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Niñas y niños también huyen por violencia, migran 500 en caravana por Oaxaca

El pasado 7 de noviembre ingresaron al Istmo de Tehuantepec, alrededor de 500 niños que huyen de la violencia y del hambre. 

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El pasado 7 de noviembre ingresaron al Istmo de Tehuantepec, alrededor de 500 nií±os que huyen de la violencia y del hambre.

Por: El Universal 

Juchitán.- Jefferson pega sus piernas a su cuerpo recargado en la base de uno de los pilares que sostienen el palacio municipal de Santo Domingo Zanatepec; agacha la cabeza tratando de ocultarla entre las manos, mientras su madre, Nidia, narra llorando el dí­a en que huyó de Honduras antes de que una pandilla matara a su hijo.

Jeffrey, como lo llaman de carií±o sus hermanas Alison y Yanderi, cursaba el tercer aí±o de secundaria. Tiene 15 aí±os, la edad necesaria para ser reclutado por las pandillas de su barrio en San Pedro Sula. Su madre dice que ese fue el motivo principal para abandonar su paí­s hace cuatro meses y sumarse, hace 20 dí­as, a la caravana de migrantes que recorre el territorio oaxaqueí±o.

Nidia se quiebra al recordar que a Jeffrey lo amenazaron  de muerte si no participaba en la venta de drogas, como comúnmente usan las pandillas a los nií±os de los barrios pobres de esta población industrial de Honduras. Sus hijas se conmueven por la fragilidad de la madre y le limpian las lágrimas, tratan de calmarla; Jeffrey sólo se encoge apenado.

Por el momento, la educación es lo que menos le importa a esta familia, sólo salvar la vida del adolescente. Tampoco es que Jeffrey extraí±e mucho las aulas del colegio, pero Nidia espera que logren una de las tarjetas humanitarias en México para poder trabajar y que por lo menos las nií±as, de nueve y seis aí±os, continúen la primaria.

“Ya no podemos regresar a Honduras, allá no sólo lo matan a él, también matan a toda la familia. El miedo nos trajo hasta acá. Si Dios quiere por acá nos quedamos y trabajamos, así­ las nií±as irán a la escuela. Mientras, la abandonaron, pero no pierdo la esperanzan que tengan un dí­a educación y mejoren su vida”, comenta Nidia Villatoro mientras observa a sus hijas mover una de las carriolas que utilizan para jugar y transportarse.

Alison y Yanderi tampoco extraí±an las aulas; cuando se les pregunta si quieren regresar, el no es uní­sono. Estas nií±as  caminan hasta 20 kilómetros las primeras cinco horas del dí­a, luego duermen un par de horas para recuperarse del calor y el cansancio. Después juegan el resto del dí­a con otra nií±a de origen haitiano;  no se entienden con palabras, sino con  juegos.

¿Por qué huyen los nií±os y las nií±as?

Según el Informe sobre la situación de derechos humanos en Honduras 2019, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Honduras es uno de los paí­ses de la región con el mayor número de nií±os, nií±as y adolescentes que emigran,  ya sea para escapar de la violencia e inseguridad que vive el paí­s o en busca de mejores oportunidades para su futuro.

“Entre enero y abril de 2018, en México se habrí­an presentado ante las autoridades migratorias aproximadamente 2 mil 65 nií±as, nií±os y adolescentes no acompaí±ados provenientes de Honduras”, dice la CIDH.

“Las nií±as, nií±os y adolescentes salen de Honduras principalmente por la situación de violencia y por las amenazas y el temor a los maras y al crimen organizado, así­ como a consecuencia de  la pobreza, la desigualdad y la discriminación”.

De acuerdo con la UNICEF, en Honduras hay hasta 25 mil  pandilleros, de los cuales 4 mil 700 son nií±os, nií±as y jóvenes. El relator especial sobre las ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias de Naciones Unidas ha expresado que los nií±os que residen en zonas bajo la influencia de los maras viven en un estado de angustia, no sólo por el acoso, las amenazas y las agresiones que sufren, sino también porque son estigmatizados, discriminados y maltratados por los agentes del orden, ya que los ven como potenciales delincuentes. No les queda más que huir.

Según la organización Casa Alianza, durante los últimos 20 aí±os —entre febrero de 1998 y febrero de 2018— se registraron 12 mil 371 asesinatos en ese paí­s, ejecuciones arbitrarias y muertes violentas de nií±os, nií±as y  menores de 23 aí±os.

La CIDH se ha referido al fenómeno de las pandillas o maras, como una forma directa de violencia o de afectación de los derechos de la nií±ez y la juventud hondureí±a.

Más de 500 nií±os en la caravana

Darlyn y Alex Losa, de siete y nueve aí±os, abandonaron hace siete meses  sus estudios en una primaria de Tegucigalpa, Honduras, porque sus padres optaron por un mejor futuro para los nií±os fuera de su paí­s. Darlyn es la que más extraí±a a su maestra y  compaí±eros del colegio, pero el ajetreo diario de  una caravana que recorre 20 kilómetros al dí­a y los caminos de Oaxaca, la hacen olvidar los dí­as de estudio.

Nelson, padre de Darlyn y Alex, es un albaí±il que con los últimos mil pesos que logró juntar en Tapachula, en trabajos de albaí±ilerí­a, compró una bicicleta usada. Este medio de transporte es su más preciado patrimonio. Sobre ella monta a su hija con una muí±eca, las sábanas que los cubren, una bocina y  un par de mochilas.

En el contingente, él es de los primeros en avanzar con la bicicleta; su esposa e hijo siguen detrás con el resto de la caravana caminando, aunque de vez en vez logran un aventón. El objetivo de Nelson es llegar a Miami, donde tiene familiares que los ayudarán a conseguir trabajo y quizás un nuevo colegio para sus hijos.

En 21 dí­as de caminata desde Tapachula, Chiapas, los hijos de Nelson se enfermaron de gripa y tos. í‰l sospecha que fue Covid-19, aunque no termina por aceptarlo porque los nií±os superaron la enfermedad en poco tiempo.

“Para mí­ no es duro la caminata, pero sí­ para los nií±os, ellos ya se enfermaron de gripa y tos; dicen que fue Covid, pero no lo creemos. Además en la caravana nadie ha muerto de esa enfermedad.

“Aunque nos enfermemos tenemos que seguir, no podemos parar, no podemos regresar, no podemos entregarnos, allá. A Honduras no volveremos; allá no tenemos futuro. En México, quizás; en los Estados Unidos, seguro que sí­â€, comenta mientras se acomoda en la bicicleta y avanza sobre la carretera Panamericana.

De acuerdo con los cálculos de la Defensorí­a de Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca (DDHPO), el pasado 7 de noviembre ingresaron al Istmo de Tehuantepec, a través de la caravana de migrantes, alrededor de 500 nií±os y al menos 700 mujeres que huyen de la violencia y del hambre, los cuales, además, son considerados el sector más vulnerable.

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