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Una nigropetense en Harvard

Cecilia Rosalía Enríquez Chávez forma parte de la nueva generación de médicos de Piedras Negras.

  • 1966

 

Piedras Negras, Coah.- De niña soñó con ser doctora, su paso por el CBTIS 34 lo confirmó, ahí estudió laboratorista clínica; a sus 27 años es médica por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey con maestría en salud pública de Harvard, número uno en el ranking académico de universidades del mundo.

Cecilia Rosalía Enríquez Chávez se dice “orgullosamente nigropetense”, nació en esta ciudad el 29 de julio de 1996, aquí vivió hasta los 11 años, después junto a su familia cambiaron su residencia a Ciudad Acuña, finalmente regresaron a Piedras Negras cuando ella ingresó a la preparatoria.     

Actualmente Cecy, como le llaman sus cercanos, colabora en el Institute for Healthcare Improvement de Boston, cuyo enfoque es trabajar para mejorar la calidad en salud, en donde aprendió de su mentora Jafet Arrieta, quien ha sido un pivote en el giro que dio su carrera, también es mexicana con maestría y doctorado de Harvard, institución que aseguró cuenta con una importante comunidad de connacionales.                                                                         

Inspirada en una película que vio a los 13 años y saber que lo fuerte para ella era la química y biología y no las matemáticas, se convenció que estudiar medicina era lo que quería, en lugar de ingeniería como sus padres.

“Confortar pacientes, consultar familias, que me dieran el privilegio y honor de acompañarlos en un momento que es difícil para cualquier persona al pasar de un estado totalmente sano a una enfermedad, y poder ayudar en el proceso de acompañamiento y recuperación, fue mi ilusión”.

Entrevistada en la casa de sus padres que visitó durante algunos días para formalizar su compromiso con su prometido Adrián Martínez, un ingeniero mecatrónico, Cecy cuenta que fue en la secundaria cuando tuvo con más claridad la visión de su carrera.

“Me esforcé un buen en la prepa, laboratorista es una de las especialidades con mayor exigencia académica, busqué siempre ser mejor de lo que fui un día anterior”.

Hacer las cosas mejor por nuestro país 

Al tiempo que estudiaba el bachillerato, Cecy buscó una beca en el programa “Colegios del mundo unido”, participan estudiantes sobresalientes del país con la oportunidad de cursar la preparatoria en el extranjero; tras pasar por seis etapas fueron elegidos sólo 14, ella ocupó el lugar 16.

“No se pudo, pero la experiencia me puso en contacto con otros estudiantes con ideas muy padres de hacer las cosas mejor por nuestro país y dije, también quiero ser como ellos que lograron irse y supe que podría estar a la altura de esas personas también”.

En su rol de guías y mentores, los padres de Cecilia, Juan Roberto Enríquez y Cecilia Chávez, han sido fundamentales en sus logros, de ellos recibió el apoyo para estudiar en el ITESM, luego de explorar otras opciones en universidades tanto públicas como privadas.

“El Tec era una tirada muy alta, en el año que apliqué se abría la Escuela de Medicina en Piedras Negras; al final les dije a mis papás quiero intentarlo, siempre estuvo claro el tema económico, conseguir una beca, de otro modo no podrían pagar, es una carrera de seis años de colegiaturas y manutención”.

Consciente de su compromiso se preparó para el examen, superó el puntaje solicitado y consiguió una beca del 80 por ciento, la máxima que ofrecen por talento académico, el resto lo solventaron sus padres, así emprendió en 2014 la aventura de comenzar lo que surgió como un anhelo de infancia. En marzo de 2020 cuando el mundo se enfrentaba a la pandemia del COVID-19, Cecilia acababa el último trimestre de su carrera. Sin ser obligados, estudiantes fueron convocados a ayudar en las líneas de atención para mitigar la desinformación que se generaba.

“Al estar en el frente de contención de algo que nadie entendía, creamos redes de apoyo a la población para despejar sus dudas con información verídica y de calidad y montamos un equipo de respuesta vía telefónica”.
Forma parte de la generación que se graduó vía Zoom “como la mayoría del mundo” -recordó ahora entre risas-.

“En 2021 en una ceremonia abierta, por fin me dieron mi título que era lo más importante”.

Como estudiante tuvo la visión de especializarse en pediatría y salud pública, durante su servicio social combinó la atención clínica en pacientes pediátricos, además apoyó en la vinculación de pregrado y postgrado de pediatría, en el Tec de Monterrey. 

La brecha entre lo público y lo privado 

Antes de la pandemia, Cecilia afirmó que tenía claro su deseo de ejercer la salud pública, razón que la llevó a buscar una oportunidad en el Instituto para la Mejora de la Calidad en Salud de Boston, en donde a la fecha continúa.          

“El COVID fue una oportunidad esencial para aprender más y era lo que se necesitaba en ese momento, se trataba de un patógeno altamente contagioso y nos dimos cuenta que los hospitales tuvieron fallas en sus procesos en calidad, en cómo atender un triage, las salas de emergencias, en tener protocolos y que pudiéramos atender más rápido a quien más lo necesitaba”.

En el caso de México, reconoció que el sistema de salud se saturó por la falta de procesos, que estaban diseñados pero mal implementados, a lo que se agregó el pánico al desconocer a qué se enfrentaba el mundo, hasta que se vio la luz hacia finales de 2021 con las vacunas.

La formación académica de medicina exige preparación en las áreas de pediatría, cirugía, ginecología y medicina interna, el Tecnológico de Monterrey ofrece un año adicional de internado en una subespecialidad que se puede cursar en el extranjero o en el país.

