Cuenta la leyenda que en la parte baja de San Pedro, luego de haberse desbordado el Río Nazas en 1968, un tesoro quedó escondido.
Por: Grupo Zócalo
San Pedro, Coahuila. - Había pasado el desborde del Río Nazas en 1968, cuando la gente de los ejidos aledaí±os a la zona conocida como 'La Cuchilla', en la parte baja del San Pedro, Coahuila, regresó a sus hogares, ya que mientras duró la contingencia se establecieron en el terreno arenoso que rodea al cerrito 'La Bandurria'.
El lugar donde la gente de ejidos de la parte baja del municipio se resguardo mientras la crecida del río, era conocido como âLas Papasâ, cercano a ejidos como Mayran, Santa Rita, San Nicolás, entre otras comunidades.
Pues bien, ahí surge esta historia.
Dicen que el municipio de San Pedro está lleno de tesoros enterrados, escondidos en casas antiguas. Para esos entonces un hombre al que llamaremos Mariano, ganadero de la parte baja del municipio, se encontraba en esos terrenos de 'La Bandurria', ahí por donde él tenía el corral de los animales, se lograba ver el cerrito y también, ahí estaba cerca el lugar conocido como âLas Papasâ, desértico y lleno de arenales con su flora de cactus y gobernadora.
Para no descuidar su ganado, Mariano tenía su jacal improvisado junto al corral de las cabras, pasaba días y noches en ese lugar, en ese tiempo no sufría por el pastizal, porque la avenida del río había dejado estanques de agua y vegetación a los alrededores de donde se encontraba.
Una noche no podía dormir, había muchos mosquitos, encendió una fogata para que el humo los alejara, pero no era suficiente y al írsele el sueí±o, anduvo caminando bajo la luz de la luna. De repente, vio una lucecita, como una lumbre encendida en terreno cercano a la Bandurria, ahí no había agua.
Se fue acercando a la luz y al estar más próximo desapareció y vio un boquete en el suelo arenoso. Se asomó al boquete y vio que era profundo, pero se veía como un jarrón, de esos semejantes a las tinajas de agua que anteriormente se usaban, las de barro. Mariano se vio sorprendido y dijo: "Esto tiene que ser un tesoro, y es para mí".
Comenzó a sacar arena con sus manos, pero no podía llegar al jarrón de barro. Los peor estaba por llegar.
Al estar escarbando, de repente se oyeron ruidos, como el galope de un caballo que se aproximaba hacia él, volteaba para todos lados, y no se veía nada. Luego el galope se hizo voces, palabras fuertes, maldiciones.
El ambiente se tornó de terror para el ganadero que se desmayó en el lugar. Al despertar volvió a ver hacia donde se había abierto el boquete, y solo vio pedazos de carbón.
Dicen que el desmayo del hombre sobrevino, ya que al final pudo ver un jinete tipo revolucionario, era el que gritaba y maldecía alrededor del boquete.
La gente asegura que ese tesoro ahí está, pero está maldito y solo lo sacará la persona elegida. Mariano no era esa persona.