.
Ignacio Ambriz se vio obligado a ajustar en el complemento. Tuvo que darle ingreso a William Da Silva y a Michael Arroyo para tratar de acortar distancias en el tanteador y el funcionamiento. Fueron las cartas de la esperanza del técnico emplumado.
Guadalajara, lector perfecto del encuentro, supo que el contragolpe debía ser su arma. Matías Almeyda, su estratega, no mandó a su equipo a replegarse sin idea. Todo lo contrario. Con el balón, el peligro sobre la meta capitalina fue evidente.
Chivas encontró la puntilla para fulminar al americanismo con un testarazo de âGullitâ Peí±a al (86â). Fue la manera en que Guadalajara selló la humillación a las íguilas.
Los fieles azulcremas abandonaron a su equipo antes de acabar el juego. Supieron que el Rebaí±o les acaba de mancillar su centenario. La mancha rojiblanca al escudo americanista es indeleble. Guadalajara suelta la carcajada en el Clásico.
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