Estadio Azteca .- Al América nunca se le puede dar por muerto, las Águilas son un equipo que siempre sobresale ante la adversidad y una muestra de eso fue la manera agónica en la que le empataron 3-3 sobre la hora a Santos que exhibió varias de las carencias defensivas de la Tanoneta.
América no se desesperó, no dio su mejor partido pero el hambre que tiene este equipo fue la clave para remontar a Santos que tenía el partido en la bolsa y que se lo sacaron en unos cuantos minutos al final del partido.
América no fue el de otros partidos, por primera vez en esta racha se encontró a un equipo que salió a proponer, a faltarle el respeto en su cancha, algo que ningún otro había hecho y por eso no se habían visto así de vulnerables los azulcremas.
La noche mágica de Leo Suárez empezó a los ocho minutos con un golazo entrando por derecha y cruzando a Memo Ochoa, y aunque América reaccionó muy rápido con una anotación de Henry, los laguneros no se intimidaron.
Suárez fue una amenaza para la defensa, Luis Fuentes y Néstor Araujo se cansaron de corretear al argentino que a los 17’ le repitió la dosis a su exequipo con una calca del primer tanto.
América en el segundo tiempo intentaron pero se encontraron con un imponente Carlos Acevedo, quien lejos de verse disminuido anímicamente por el despreció de Gerardo Martino al no estar en la lista para la Fecha FIFA, se plantó de manera extraordinaria bajo los tres palos.
El artillero colombiano Harold Preciado parecía dictar sentencia con el 3-1 tras un rebote concedido por Ochoa, pero la sangre azulcrema hizo despertar a las Águilas.
Sobre el final del encuentro un error de Santos le dio vida a las Águilas, un autogol de Hugo Rodríguez fue la manera en la que América se acercó en el marcador, y fue entonces que apareció el Azteca, los más de 30 mil aficionados se metieron, apretaron y de paso le sacaron el empate con un certero cabezazo de Federico Viñas.