“En el último año que roté en las cuatro especialidades obligatorias, lo hice en lo privado y en lo público veía una brecha enorme entre lo que hacíamos en uno y otro, me llamaba mucho la atención que eramos las mismas personas, con los mismos procedimientos y tratamientos muy avanzados a personas con cierta condición en lo privado y la misma condición en lo público, sin poder hacer algo”.

Ver que sus pacientes recibían los conocimientos de la misma Cecy, la llevó a distinguir las adversidades que encuentran las personas que son atendidas en el sector público y que hacían difícil que se recuperaran, como la pobreza, desnutrición, falta de acceso a servicios, contaminación, situaciones que entendía estaban fuera de su control.

“Estaba aferrada a no quedarme de brazos cruzados y conformarme con darle la pastilla a una persona con la idea de que se tenía que curar, quería ir más allá y entender qué enfermaba a mis pacientes, qué era lo que hacía que no se curaran, la diferencia entre un privado y un público con la misma persona y el mismo conocimiento me daba un resultado diferente, en pacientes con la misma condición”.

Con palabras que denotan emoción, Cecy aseguró que en ocasiones obtenía respuestas esperanzadoras, médicos más experimentados le preguntaban qué podía hacer al respecto y cómo podía cambiar alguna cosa y reconoció que varias veces rompió reglas y protocolos que le pedían seguir en el sector público, porque ella consideraba hacer lo necesario para que el paciente saliera bien.

Verse realizada en el campo profesional que eligió, la ha llevado a reconocer que la medicina es una carrera altamente demandante, los médicos se enfrentan a lo que en inglés  llaman “burnout”, agotamiento laboral, incluso depresión.

“Dialogaba con mis compañeros, es como un ciego que guía a otro ciego, en ocasiones me sentía desesperanzada y ellos también, así nació mi necesidad de salir y encontrar algo más”.     

Una nigropetense en Harvard

En su aspiración por alcanzar sus objetivos, a fines de 2021 Cecy buscó a través de algunas plataformas aplicar para cursar una maestría en salud pública en Yale, Boston University y Harvard, en espera de los resultados, en febrero de 2022 recibió la notificación de las dos últimas como aceptada, en Yale, le informaron que quedaría en lista de espera.

La noticia para ella y sus familia fue estremecedora, lograr la oportunidad de estudiar en la universidad más antigua de Estados Unidos fundada en 1636, la llevaron a gestionar las becas necesarias para cristalizar su propósito.

Obtuvo el 25 por ciento por parte de la institución, además de ser becaria por la Fundación Mexicanos en Harvard, que financia a personas de este país para estudiar ahí hasta por 20 mil dólares y una beca especial en salud pública por 50 mil dólares, además gestionó un préstamo ante el Banco de México para manutención.

Son recursos de un fideicomiso que apoya a personas que tienen la oportunidad de aprender algo por nuestro país y luego regresarlos para que otros mexicanos tengan las mismas oportunidades.

“Fue hasta que me gradué en mayo de 2023, que me cayó el veinte de lo que estaba haciendo, conocí a personas increíbles, súper humildes, muy motivadas a hacer cambios positivos en diferentes regiones del mundo, además de una red de mexicanos tan grande en Harvard y ser tú, otro mexicano más que cumple ese sueño”.

Todos enseñamos, todos aprendemos                                                                                                              

A través del Institute for Healthcare Improvement, desarrolla en México un proyecto denominado “La hora dorada”, orientado a atender el cáncer infantil para aumentar la sobrevida de estos pequeños pacientes.

El objetivo es compartir experiencias con hospitales en el país y otros de Latinoamérica y aprender con ellos, nuestro lema es que “Todos enseñamos y todos aprendemos” ellos están al frente de la atención clínica, nosotros en el “background” en la planeación y diseño de protocolos y procesos, pero al final es toda una maquinaria que mueve al sistema de salud.

“No todo recae en los médicos, la persona que atiende en la puerta, el personal administrativo que genera un carnet, todos son importantes desde un enfoque de equidad, se busca generar igualdad y oportunidades para que todos reciban la salud que se merecen, que un niño en la sierra de Chiapas reciba el mismo trato y atención que un niño que llega a un hospital privado en Monterrey”. 

En la hora dorada, el objetivo principal es que cada niño con cáncer que se presente a urgencias con fiebre, reciba su antibiótico dentro de la primera hora de atención, por su condición son más propensos a tener infecciones de mayor gravedad que la población infantil sana.

En México, el sistema comenzó en 2018 como plan piloto en 23 hospitales, actualmente ha llegado a 85 tanto incluidas clínicas del IMSS, ISSSTE y el sector salud, lo que ha permitido incrementar la atención del 40 al 80 por ciento de pacientes.

“Un niño que no tiene cáncer puede soportar la fiebre un poco más a un niño que sí lo tiene, su salud se deteriora con mayor rapidez en las siguientes horas, con esta intervención se puede incidir a que su salud no se deteriore tan rápido y tener más tiempo de actuar, por eso se llama hora dorada, son esos 60 minutos en los que queremos que se cumpla y todos reciban su antibiótico”.

En el Día del Médico, la historia de Cecilia Rosalía Enríquez Chávez, es inspiradora para jóvenes que como ella buscan realizarse en esta profesión.

“Es una oportunidad inspirar a que otras personas persigan ese sueño que a lo mejor no ven tan cercano, pero hay que poner los mecanismos para que otros jóvenes también sientan que pueden aspirar y alcanzarlos, todos tenemos la capacidad, lo mejor es encontrar esa primera oportunidad de hacer un examen, de ahí lo demás es esfuerzo, dedicación y trabajar arduamente para conseguirlo”.

 

 

 

 

 

AFPR

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