El actor, quien hoy cumple 97 aí±os, confiesa que está harto del encierro
Por: Grupo Zócalo
Ciudad de México.- âDesde Macario me hice ahijado de la muerte, soy ahijado de la muerte y no me llevóâ, dice Ignacio López Tarso soltando tremenda carcajada desde su estudio, donde ha aprendido a conectar con miles de personas usando una tablet. En 1960 protagonizó una de las películas más queridas y de culto para los mexicanos, Macario, en la que su personaje, en extrema pobreza, se va a la montaí±a con un guajolote que le dio su esposa para comérselo él solo, pero en el camino se topa con tres personajes que le piden de su comida, entre ellos, la muerte.
El actor, quien hoy cumple 97 aí±os, confiesa que está harto del encierro, de no poder hacer tremenda comilona con sus hijos, nietos y bisnietos, pero también bastante harto de ser un actor con exclusividad vitalicia en Televisa y que no lo busquen para trabajar.
âSigo siendo actor exclusivo pero no trabajo, no me llaman, eso me molesta. Televisa ya no me llama, yo quiero que me den trabajo. ¡No me buscan! Eso es muy malo, creen que a los 97 aí±os soy un cascarón allí olvidado, que ya no se levanta de la cama. ¡Pues no! Yo estoy muy activo, todavía física y mentalmente puedo hacer cualquier personaje de mi edad, hay muchosâ.
Acompaí±ado de su hijo Juan Ignacio, quien lo ayuda a usar la tecnología para conectar con el público, comparte que ya tiene sus dos vacunas y el próximo mes le pondrán la tercera.
â¡Esto ya no se puede soportar! Dos aí±os de encierro y sigue el temor, hay que cuidarseâ.
Antes de entrar a la pandemia, López Tarso, nacido el 15 de enero de 1925, estaba haciendo la puesta en escena Una Vida en el Teatro, de David Mamet, junto a Juan Ignacio, quien siguió sus pasos en la actuación.
Con él incursionó y saturó el teatro virtual con la lectura dramatizada de puestas en escena como Leonardo y la Máquina de Volar, y luego estrenó Macario, el Ahijado de la Muerte y Melville en Mazatlán. También comenzó a usar activamente su Facebook, y asegura que le gustaría retomarlo y compartir más de su vida personal, especialmente de sus hijos, nietos y bisnietos, que no pierde oportunidad en presumir.
