WhatsApp
Pronostico del tiempo
Puentes Internacionales
Twitter
Instagram
YouTube
Facebook

+

Un cañón estilo Piedras Negras

El coronel Patricio de León Villarreal, parte fundamental en el armamento de don Venustiano Carranza

  • 574

Reproducimos aquí­ un artí­culo publicado ya hace 12 aí±os en Periódico Zócalo, en donde se cuenta la historia tras la creación del caí±ón el Rorro.

Por: José Luis Medrano Piedras Negras, Coah. – Los ocho disparos, uno tras otro, que lanzó “El Rorro”, convencieron al instante a sus creadores, que funcionaba y que de alguna manera equilibrarí­a la desigual lucha entre los buscadores de libertad y el autoritarismo en México. Las enormes polvaredas levantadas en las llanuras de Rí­o Escondido, por sus balas fundidas en cobre con cinta y accionadas -como fulminante-con un cartucho de pistola calibre 44, provocaron el júbilo de quienes probaban aquel caí±ón. Eran los inicios de 1913 y “El Rorro”, fabricado por el coronel Patricio de León Villarreal se convertí­a en el primer caí±ón construido en México, especí­ficamente en los talleres del ferrocarril en Piedras Negras, con el que se ganarí­an históricas batallas en la lucha encabezada por Venustiano Carranza, contra el usurpador Victoriano Huerta. Este histórico hecho, es parte de la vasta historia de Piedras Negras y de sus grandes hombres. En esta frontera, iniciaba la artillerí­a en el paí­s. El 8 de julio de ese aí±o, el caí±ón hací­a su debut en una batalla en Candela y fue decisivo para tornar la plaza; los artilleros fueron Jacinto B. Trevií±o y Alberto Salinas Carranza. Jamás sufrió un desperfecto en batalla y participó en todos los combates, hasta la entrada triunfal de las fuerzas constitucionalistas a la Ciudad de México. El coronel De León creó luego y a petición de Carranza tras el éxito de “El Rorro”, otro caí±ón. í‰ste fue de 75 milí­metros y aunque fue usado en muchas batallas, terminó destrozado y abandonado. Después de los combates en la loma de La Bartola en Monclova, al tiempo de retirada de las fuerzas revolucionarias el caí±ón era estirado a cabeza de silla y al cruzar las ví­as del tren se les desgarró una de las ruedas. Ahí­ quedó y según el coronel , fue recogido por las fuerzas federales encabezadas por el general Joaquí­n Mass, que según testigos, habrí­a comentado: “Aquí­ está la prueba de que Carranza está recibiendo ayuda de los gringos. ¡No me digan que esos pobres ignorantes pudieron construir caí±ones como éste”. Y luego ordenó a sus soldados …¡¡recójanlo como prueba al seí±or presidente Huerta!!. La construcción de “El Rorro”, se pretendió adjudicársela el ingeniero Carlos Prieto, e incluso en la historia revolucionaria, se le dio ese mérito, pero la realidad es que como mecánico de los talleres de ferrocarriles en Piedras Negras, el coronel De León recibió la encomienda de Carranza para la creación del arma, a la que continuarí­an luego otras más, similares pero no tan efectivas. “Fue un hombre creativo y decidido, alguien que hizo todo lo que pudo por su patria”, afirma Héctor Galindo Julián, sobrino polí­tico del coronel De León Villarreal. El propio coronel, en una misiva enviada el 6 de noviembre de 1967 al órgano informativo “El Legionario”, de la Legión de Honor Mexicana que dirigí­a el general de brigada Arturo Jiménez de Lara, aclara detalladamente cómo y con quiénes se creó el famoso caí±ón, en la llamada casa redonda, un edificio de piedra donde operaban los talleres de ferrocarriles y que aún se mantiene en nuestra frontera . “En artí­culos como el del muy estimado y querido amigo, general de división Francisco L. Urquizo, aparecido en el número de julio-agosto de 1966 de “El Legionario”, en otro del hoy general de división Rubén