
Tragedia de migrantes en Chiapas, mezcla de muerte y sueí±os rotos.
Por Grupo Zócalo
Ciudad de México.- El guatemalteco Selvín Lanuza llevaba tres horas caminando por una carretera mexicana cuando un tráiler paró para ofrecerle un aventón. Minutos después presenciaba el horror: gritos y cadáveres de migrantes apilados en la caja del vehículo volcado.
Era la primera vez que este joven de 18 aí±os emprendía la peligrosa aventura de viajar a Estados Unidos como migrante y dejar atrás una vida de precariedades como jornalero en el departamento de Nueva Santa Rosa.
Se había despedido de su familia una semana atrás, y ahora, en un centro médico de Tuxtla Gutiérrez,Chiapas, repasa los momentos de terror que se vivieron tras el siniestro que dejó 55 muertos y un centenar de heridos.
âRecuerdo la gritazón de la gente cuando el tráiler dio vuelta y nada más, pura gritazón. Nos ayudó la gente de las casas cercanasâ, dice este joven en las instalaciones de la Cruz Roja, donde se recupera de heridas leves.
âVi varios muertos y demás compaí±eros todos daí±ados, quebradosâ, aí±ade Selvín, de pie y con voz calmada, tras el pánico que vivió en una vía de Chiapas.
Junto a otros lesionados, el guatemalteco, con un gorro verde oliva, también evoca la sorpresa que se llevó al subir al camión y verlo repleto. âSe les veía cansados, eran como 200 personasâ.
Las autoridades informaron que unos 160 migrantes, en su mayoría compatriotas de este joven, viajaban en el vehículo que impactó contra un puente peatonal en una curva, presuntamente por exceso de velocidad.
Fronterizo con Guatemala, Chiapas es el principal punto de acceso de migrantes ilegales, quienes son transportados en condiciones inhumanas en camiones por traficantes de personas.
Entre las víctimas de la tragedia también hay ciudadanos de Honduras, México, Ecuador y República Dominicana, según las autoridades.
Víctimas jóvenes
Selvín permanece con una hoja pegada al pecho que contiene sus datos personales. A su alrededor, en el pequeí±o puesto de salud, una decena de enfermeras se mueven de un lugar a otro para proporcionar calmantes a unos 33 heridos, en su mayoría jóvenes como Aura Meletz, de 21 aí±os, también guatemalteca.
De baja estatura y cabello negro, Aura tiene fracturado el brazo izquierdo y un moretón grande en la mejilla derecha. Le cuesta hablar y se le escapan las lágrimas cuando recuerda el momento en que impactó el camión.
Era la segunda vez que intentaba llegar a Virginia, Estados Unidos, donde vive una amiga. Tres meses antes había logrado llegar hasta McAllen (Texas), pero autoridades migratorias estadunidenses la deportaron.
âSolo escuché como un estallido y sentí un golpe que nos sacudió. Recuerdo muchas personas encima de mí, perdí la conciencia y sentí que me dormíâ, cuenta aún aterrada.
Cerca de ella, otros pacientes permanecen recostados sobre colchonetas. Algunos con vendas en la cabeza, los brazos y contusiones. Se lamentan y retuercen del dolor.
Ante la falta de insumos, algunos ciudadanos de Tuxtla se organizaron para donar algodón, alcohol, sueros y aspirinas.
âEstamos indignados porque son nuestros hermanos, son nuestros vecinos (â¦). Nos indigna la forma en que los traíanâ, afirma Guadalupe Guillén, una de las benefactoras.
Al lugar del siniestro también acudieron personas para depositar velas y orar por las víctimas.
âQuedaron como demoniosâ
La solidaridad se manifestó en el momento mismo de la tragedia. Habitantes del sector donde ocurrió el volcamiento se lanzaron a sacar los cuerpos y ayudar a los heridos, pese a lo espantosa que resultaba la situación.
âLos cuerpos quedaron como demonios, con los cráneos por fuera, deformados, la mayoríaâ, contó tembloroso Emmanuel Hernández, de 43 aí±os.
El chofer se dio a la fuga, según las autoridades, que informaron que el tráiler pertenece a una empresa domiciliada en México.
Los migrantes accidentados habían ingresado a Chiapas desde la localidad guatemalteca de Mesilla y permanecieron algunos días en la ciudad de San Cristóbal de las Casas bajo custodia de âpollerosâ (traficantes), según la Guardia Nacional.
Selvín asegura, no obstante, que viajaba solo y que no le cobraron por subir al tráiler, aunque los migrantes suelen ser extorsionados luego por las redes criminales.
Aunque aseguran que en Guatemala âno alcanza el dineroâ y por eso se ven obligados a migrar, haber visto la muerte de cerca ha hecho que Aura y Selvín renuncien por ahora al âsueí±o americanoâ.
Lo único que ella desea es volver con sus padres.
âRegreso a mi casa. Solo estoy esperando mi deportación para que me manden a mi país. Fue demasiado el sustoâ, dice por su parte Selvín.