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Renunciar a tiempo puede ser la decisión más inteligente de tu vida

Cuando abandonas, en muchas ocasiones no pierdes, más bien ganas. Algunos te dirán que eres un fracasado, pero no les hagas caso

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Cuando abandonas, en muchas ocasiones no pierdes, más bien ganas. Algunos te dirán que eres un fracasado, pero no les hagas caso

Por: Zócalo  Espaí±a.- El psicólogo Tomás Navarro explica en este artí­culo por qué a veces no tiene sentido perseguir algo inalcanzable, una de las claves que cuenta en su libro ‘Piensa bonito’, cuyas principales ideas comparte cada 15 dí­as en ABC Bienestar Pensar bonito es saber decir basta, parar a tiempo, dejar algo a medias, renunciar a algo inalcanzable. En realidad esa renuncia nunca es un abandono, es una decisión inteligente. No tiene ningún sentido seguir empeí±ado en perseguir algo inalcanzable. A veces nos venimos muy arriba con nuestras expectativas, a veces nos engaí±an y a veces nos enamoramos de ideales, sueí±os o personas que no merecen nuestro esfuerzo y pasión. A veces tardamos en darnos cuenta, a veces nuestra vida cambia, a veces nuestras prioridades son otras y todo ello no implica que debamos seguir perseverando en algo que no tiene sentido. De hecho esa es la clave, una vida bonita es una vida con sentido, fiel a nuestras prioridades, flexible y dinámica. Insisto, no es una renuncia es una decisión inteligente, pero vamos que si es una renuncia a tiempo tampoco no pasa nada. No tiene sentido seguir avanzando por un camino que no nos lleva a ningún lado. La vida es cambio Cuando abandonas, en muchas ocasiones no pierdes, más bien ganas. Algunos te dirán que eres un fracasado, pero no les hagas caso, la vida es cambio y ser capaz de aceptar el momento en el que debes dejar un objetivo para pasar a otro es seí±al de inteligencia, flexibilidad y buen jucio. Pero permí­teme que me centre en un tipo de casos habitual, una situación que, cuando se da, provoca mucho dolor. A menudo algunas personas poco respetuosas y aprovechadas camuflan como amor lo que en realidad es codicia, una actitud parásita o un abuso. Bajo la aparente intención de formar una pareja, a menudo hay intenciones como por ejemplo disfrutar de los beneficios de la compaí±í­a de una persona importante y de un nivel socioeconómico al que no podrí­a tener acceso de otro modo. Con el tiempo algunas de estas personas se dan cuenta de las intenciones de su aparente candidato a pareja y de cómo la tensión sexual con la que jugaba en realidad no iba a parar a ningún lado. A menudo, a pesar de que pone fin al juego, se sigue enganchado a lo que se ha vivido y sufrido y, a menudo, se cree que tratando de hacerle saber a la parte aprovechada que se habí­a portado muy mal se cerrará esa mala experiencia. La realidad es que a menudo, en cada interacción que se tiene, bien sea para cerrar la etapa, para vengarse o para tratar de tener la última palabra, no se siente más que dolor y un nuevo pensamiento de tinte obsesivo que atormentaba dí­a y noche. Me gustarí­a compartir con mis queridos lectores de ABC Bienestar el mismo ejemplo que suelo utilizar con estas personas, el de ‘Moby Dick‘ el clásico relato del escritor Herman Melville. En esencia la obra narra la autodestructiva y obsesiva persecución de una ballena blanca. El capitán Ahab nunca consiguió alcanzar su objetivo, cazar a la gran ballena blanca. En su persecución pierde la salud fí­sica, la salud mental y la vida. Pues algo parecido pasa cuando nos obsesionamos con la venganza o con la necesidad de tener la última palabra con una persona tóxica. Si te reconoces como la persona de la que han abusado, a la que han engaí±ado y de la que se han aprovechado tienes que saber que estás fuera de tu medio. Una persona tóxica que ha abusado de ti jamás saldrá de su medio, como ‘Moby Dick’, nunca entrará en tu lógica y por lo tanto siempre jugará con ventaja ya que sabe como provocarte dolor, como jugar contigo, qué teclas tocar para provocar las emociones que quiere y cómo generarte inseguridad. Si has sido ví­ctima de una persona tóxica, lo mejor que puedes hacer es marcar distancia y dejarlo estar. Olvida la venganza, no trates de hacerle comprender nada, no creas que piensa como tú. Tan solo déjalo estar, cambia de prioridades, cierra ese capí­tulo, acepta y entiende y en un acto de valor y de dignidad cierra ese capí­tulo. Eso sí­, cuanto antes mejor. Por ti, por tu salud mental, por tu salud fí­sica, para no terminar como el capitán Ahab. Ah, y una cosa más, no creas que es un fracaso, ni mucho menos, es una de las decisiones más inteligentes que tomarás en tu vida.
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