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Las consecuencias de una guerra, y en el peor momento posible

Podemos subestimar a Rusia como economía, pero no como origen de numerosas materias primas que determinan nuestra capacidad productiva.

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Por Forbes México no es una economí­a que presente una alta exposición a la guerra entre Rusia y Ucrania. Sin embargo, ello no la ampara ante posibles consecuencias económicas. Pese a que hablamos de una guerra que presenta un impacto limitado en la economí­a, ello no quiere decir que la economí­a de México, así­ como otras economí­as de América Latina, que pueden creerse libres de repercusiones por lo ocurrido en el este de Europa, estén exentas de posibles impactos, posibles shocks, que este conflicto bélico podrí­a generar. Pues hay que decir que son muchos los kilómetros que separan México de Rusia y Ucrania, pero, en realidad, hablamos de muy pocos si tenemos en cuenta los eslabones que unen a estas economí­as en el contexto económico. En principio, la exposición que tiene México en este conflicto, atendiendo a los datos que ofrece el Banco Mundial, no es preocupante. Si atendemos a los principales indicadores de comercio, que muestran el principal ví­nculo económico entre estos dos paí­ses, vemos que tanto las importaciones como las exportaciones que se producen entre Rusia y el paí­s azteca no superan, ni en el mejor de los casos, el 1% del total. En otras palabras, estamos hablando de una capacidad muy limitada y que no serí­a suficiente para mermar el PIB mexicano. La capacidad que tiene Rusia en el aspecto macroeconómico, a la luz de los datos y las estadí­sticas, es muy limitada. Pese a que la narrativa periodí­stica haya hecho alusión a Rusia como una superpotencia, hablamos de una economí­a de segunda lí­nea, que no presenta un poder como para lastrar la recuperación en occidente. Tanto si observamos el PIB per cápita como si observamos el PIB nacional, vemos que la economí­a rusa se encuentra a aí±os luz de ser una superpotencia mundial, y muy lejos de esas otras superpotencias que, en estos momentos, aplican sanciones para mermar, todaví­a más, la capacidad rusa. Sin embargo, pese a que hablemos de una economí­a que podrí­a tener poco impacto en el orden geopolí­tico y, más aún, en la propia economí­a global y el PIB mundial, sí­ debemos entender el peso de Rusia como proveedor de numerosas materias primas que se usan en la elaboración de muchos otros bienes que se adquieren en occidente. Desde el gas natural hasta el petróleo, pasando por el trigo, los cereales, entre otras muchas materias primas, son consecuencia de la producción rusa. En otras palabras, podemos subestimar a Rusia como economí­a, pero no como origen de numerosas materias primas que determinan nuestra capacidad productiva y nuestro poder adquisitivo en tanto en cuanto suben o bajan su valor. Y es que es importante tener esto en cuenta, pues si la situación hubiese sido otra, los efectos de esta guerra en la economí­a hubieran sido, incluso, asumibles –siempre excluyendo el coste humano– por todo el planeta. Sin embargo, hablamos de una situación en la que las economí­as luchan por recuperarse. Una situación en la que las economí­as salen de una crisis que deja unas consecuencias que podrí­an tildarse de históricas para muchas economí­as. En resumen, hablamos de una guerra que llega en el peor momento posible, y eso, pese a la baja exposición, empeora las cosas. En esta lí­nea y como vemos diariamente en las noticias, la economí­a mexicana, en consonancia con el resto del mundo, sigue atravesando los efectos de una inflación que escala a máximos. La recuperación económica que vive el planeta, y especialmente en el caso de México, se ha ralentizado notablemente al son de los sucesos que se han ido dando en nuestro planeta. En otras palabras y como decí­amos, la situación económica que presenta México, así­ como otras muchas economí­as, es bastante destacable, pues, lejos de ser la idí­lica, podrí­amos decir que hablamos de la peor situación de los últimos 30 aí±os. Además, cuando hablamos de México, así­ como de otras economí­as de América Latina, esa situación de debilidad se acentúa aún más. Pues debemos saber que, al hablar de estas economí­as, hablamos de economí­as que cuentan con menos recursos para aguantar esta tensa situación. En lo que respecta a la respuesta fiscal adoptada, las ayudas desplegadas, así­ como otros factores que condicionaban claramente esta recuperación, México, así­ como otras economí­as en desarrollo, también han sufrido carencias respecto a estas economí­as desarrolladas. Para que nos hagamos una idea, si las economí­as están debilitadas y en su peor momento por la crisis que hemos atravesado, las latinoamericanas, y especialmente la mexicana, están en peor situación aún, por lo que cualquier soplo de aire, por leve que sea, puede ponernos en peligro. Y es por esta razón por la que no debemos quitar la vista de Rusia. Pese a la falta de elementos mediante los que transmitir las consecuencias de este conflicto a la economí­a mexicana, la guerra pretende intensificar esas presiones inflacionarias, dando lugar a una necesaria respuesta por parte de unos bancos centrales que, queriendo combatir la inflación con la polí­tica monetaria y fiscal, podrí­an verse en la obligación de actuar antes de tiempo y frenar aún más la recuperación. Teniendo en cuenta que México ha vivido dos contracciones en los dos últimos trimestres, esta situación deberí­a mantener ocupado, como poco, al presidente. Pues se suele decir que en economí­a todo está conectado, de la misma manera que se estudia cómo impactan unas variables en otras. Sin embargo, en un mundo globalizado, y en el que México se ha convertido en un agente comercial de destacada importancia, esta conexión es total.
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