
Nadie acude a misa, hay negociaciones cerradas, la mayoría de los policías no acudió a laborar el domingo... Así es el ambiente en Villa Unión.
Por: Redacción
Villa Unión.- En Villa Unión las huellas de la violencia extrema sufrida la víspera dominan el escenario. Las marcas no solo se pueden apreciar en las viviendas rafagueadas, los restos de los vehículos incendiados, sino también en lo más profundo de los ciudadanos. Tienen miedo, realmente mucho miedo. Las versiones de que siete de los 10 policías preventivos decidieron desertar se eclipsan por los testimonios de los pocos ciudadanos que se pueden encontrar en esas calles semidesiertas. A las 10 de la maí±ana del domingo, sonaron las campanas del Templo del Santo Nií±o de los Peyotes, en Villa Unión, Coahuila. Después de los tres llamados de costumbre, la iglesia seguía vacía. Nadie acudió a misa. Los habitantes seguían en pánico y no salieron de sus casas. El Santuario del milagroso Nií±o, tallado en madera y que data de finales del siglo 17, está junto al edificio de la Presidencia Municipal, que el sábado fue baleada por un comando armado, donde murieron los dos primeros civiles víctimas del ataque. En la plaza principal solo hubo tres puestos de comida abiertos en todo el día. Uno de los encargados dice que el pueblo está muerto de miedo, que no lo reconoce. Porque ahí, cada domingo, llegan los texanos a comer esquite y enchiladas, llenando las tardes de alegría. La última actualización de cifras oficiales arroja 16 delincuentes abatidos, 4 elementos de seguridad y dos civiles fallecidos, 5 menores rescatados, 6 elementos heridos y 25 vehículos decomisados.
âAquí se llena de gente a esta hora, ya cuando cae el sol, está lleno, hay mucha gente en la plaza, los nií±os, los texanos, las muchachas, es una convivencia bien bonitaâ, comenta el dueí±o de un puesto de hamburguesas, que dice estar ahí, con los nervios y el corazón palpitando.
El encargado de los esquites, junto al puesto de hamburguesas, está nervioso: desde el 2012 no veía las calles del municipio tan vacías y cualquier auto circulando a alta velocidad lo hace saltar de su silla e intentar protegerse, por el miedo de que las balaceras vuelvan. â¡Sentimos terror!â, fue la primera expresión que soltó un poblador de este municipio al encontrarse en una calle que conecta a Santa Mónica con el convoy de entre 30 y 40 camionetas de civiles armados al llegar a Villa Unión. íl se desplazaba con tres de sus cinco hijos cuando los civiles armados lo frenaron, le obligaron a salir del camino y se refugió en un negocio de abarrotes. Eran minutos antes del mediodía del sábado. âMe los topé de frente, mira, me di cuenta cuando venían entrando como 30 o 40 camionetas con mucha gente a bordo, todas equipadas y me tocó porque le digo me los topé de frente cuando entraban de Santa Mónicaâ, afirmó el habitante de este municipio. El encargado de los esquites, junto al puesto de hamburguesas, está nervioso. Desde 2012 no veía las calles del municipio tan vacías. Y cualquier auto circulando con alta velocidad, lo hacen saltar de su silla e intentar protegerse, por el miedo de que las balaceras vuelvan. Porque Villa Unión, desde antes de entrar a sus calles, da miedo. A unos cuantos kilómetros de la entrada con arcos y grandes letras, hay una seí±alización de âNo Rebaseâ, con un agujero de bala. Y una vez en sus calles, parece un pueblo fantasma. El miedo huele a pólvora A las 6 de la tarde, nadie en las calles. Un par de autos se atrevían a circular. A las pocas tiendas abiertas se ingresaba tocando y desde dentro abrían. Y la Presidencia Municipal, resguardada solo por elementos del Ejército, seguía con la luz encendida, sin nadie adentro, con los vidrios rotos todavía en el suelo. El miedo olía a pólvora quemada y se escuchaba crujiendo en diminutos pedazos, que rompieron la tranquilidad de una comunidad de poco más de 6 mil habitantes. Nadie sabía la ubicación de la alcaldesa Narcedalia Padrón Ramos. Tampoco de los cuatro policías municipales, que dicen, ni siquiera son de ese municipio, porque nadie quiere ser oficial de la corporación. Otro enfrentamiento Conforme pasaban los minutos y la noche se apoderaba de Villa Unión, el temor de otro enfrentamiento se asomaba como un fantasma sigiloso. Los comerciantes lo presentían. Y a las 8 de la noche, el miedo volvió y con él, el recuerdo de la balacera. Un par de disparos que se escucharon a lo lejos, hicieron correr a los que se atrevieron a ir a la plaza. Luego el cerrar de puertas, apagar focos y patrullas despavoridas acercándose a la Presidencia. Un convoy de elementos policiacos rodeó la plaza y desalojaron los puestos. Fuertes golpes al interior del edificio. Más vidrios romperse. Subieron a alguien a la fuerza a una de las siete patrullas y permanecieron custodiando la calle Hidalgo. Temían otro ataque, luego de conocer presuntos hechos violentos en el municipio de Allende. Así terminó el segundo día de miedo en Villa Unión, a las 9 de la noche, envolviendo sus calles en la espesa penumbra de pánico y la indefensión. Pecho tierra El exalcalde de Villa Unión, Mario Humberto González Vela, declaró que él y su familia permanecieron pecho tierra en su domicilio cuando los estruendos alertaron por la llegada del comando armado del cártel del Noreste, así como el enfrentamiento con las fuerzas estatales y federales.
âYa no alcanzamos a salir, estuvimos muchos minutos pecho tierra. Antes de salir vimos todo el movimiento de camionetas con gente armada y decidimos ya no salir, eran alrededor de 20 camionetas, no pasaron ni cinco minutos y empiezan a oírse las detonaciones y nos tiramos al suelo todos, nos retiramos de las ventanas y nos resguardamosâ, narró.González Vela abundó que acababa de llegar a su casa, que se ubica una cuadra a espaldas de la Presidencia Municipal, y se preparaba para salir a un sepelio cuando escuchó los disparos. Indicó que las ráfagas de balas se escucharon por una hora y media, lo cual, apuntó, se les hizo una eternidad.