Garcí­a, se dice que el constructor de los primeros caí±ones para la Revolución de 1913 fue el ingeniero Carlos Prieto. Con todo respeto que me merecen mis superiores mencionados y con todo el respeto para la memoria del mal logrado ingeniero Prieto, considero mi obligación aclarar que el constructor de los primeros caí±ones, dos de ellos, fue el suscrito, hoy coronel retirado, Patricio de León Villarreal”, dice el coronel en esa carta. Y luego relata como a principios de 1913, siendo mecánico de los talleres de ferrocarriles, llegó a Piedras Negras don Venustiano Carranza acompaí±ado de unos cuantos valientes entre ellos, Lucio y Juan Dávila, Gabriel Calzada, Epigmenio Rodrí­guez y Gustavo Espinoza Mireles a los que se unió Jacinto B. Trevií±o y poco después Francisco L. Urquizo. Carranza urgí­a de armas tras desconocer al usurpador y hacerse de ellas no era fácil. Todos los talleres de ferrocarriles habí­an sido cerrados por órdenes del Gobierno y prácticamente todos temí­an aliarse a él, pero el Barón de Cuatrociénegas comisionó a Lucio y a Juan Dávila para que vieran con qué personal de oficio se podí­a contar para reparar armas y fabricar municiones. El coronel asegura que fue el primero en ponerse a las órdenes de Carranza y junto con los Dávila abrieron los talleres de ferrocarriles y comenzaron a reconstruir armas. “Varios dí­as estuve solo-relata el coronel- reconstruyendo armas, pues mis compaí±eros mecánicos no se animaban. Sin duda temí­an unirse a un movimiento que no tuviera el éxito asegurado”. Reconstruyendo viejos rifles y fabricando baleros para reconstruir cartuchos 30-30, al poco tiempo Carranza le pidió al coronel que intentara la creación de un caí±ón. Utilizando material de acero suave que existí­a en el almacén y aplicando una técnica improvisada… quedó concluido “El Rorro”, después de muchos dí­as y noches de trabajo constante; era el primer caí±ón hecho en México, rayado y con cerrojo. Acostumbrados a manejar pulgadas, el coronel y sus ayudantes dieron una medida de dos pulgadas y media y el calibre resultó en alrededor de 63 milí­metros. Todas las piezas las fabricó el coronel De León, a excepción de algunas menores en que lo apoyaron sus hermanos Laureano y Pedro. Diseí±ó y creó los cartuchos para el caí±ón; el casquillo se fundí­a con una aleación semejante al latón y terminados en torno. Como fulminante se le poní­a un cartucho de pistola calibre 44 y las balas se fundí­a con su respectiva cinta de cobre, lo cual con el rayado del caí±ón, conseguí­a la rotación y la buena dirección del proyectil. A la espoleta de las balas, se les poní­a un cartucho de pistola calibre 32. En sus escritos, el fallecido coronel dice que el ingeniero Prieto llegó a Piedras Negras cuando ya se habí­a terminado el caí±ón. “Traí­a buena experiencia el ingeniero Prieto que llegó acompaí±ado de Manuel Pérez Trevií±o, se hizo de una buena cuadrilla y logró construir dos caí±ones de 76 milí­metros, pero desgraciadamente la escasez de material adecuado, principalmente para sus cerrojos, no permitieron que esas dos armas resultaran efectivas. Esos caí±ones se utilizaron de todas formas, pero sólo para engaí±ar al enemigo”, relata. Pero “El Rorro”, pese a su tierno nombre, fue fiero y efectivo en los campos de batalla. Y “nació” aquí­, en Piedras Negras. De su creador, pocos se acuerdan y su mérito parece sólo reconocerse, con el nombre de “Patricio de León”, de una calle en la colonia San Anselmo…
Publicación anterior Registra México 425 muertes más por Covid-19 en el País; hay en total 222 mil 657 fallecidos
Siguiente publicación Migración y desarrollo regional, en la agenda de la visita de Kamala Harris a México
Entradas relacionadas
Comentarios
  TV en Vivo ;