
Desde los aí±os de alta violencia no se percibía tal silencio nocturnal
Por: AgenciasMonterrey, NL.- Con las medidas implementadas por las autoridades tras la llegada del COVID-19 se apagó la fiesta y llegó el silencio a la noche de Monterrey y San Pedro.
La vida nocturna ha sido borrada. Las luces neón que invitan a la divertirse son siluetas en la oscuridad.
Desde los aí±os de alta violencia no se percibía tal silencio nocturnal. Es el COVID-19 en la ciudad de Monterrey.
Bares y centros nocturnos ubicados el municipio de Guadalupe lucen cerrados. Es el cruce de Miguel Alemán y Las Américas. Aquí las llamadas por música a volumen alto hasta la madrugada son constantes. Pero no esta jornada.
Es la 1:00 de la maí±ana, y el Barrio Antiguo, la zona por excelencia de antros en el centro de Monterrey luce desolada. Es una postal poco común. Calles como Padre Mier, Matamoros, Diego de Montemayor e incluso la peatonal Morelos, no posee ni un alma sobre sus empedradas calles.
Pero no es el único sitio. Está la zona cero.
Calles que se volvían casi peatonales no son utilizadas ni siquiera por los automóviles. Algunos policías transitan para vigilar que los negocios permanezcan cerrados más que para ordenar al ciudadano regresar a casa. Hay tanto silencio que casi puede escucharse el dinero escapar de esta zona turística.
La imagen se repite en toda la ciudad. El municipio de San Nicolás no se queda atrás. En avenida Universidad y Sendero una plaza comercial recién construida provee de diversión y música, aunque no esta noche.
Las calles parecen ríos de calma. Las principales avenidas pueden ser recorridas por kilómetros y apenas ver uno o dos autos. Una de estas avenidas es la Calzada Madero, conocida por tener vida nocturna hasta los primeros rayos del sol.
Una taquería ubicada en el cruce de Madero y Félix U. Gómez opera 24 horas los 365 días del aí±o. Sólo cierran la Noche Buena y en Aí±o Nuevo....aunque desde el viernes, no hay servicio.
Si por el día aún hay personas deambulando por las calles, al caer la noche la penumbra despierta los más profundos temores. Y Monterrey, al menos en su vida nocturna, se convirtió con la llegada del COVID-19 en una ciudad fantasma.