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Sin agua, luz, médicos ni maestros… así tiene el narco a los pueblos que devora

En el Nuevo Poblado el Caracol, la comida escasea, atrapados por las bombas y balaceras de la guerra entre La Familia Michoacana y Los Tlacos.

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Por: Proceso

Chilpancingo.- Ya quedó muy atrás el prototipo de ciudad con calles bien trazadas de adoquín rosa y todos los servicios. Actualmente el Nuevo Poblado el Caracol es una trinchera para 200 personas abandonadas a su suerte y que sufren los estragos de una lucha criminal.

La población fue reubicada en este lugar en 1986, cuando la Comisión Federal de Electricidad construyó una presa hidroeléctrica en su territorio original. El Nuevo Poblado el Caracol, del municipio General Heliodoro Castillo, está enclavado en la Sierra Madre del Sur y bordeado por las aguas del Río Balsas. Su ubicación geográfica es estratégica para el avance en Guerrero de la organización criminal La Familia Michoacana.

Con dirección al sur, a 19 kilómetros en camino de terracería, se encuentra Tlacotepec, cabecera de Heliodoro Castillo y bastión de la organización Los Tlacos, a la que busca desplazar.

De lado norte, con dirección a la presa y a 42 kilómetros que se recorren en una hora con 20 minutos por carretera, está Aplaxtla de Castrejón, un municipio que ya padece la presencia de la primera organización.

La entrada al Nuevo Poblado el Caracol tiene dos filtros: el de los militares, quienes cuidan el acceso a la presa y que es paso obligado, y el instalado en su entrada por guardias armados apostados en un montículo y reforzado con una barricada de tierra y piedras.

Es por eso que los ataques con bombas artesanales, lanzadas desde drones, y armas de grueso calibre han llegado en tres ocasiones desde un cerro frente al centro de la comunidad y sólo separado por el caudal del río.

Vida alterada
Hasta antes de los bombardeos, los hombres se dedicaban a la siembra de maíz, frijol y calabaza. También a la pesca; las mujeres llevaban a vender las mojarras a Apaxtla y a Teloloapan.

Durante el año el clima cálido, lluvioso y de mucho frío en invierno, así como de abundante agua, es propicio para la siembra de mariguana y amapola en la región. En las últimas décadas la sierra de Guerrero ha sido la mayor productora de esos cultivos y es donde el Ejército ha erradicado el mayor número de hectáreas.

No es casual que en las inmediaciones de la localidad la entonces Procuraduría General de la República (PGR) haya edificado en 2003 una base aérea, de inteligencia y operaciones contra el cultivo y trasiego de enervantes en Guerrero, Durango, Sinaloa, Jalisco, Michoacán y Oaxaca.

Durante tres años parte de la población realizó el servicio doméstico de la base antinarco de la PGR, que contaba con un helipuerto, servicios médicos, habitaciones con aire acondicionado, gimnasio, aulas, plantas de luz, tortillería, panadería y biblioteca. La infraestructura hoy está abandonada.

Con el avance de La Familia Michoacana a Apaxtla fue suspendida la ruta de ese municipio al Nuevo Poblado el Caracol, después de que sujetos armados golpearon y amenazaron a los choferes de dos camionetas tipo Urvan y un taxi. El comercio hacía Apaxtla y Teloloapan fue suspendido.

Las lanchas están apiladas, boca abajo, en los patios; las parcelas abandonadas y los abarrotes de las tiendas se van agotando cada día. Lo mismo el maíz para hacer tortillas.

La población está en alerta permanente y los hombres hacen guardias. Saben que de un momento a otro los ataques van a regresar.

 

 

 

 

 

 

 

 

AAG

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