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Científica afirma que meterse en agua a bajas temperaturas podría ayudar a pacientes a vencer el long Covid

La sola idea puede hacer tiritar a la mayoría, pero para la doctora y especialista en células asesinas naturales se trata de un adictivo deleite. 

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La sola idea puede hacer tiritar a la mayorí­a, pero para la doctora y especialista en células asesinas naturales se trata de un adictivo deleite.

Por: Grupo Zócalo 

Ciudad de México.- La manera en que la investigadora Angélica Cuapio (CDMX, 1981) consiguió recuperarse de la fatiga crónica, palpitaciones, dolores articulares y otras secuelas que dos infecciones de Covid-19 le dejaron es para ponerse a temblar.

En lugar de chamarra, gorro y bufanda, cuando la nieve pinta de blanco el nórdico paisaje en Estocolmo, Suecia, Cuapio toma su traje de baí±o y se sumerge en el lago congelado.

Aficionada a la natación desde nií±a, la doctora en inmunologí­a comenzó a nadar el verano pasado en un lago en Estocolmo, donde radica hace cuatro aí±os, y la disminución de temperaturas con la llegada del invierno, lejos de frenarla, la llevó a incursionar en la crioterapia, una práctica que consiste en la exposición corporal a bajas temperaturas.

La sola idea puede hacer tiritar a la mayorí­a, pero para la doctora en inmunologí­a y especialista en células asesinas naturales se trata de un adictivo deleite, y no precisamente por el hecho de que en realidad el agua llega a estar menos frí­a que el ambiente arriba en la superficie.

En el lago realiza inmersiones con el agua a casi 0 grados Celsius.

“Durante este tiempo noté cómo mi ánimo mejoró, también todo el aspecto psicológico; es decir, me sentí­a ya más concentrada al leer, con mucha energí­a, muchas fuerzas para hacer actividades.

“Yo dirí­a que me recuperé en un 90, 95 por ciento del long Covid”, comparte la investigadora del Centro de Enfermedades Infecciosas del Instituto Karolinska.

La clave puede estar en el impacto que el choque térmico tiene en distintos sistemas, como el circulatorio, el nervioso o el endocrino, o la elevación de citocinas con propiedades antiinflamatorias que esto provoca.

La cientí­fica busca aprovechar este campo fértil para la investigación, convencida de que la crioterapia puede ser una medida para prevenir y tratar enfermedades, por lo que incluso recomienda empezar por un regaderazo de agua frí­a.

¿A qué se debe?

Como cientí­fica, Cuapio ha buscado comprender las causas por las cuales su salud se ha fortalecido a partir de estos extremos chapuzones de agua helada, encontrándose con una poco actualizada e insuficiente base experimental en la materia.

Especí­ficamente, las investigaciones cientí­ficas alrededor de las inmersiones en agua frí­a y su efecto en el sistema inmune son muy pocas y se realizaron en la década de los 90, ejemplifica. Lo que hay al dí­a de hoy son estudios sobre una respuesta a nivel de otros sistemas, como el circulatorio, el nervioso o el endocrino.

“Uno de los estudios más grandes realizado el aí±o pasado se trata sobre su efecto en la remodelación de la grasa parda, o sea, la grasa que tenemos de forma más innata, que es la que nos ayuda a poder regular la temperatura y la que se utiliza más en los tiempos frí­os; cuando estás expuesto a la nieve, al frí­o fuerte, esta grasa se activa.

“Lo que encontraron es que hay una asociación del metabolismo, el cual se activa más cuando estamos expuestos a cambios drásticos de temperatura”, expone la investigadora. “En esos momentos de gran choque térmico es cuando ocurre toda esta remodelación de la grasa parda, la que nos ayuda a regular la temperatura corporal”.

Un resultado importante en algunos estudios, continúa Cuapio, apunta a una elevación de citocinas con propiedades antiinflamatorias, como la interleucina-10 (IL-10).

“El agua frí­a hace que aumenten algunas proteí­nas antiinflamatorias y que disminuyan unas proinflamatorias”, refrenda la investigadora, recordando que estas últimas están involucradas en los casos de mayor gravedad de Covid-19 por la inflamación crónica que provocan.

“Con estos estudios sí­ se ha visto que hay ese aumento de las (citocinas) que nos ayudan y una disminución de las que no nos ayudan. Las proinflamatorias en este caso son, como en el Covid, la IL-6, interferón, TNF y otras. Son las más comunes en infecciones, por ejemplo”.

