
El obispo Francisco Villalobos Padilla falleció esta noche a la edad de 101 aí±os víctima de secuelas de Covid-19, en un Hospital privado.
Por Carlos Rodríguez
Saltillo, Coah.- El obispo Francisco Villalobos Padilla falleció esta noche a la edad de 101 aí±os víctima de secuelas de Covid-19, en un Hospital privado del Norte de la Ciudad al que ingresó la tarde de este jueves, justo a una semana de que la prueba del SARS-CoV-2 salió positiva.
Por su cercanía con la gente, sus coscorrones episcopales, su amabilidad y buen humor, sus largas homilías , por haber organizado la catequesis, poner las bases para la creación de la Diócesis de Piedras Negras, imponer sus manos para ordenar a más de 100 sacerdotes, y por su perseverancia en el cumplimiento de su ministerio, Don Francisco Villalobos Padilla, es ya una de las columnas que edificaron la Diócesis de Saltillo.
Haber vivido 101 aí±os de vida es una bendición, pero hacerlo con la lucidez mental de don Francisco es también un don excepcional. Conforme su cuerpo se fue deteriorando, su espíritu se fue engrandeciendo. Le costaba dar cada paso cuando iba a la Catedral, pero le costaba más quedarse en casa, por lo que iba incluso en silla de ruedas a oficiar la misa de 12 del medio día.
De origen jalisciense, pero corazón saltillense.
Llegó a Saltillo en 1971 procedente de Guadalajara, dónde era vicerector del Seminario, con la encomienda de ser obispo auxiliar de Don Luis Guizar Barragán, y aunque al principio tenía recelo en aceptar la misión diciéndose no apto para ser obispo, abrazó su apostolado con determinación y nunca más se fue de esta Diócesis.
Fue obispo titular de 1975 al aí±o 2000 cuando entregó las riendas de la Diócesis de Saltillo a Fray Raúl Vera López, desde entonces buscó mantener un perfil bajo, pero deseo quedarse a vivir aquí pues aunque es de origen jalisciense a lo largo de 5 décadas su corazón se volvió saltillense.
Aunque por su puesto que su natal Guadalajara en dónde nació el 1 de febrero de 1921 siempre mantuvo un lugar especial en su corazón, por eso iba a visitar a sus familiares 2 veces al aí±o, en navidad y en pascua de resurrección.
Francisco Raúl nació del amor entre su padre y su madre María del Refugio Padilla quienes engendraron a 13 hijos, de los cuales Francisco y otros 3 fueron de la vida consagrada.
Su legado en la Diócesis de Saltillo.
Sin duda don Francisco fue un visionario que puso las bases para la operatividad que requería la Iglesia Católica de cara al nuevo milenio, así fundó el seminario menor para el florecimiento vocacional, organizó la catequesis infantil con la creación del Secretariado Diocesano de Evangelización y Catequesis que es un modelo que se implementó en otros lugares del país y sentó las bases para que naciera la Diócesis de Piedras Negras.
En sus logros se nota su ímpetu por que las nievas generaciones tuvieran una adecuada formación religiosa, pues él durante su etapa como seminarista, batalló por ser el tiempo en que el Estado quería imponer una educación laica y socialista. Y no tenía una sede fija, los aspirantes al sacerdocio tomaban clases en los anexos de los templos, a dónde se dirigían en grupos pequeí±os para no levantar sospechas.
Un pastor amoroso que se ganó el carií±o del rebaí±o.
Monseí±or Francisco Villalobos fue apodado el obispo bueno por la feligresía, quienes no encontraron mejor adjetivo para describir la esencia del hombre que rompía la solemnidad saludando a los pequeí±os a los que se dirigía como compadritos o comadritas, a los jóvenes y adultos les daba un coscorrón episcopal y siempre saludaba con una sonrisa.
Pero además de su carácter era su disposición lo que lo hizo tan cercano a la gente, pues estaba dispuesto a acudir a bendecir un negocio, una casa, celebrar una boda, un bautizo una misa de exequias o dar un consejo en privado.