
Se examinó un macho y seis vacas.
Por FRANCISCO VARGAS M.
Aguascalientes.- Siempre resulta agradable acudir al campo bravo y visitar una ganadería, pero más cuando se trata de una dehesa con historia que sigue en pie por el enorme carií±o y afición de sus actuales propietarios; nos referimos a la dehesa aguascalentense Castorena, fundada en el aí±o de 1944 por don Pedro Castorena Luévano, quien a su vez a su lamentable fallecimiento le cedió la misma a don Felipe Castorena Olivares, siendo ahora su hijo Arturo Castorena Plascencia, quien continúa este enorme legado que le dejó su querido seí±or padre.
Gracias a la gentil invitación del estimado y amigo doctor Julio Palma, quien se ha integrado en esta aventura de poner nuevamente en los primeros planos a esta legendaria ganadería Felipe Castorena, registrada ante la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia, como Castorena, llegamos al rancho âLas Tinajasâ, donde se encuentra enclavada la divisa color verde limón, blanco y rosa.
Con sorpresa fuimos testigos de todas las remodelaciones que se le han realizado a la casa, habitaciones e instalaciones, como también al cómodo tentadero âDon Felipe Castorenaâ, magnífico escenario
donde se llevó a cabo una interesante tienta de un macho y seis hembras, misma que inició con palabras de bienvenida por parte del doctor Julio Palma para los matadores participantes, la gran figura del toreo Joselito Adame y el diestro zacatecano Antonio Romero, como a los novilleros Enrique Melchor, Juan Carlos Castillo âJuan del Castilloâ, así como para el aficionado práctico Carlos âYayoâ Robledo, sin faltar la oración para pedir a Dios que la tienta arrojará buenos resultados.
Y vaya que la tienta fue buena, ya que Joselito y Antonio Romero, como los novilleros pudieron expresar su personal toreo de clase y profundidad, ante las francas y nobles embestidas que ofrecieron las examinadas línea Valparaíso, donde el común denominador de ellas fue la claridad con la cual acudieron al capote y muleta de los toreros actuantes, como también que en su mayoría cumplieron en varas, cuando fueron llevadas a la cabalgadura que montó el excelente picador Mauro Prado, quien hizo la suerte con gran efectividad, mostrando su experiencia.
Tranquilos y satisfechos por los resultados, el ganadero Arturo Castorena y el doctor Julio Palma, así como miembros de la amable familia Castorena Plascencia, ofrecieron a todos los participantes una rica paella elaborada por César Juárez Castorena, quien mostró también es un buen paellero, ya que todos le dieron la enhorabuena, y a los estupendos anfitriones las gracias por compartir una extraordinaria tarde en el campo
bravo; donde siempre se confirma que: âLa grandeza del toreo es la bella creación del arte, en donde se pone en juego la existencia de la vida sobre la muerteâ.