
En ocasiones los dirigentes sindicales dejan ver signos de riqueza cuando hacen ostentación de sus prendas
Por: AgenciasÂ
Ciudad de México.-Â Como fue lo que sucedió en Los Pinos, durante la firma del Acuerdo para el fortalecimiento económico y la protección de la economía familiar, cuando pudo ser observado como âel secretario general de la Confederación de Trabajadores de México, Carlos Aceves del Olmo, lucía un reloj de la marca Patek Philippe, valuado en más de 400 mil pesos (casi 20 mil dólares), al tiempo que hablaba sobre mejorar la situación de la clase trabajadora.â (Milenio, 10 de enero 2017)
Ese hecho no pasó desapercibido en las redes sociales y algunos usuarios manifestaron su indignación y reclamaron congruencia a estos personajes que salen a pedir la austeridad que ellos son incapaces de practicar, es el caso específico de Carlos del Olmo, pero también de los dirigentes eternos de los sindicatos que a la sombra del PRI y la protección del presidencialismo, disfrutan de una vida de lujos y excesos, financiada por los favores que cobran al gobierno y a los empresarios. La estabilidad social, política, salarial y de precios tiene un costo y ese lo ponen los émulos y herederos de Fidel Velázquez.
En las redes sociales la ocasión fue aprovechada para extender la observación hacia algunos funcionarios públicos que gustan también de los relojes de elevado precio. Es el caso del secretario de Trabajo, Alfonso Navarrete Prida, a quien hace tres aí±os le robaron en el centro comercial Antara Polanco su reloj Patek Philippe.
El titular de la Semarnat, Rafael Pacchiano, âposee cuatro relojes: un Rolex Submariner, valuado en alrededor de 100,000 pesos; un Rolex GMT Acero, de 117,000 pesos; un Audemars Piguet Royal, de 106,000 pesos, y un Panerai Luminor Marina, de 75,000 pesos.
Miguel íngel Osorio Chong, secretario de Gobernación ha tenido apariciones públicas portando lo que, según un experto en la materia podría ser un Hublot, cuyo modelo más barato rebasa los 98 mil pesos,â entre otros. (Economiahoy.mx, 10 de enero 2017)
Hace meses se sabía que se tenían que dejar de subsidiar las gasolinas. Estaba previsto que se realizaría en 2018, pero algún genio de las finanzas y la política determinaron que se tenía que ejecutar al empezar 2017, despreciando el contexto de incertidumbre internacional por la llegada de Donald Trump al poder, con todo y sus amenazas contra los intereses de México, con el peso en caída libre frente al dólar, cuando los precios internacionales del petróleo son bajos, la corrupción no disminuye y los casos de políticos corruptos e impunes se exhiben en los medios. Con estos y otros elementos en el escenario, el presidente Peí±a Nieto determinó subir el precio de las gasolinas, lo que desató el enojo e indignación de grupos diversos en todo el país.
Para atenuar el disgusto social que se expresó en las calles y escaló en algunas ciudades al saqueo y vandalismo, espontáneo o inducido, pero real, Peí±a Nieto manifestó que no habría marcha atrás y que su decisión era para salvaguardar la economía y las finanzas nacionales en un contexto de adversidad internacional, desde el que se había originado la elevación en los precios de las gasolinas.
Ante la permanencia y crecimiento de la protesta el presidente Peí±a recurrió a la fórmula de los gobiernos del PRI, del final del siglo veinte, de convocar a los factores de la producción para acordar compromisos que crearan condiciones de estabilidad económica y política.
Como lo hicieran sus antecesores, Peí±a Nieto convocó, parece que de manera apresurada, a los dirigentes de los sindicados afines al PRI, como la CTM, CROM, los agricultores y campesinos agrupados en la CNC y la CCI así como a los empresarios que estuvieron en Los Pinos a través del poco representativo Consejo Coordinador Empresarial.