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Benedicto XVI, el Papa que vivía en el retiro

Benedicto XVI pidió perdón a las víctimas de pederastia, pero ante la falta de sanciones, su respuesta fue señalada como insuficiente.

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Por Agencia Reforma

Vaticano.- Su inesperada renuncia sacudió al mundo el 11 de febrero de 2013: Benedicto XVI era el primer Papa que se retiraba en casi 6 siglos. Hoy, la noticia de su muerte vuelve a conmocionar al mundo.

Después de que los escándalos de pederastia en el clero sacudiera a la Iglesia católica, el Papa emérito pasó sus últimos años en oración, junto a sus libros, en una vida en el retiro en el Monasterio Ecclesiae del Vaticano. Murió este sábado a los 95 años.

Roberto Regoli, uno de sus biógrafos basado en Roma, comentó en entrevista con REFORMA que si algo lo define es que fue un Papa creativo.

“El legado de Benedicto XVI es sobre todo su enseñanza, que es profunda, esclarecedora y previsora.

“Supo ser creativo, identificando nuevas soluciones a nuevos problemas pastorales y eclesiales: desde intervenciones en la liturgia con la forma extraordinaria (liturgia de San Pío V) como la creación de Ordinariatos para anglicanos que querían convertirse en católicos, y hasta la Concepción del Papa emérito. Un Papa verdaderamente creativo”, señala.

El sureño estado alemán de Baviera lo vio nacer un 16 de abril de 1927, en pleno ascenso del Partido Nazi de Adolf Hitler. Joseph Aloisius Ratzinger era el menor entre sus hermanos Georg y María. Los tres dedicaron su vida al servicio eclesiástico desde muy pequeños.

Tuvo una adolescencia marcada por la guerra. Aunque estudiaba en el seminario junto a Georg, la Segunda Guerra Mundial lo obligó a alistarse como soldado en las filas del Ejército alemán a los 16 años. Desertó casi al final, pero luego fue hecho prisionero. Tras el conflicto, volvió al seminario y una década más tarde se ordenó como sacerdote junto a su hermano.

Tras su ordenación, se dedicó a la academia como uno de los más respetados profesores de Teología en Europa. Era reconocido como un teólogo puro e innovador.

Además de culto, era músico. Tocaba el piano con talento, y era fanático de Mozart, de quien dijo que “consigue reflejar la respuesta luminosa del amor divino que da esperanza” incluso en medio del dolor.

Ratzinger era una destacada figura antes de convertirse en el máximo jerarca de la Iglesia católica. En 1977, fue nombrado como Arzobispo de Múnich y Frisiga, y más tarde cumplió uno de sus sueños de la infancia, según su hermano Georg, al convertirse en Cardenal. Esto le dio la oportunidad de participar en el cónclave de 1978, la reunión de Cardenales en la que se vota a un nuevo Papa.

Desde entonces, ya era muy cercano al Pontífice Juan Pablo II, quien luego lo nombró prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el órgano que custodia la correcta doctrina y conducta católica.

Fue precisamente ese cargo, según los teólogos, lo que le permitió consolidar el Papado de Juan Pablo II.

Incluso fue por ello que su elección como Papa, tras la muerte de Karol Józef Wojtyla en 2005, fue vista por algunos sectores como una continuación de la línea conservadora en la Iglesia.

Se caracterizó por su posición contra el aborto, el sacerdocio femenino y las personas homosexuales. Nada fuera de lo normal según el dogma, enfatiza Regoli, profesor de la Pontificia Universidad Gregoriana y autor del libro El pontificado de Benedicto XVI: Más allá de la crisis de la Iglesia (Encuentro, 2018).

“¿Podría haber sido de otra manera? Teológicamente, su posición era intachable”, destaca.

“La posición de Benedicto XVI era la de la Iglesia católica, según la Biblia, el Magisterio y el pensamiento católico centenario. Es una herencia compartida en el catolicismo. En este sentido, el Papa se puso en defensa de los más frágiles y descartados (desde el embrión hasta los enfermos, pasando por los discriminados)”, explica.

El Pontífice también intentó tender puentes con otras religiones del mundo, en momentos en que por primera vez los musulmanes superaban en número a los católicos. Visitó mezquitas, oró junto a clérigos musulmanes, y realizó encuentros además con cristianos, judíos, y drusos.

“Un Papa capaz de hablar y convencer a las personas que estaban lejos del catolicismo: supo representar un catolicismo en diálogo con otras tradiciones culturales”, afirma Regoli.

La respuesta que dio a los escándalos de abusos sexuales en el clero que estallaron durante su Papado decepcionó a muchos de sus seguidores y a las víctimas.

Aunque se le atribuye ser el primer para que Papa pidió perdón a las víctimas por los abusos, y luego declaró tolerancia cero a estas conductas y separó del ministerio a algunos de los implicados, su respuesta fue considerada como insuficiente para los miles y miles de afectados que buscaban algo más que una condena en palabras.

La polémica fue creciendo al calor de más revelaciones sobre su encubrimiento de esos abusos. Un informe revelado a inicios de este año dio cuenta de al menos 497 víctimas de abusos en la Diócesis de Múnich por parte de 235 religiosos entre 1940 y 2019.

Ratzinger, como Arzobispo de dicha Diócesis en ese tiempo, estaba al tanto de las denuncias de pederastia, pero entonces no hizo nada ni después como prefecto para la Doctrina de la Fe ni como Papa, señala a REFORMA Alberto Athié, ex sacerdote y activista de derechos humanos.

Uno de los acusados fue el líder de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, acusado de abusar sexualmente de al menos 60 menores. Athié asegura que, por indicaciones del nuncio en México, tuvo que escribirle una carta al entonces prefecto para la Doctrina de la Fe para ponerle al tanto de la situación.

“(Pero) eximió a Maciel diciendo que era muy querido del Papa (Juan Pablo II), que había hecho mucho bien a la Iglesia, y que no era prudente abrir su caso”, apunta Athié.

“En ese momento, (Ratzinger) era la máxima autoridad de la Iglesia antes del Papa o después del Papa en atender asuntos de heterodoxia y heteropraxis porque era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, (…quien vigila) las sanas costumbres morales de la Iglesia (…) Por eso me salí (del sacerdocio)”.

Cuando anunció que se marchaba, en febrero de 2013, tras ocho años de papado, expuso que su avanzada edad lo había dejado sin fuerzas para ejercer “adecuadamente” su ministerio, por lo que abría el camino para que el cónclave eligiera a un sucesor “más fuerte de espíritu y de cuerpo”

Pasó el resto de su vida en el retiro y en oración, con frecuentes visitas de su sucesor, el Papa Francisco, y de otros clérigos cercanos.

La noticia falsa sobre su supuesto fallecimiento que circuló el pasado 13 de julio preparó el escenario sobre su muerte, que ocurrió finalmente el 31 de diciembre.

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