Piedras Negras, Coah.- Son sólo unos metros los que separan a María de tierras norteamericanas, la mujer originaria de Honduras se desplaza en una silla de ruedas y lleva consigo a su hija de aproximadamente 11 meses, forma parte de las caravanas que han traído a más de 12 mil personas que han llegado a esta frontera con la intención de cruzar hacia Estados Unidos.
La tarde cae, pero es uno de los días con más alta temperatura entre la frontera de Piedras Negras, Coahuila, con Eagle Pass, Texas, son más de 40 grados centígrados que causan estragos, pero que no impiden que las personas en situación de migración cumplan su objetivo de cruzar el río Bravo.
María desciende de su silla de ruedas y se coloca un salvavidas amarillo con el que pretende mantenerse a salvo mientras cruza el afluente, a su hija la carga uno de sus acompañantes.
Es una familia compuesta por ocho personas, la mujer es la más vulnerable, lo mismo que su hija.
El trayecto ha sido muy difícil, por su condición, los caminos se tornan más complicados, pues al no contar con sus extremidades inferiores, requiere en todo momento la silla de ruedas.
Pero, ya en el río se complica más, primero la cruzan cargando, mientras otra persona carga la silla de ruedas. Llegan a un islote ubicado a un costado del puente del ferrocarril, por donde ha cruzado un número importante de personas.
Ahí el grupo descansa y se organiza sobre cómo cruzará la otra parte, mientras tanto María pide que le acerquen a su hija.
María relata que han pasado dos meses desde que salieron de su país natal, llegaron a Monterrey y subieron al ferrocarril, con las complicaciones que conllevan por su condición.
En todo momento está al pendiente de su hija, observa que esté bien, sin importar si a ella se le complique su integridad física.
En el primer intento la tratan de cruzar con el salvavidas, pero a medio río se enfrentan a una corriente fuerte que no les deja avanzar y regresan.
Es un momento dramático, la desesperación se apodera de la mujer de aproximadamente 35 años de edad y entra en pánico, mientras la regresan al islote llora.
Sus acompañantes la tranquilizan, pero María llora también por su hija y la pequeña también cae en llanto al no estar con su mamá.
María se desplaza arrastrándose para estar con su nena y se la entrega nuevamente a quien parece ser su papá, para que la cruce por si ella no logra hacerlo.
“No falta nada para la meta, son sólo dos metros, tranquila por favor. Si vamos a lograrlo”, le dice otro de sus acompañantes que parece ser su pareja al tiempo que le pide que respire hondo.
El hombre pide ayuda a otros jóvenes que cruzan, así entre un grupo de seis personas la cargan y logran pasarla a Eagle Pass, donde ya una unidad de la Patrulla Fronteriza espera.
Elementos de la Guardia Nacional cortaron previamente con una tijera los alambres de púas que evitaban el paso, y es por ahí donde por fin María llega a la camioneta, a donde la suben para darle atención.
En la orilla del río se quedó la silla de ruedas, pero también algunas pertenencias que por la situación, decidieron dejar.
La gente que observa a lo lejos siente alivio y esperanza porque María, pueda seguir adelante.
AAG