Pero, sobre todo, Cuapio refiere hipótesis acerca de que la exposición al agua frí­a estimula las células del sistema inmune adaptativo, además de disminuir el sí­ndrome de fatiga crónica -como el que ella padeció por el long Covid-.

“Eso es lo que se sabe hasta ahora. Entonces, hay un gran campo ahí­ abierto para poder hacer investigación, y ese es mi propósito de este aí±o; ya vimos la posibilidad de solicitar financiamiento de unas fundaciones suecas que apoyan proyectos que pueden tener algún impacto en la salud, preferencialmente tratamientos preventivos y naturales.

“En este caso, yo estoy realmente convencida de que la crioterapia o las inmersiones o baí±os con agua frí­a pueden ser una medida a nivel de salud pública con la que las personas pueden prevenir, tratar y, posiblemente, hasta curar enfermedades. Esto ya es muy exagerado, pero existe la posibilidad de que pueda ser una medida terapéutica complementaria”, estima la investigadora.

Como especialista en el estudio de las células asesinas naturales, Cuapio es particularmente entusiasta respecto al importante papel que estas podrí­an jugar en la respuesta a la crioterapia, de acuerdo con lo hallado hasta ahora en estudios animales.

Y es que, relata la mexicana, en ratones expuestos al agua frí­a de forma constante durante seis meses sus linfocitos fueron más citotóxicos, es decir, con mayor capacidad para matar células indeseadas, por lo que lograron disminuir la cantidad de tumores inducidos a diferencia de ratones no expuestos a las bajas temperaturas.

“Eso es algo interesantí­simo, porque si es verdad, o sea, si se hacen estudios de forma más detallada y se confirma que esto (la crioterapia) ayuda en los tratamientos contra el cáncer, puede ser una medida muy práctica.

“Entonces, termina teniendo un impacto a nivel de salud pública, a nivel de medicina preventiva y a nivel de medicina general”, subraya Cuapio.

https://www.instagram.com/p/CYhRzF9pWdL/?utm_source=ig_embed&ig_rid=7638d806-3a83-4236-bf25-c2dddaa187cc En lo que nuevas investigaciones son puestas en marcha y comienzan a arrojar resultados, la investigadora Angélica Cuapio apela al propio bienestar que experimentó a través de la crioterapia para recomendarla a los demás. Aunque no en un lago o masa de agua natural congelada -como han venido haciendo en aumento en paí­ses como Escocia, Irlanda, Reino Unido, Estados Unidos o Canadá-, sino empezando por algo sencillo y accesible a la mayorí­a, como puede ser un regaderazo de agua frí­a. “Lo que recomendarí­a yo es comenzar al final de la ducha por un segundo; al siguiente dí­a, si quieres, 3 segundos; después 5, y poco a poco ir aumentando hasta que llega un momento en que tu cuerpo se aclimata, se empieza a adaptar. No es algo que ocurre de la noche a la maí±ana, sino que toma tiempo. “Este remodelamiento de la grasa parda no ocurre de un momento para otro, necesita tiempo, necesita adaptarse y eso puede pasar relativamente rápido si te baí±as diario al final de la ducha con agua frí­a”, expresa Cuapio, exhortando a hacerlo sólo si se asocia con un efecto placentero, como ha sido en su caso. De hecho, su disfrute por esta práctica es tal que lo que comenzara como algo terapéutico se ha vuelto un pasatiempo y hasta una habilidad competitiva, pues la investigadora participará este 5 de febrero en el Campeonato Sueco de Natación de Invierno en Estocolmo, donde radica hace cuatro aí±os. Una carrera de carácter lúdico, pero no por eso menos competitiva, que se lleva a cabo en un gran lago de una reserva natural, y en la que Cuapio, la única mexicana participante este aí±o, está registrada en tres categorí­as: 25 metros crol, 25 metros pecho y relevos 4 por 25 metros. “Estoy en la posición de estar tan agradecida con la vida porque tengo esta oportunidad, porque me recuperé del long Covid y ahora hasta puedo nadar a un nivel competitivo, que entonces creo que (la carrera) es algo que tengo también que valorar y respetar, por eso he estado entrenando y preparándome. “Al menos voy a dar lo mejor que pueda, aunque no gane, pero lo hago con carií±o”, comparte la mexicana, lista para dar este significativo y helado chapuzón.
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