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Trump contra Clinton: así dirigiría cada candidato EU

Éstas son sus principales políticas y planes para dirigir Estados Unidos tras la marcha de Barack Obama:

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í‰stas son sus principales polí­ticas y planes para dirigir Estados Unidos tras la marcha de Barack Obama

Por Agencias 

El Espaí±ol | Estados Unidos.- Inmigración, lucha contra el terrorismo, polí­tica exterior, economí­a doméstica... los candidatos de los partidos republicano y demócrata a la Casa Blanca representan visiones diametralmente opuestas para el paí­s.

INMIGRACIí“N

Desde el primer dí­a de campaí±a, Donald Trump dejó claro su sueí±o: un gran muro financiado por México que impida la entrada de “violadores” y “criminales” en Estados Unidos. Su plan para coaccionar a las autoridades mexicanas incluye dificultar el enví­o de divisas de expatriados a su tierra natal, la inmigración a EU e imponer aranceles.

Entre otras medidas, el republicano propone deportar a todos los “extranjeros criminales” -lo que pone en el punto de mira directamente a unos 5 millones de personas, según los medios estadounidenses-, eliminar la amnistí­a concedida por el presidente Obama a indocumentados, triplicar el número de agentes de Inmigración y Control de Aduanas, interrumpir la expedición de visados a ciertos paí­ses o implementar un sistema biométrico para controlar la entrada y salida de extranjeros.

Hillary Clinton promete una reforma migratoria en los primeros 100 dí­as de su Gobierno creando un “camino a la ciudadaní­a plena e igualitaria” para los más de 11 millones de indocumentados que viven en EU. También defiende las acciones ejecutivas implantadas por Obama para proteger a inmigrantes ilegales.

La ex secretaria de Estado se compromete en su programa a proteger a las familias inmigrantes donde algunos miembros son indocumentados, invertir en integración, hacer cumplir la ley de “manera humana” y “centrar los recursos en detener y deportar a aquellos individuos que representan una amenaza para la seguridad pública”.

POLíTICA EXTERIOR Y LUCHA ANTITERRORISTA

Trump y Clinton tienen un objetivo común: destruir al grupo terrorista Estado Islámico, pero en cómo hacerlo radica la diferencia. Para ello, el republicano propone colaborar con aliados en el mundo árabe, llevar a cabo operaciones militares conjuntas, aumentar el intercambio de inteligencia, ampliar la lucha cibernética y trabajar con potencias extranjeras para cortar la financiación a la organización.

Si bien inicialmente prometió prohibir la entrada de musulmanes al paí­s, ahora quiere suspender la inmigración de manera temporal de “regiones peligrosas y volátiles que tienen un historial de exportar terrorismo”.

Trump reclama “reconstruir” el Ejército estadounidense y presionar a los otros miembros de la OTAN para que contribuyan con más dinero a la alianza. En el último debate presidencial, el magnate aseguró que desde que amenazó con reducir el compromiso estadounidense con la OTAN sus miembros comenzaron a “pagar” más.

Además de sus amenazas a los migrantes musulmanes y a la Alianza Transatlántica, otro punto controvertido de la estrategia internacional de Trump es su deseo de mantener buenas relaciones con Rusia. De hecho, se le ha criticado por su simpatí­a con Vladí­mir Putin cuando la comunidad de inteligencia estadounidense sospecha que Moscú intenta influir en la carrera por la Casa Blanca con el robo de informaciones como la correspondencia electrónica del jefe de campaí±a de Clinton.

Trump prefiere no mojarse demasiado con el conflicto sirio y asegura que los planes de Clinton para afrontar la guerra en Siria conducirán a una “Tercera Guerra Mundial” con Rusia.

La estrategia de Clinton para Siria ha suscitado polémica. La ex secretaria de Estado aboga por imponer zonas de exclusión aérea en Siria para proteger a la población civil de los bombardeos de Moscú y Damasco. El presidente de la Junta de Jefes del Estado Mayor ha aseverado que tal acción implicarí­a una guerra, pero Clinton sostiene que harí­a entender a las partes que el objetivo es defender vidas civiles y habrí­a una negociación previa.

El plan de la candidata azul contra el EI contempla intensificar los bombardeos contra el grupo terrorista, apoyar a los combatientes kurdos -como ya hace la Administración Obama-, combatir sus filiales en Libia y Afganistán, expandir el intercambio de inteligencia y contrarrestar la propaganda electrónica terrorista. También reclama resolver por medios diplomáticos el conflicto entre suní­es y chií­es en Irak y cooperar con la comunidad musulmana estadounidense para prevenir la radicalización.

Clinton afirma que la OTAN “es la mejor inversión que Estados Unidos ha hecho” y promete defender a sus aliados además de plantar cara a Rusia y China. Al contrario que Trump, la exsenadora defiende el acuerdo nuclear con Irán y quiere asegurarse de que Teherán cumple el histórico pacto firmado por Obama.

La demócrata propone invertir dinero en innovación y capacidad militares para luchar contra “amenazas del siglo XXI” y proveer al Ejército de seguridad presupuestaria.

ECONOMíA, ENERGíA, COMERCIO Y FISCALIDAD

El plan de Trump se resume en: fuerte bajada de impuestos, proteccionismo económico y “Estados Unidos, primero”. Así­ pretende crear 25 millones de puestos de trabajo.

Su plan fiscal reduce los tramos del impuesto sobre la renta a tres. Así­, los matrimonios que ganan menos de 75.000 dólares anuales tendrí­an un impuesto del 12%, los que ganan menos de 225.000 tendrí­an uno del 25% y por encima de esa cantidad el porcentaje serí­a del 33% (para los que hacen su declaración de manera individual las cantidades serí­an la mitad de las indicadas).

Además, los matrimonios podrí­an deducir automáticamente 30.000 de su declaración y los contribuyentes individuales 15.000, por lo que los “los estadounidenses de renta baja tendrí­an un impuesto sobre la renta de 0”. Por otro lado, Trump quiere reducir el impuesto de sociedades del 35 al 15%.

En lo que respecta al comercio, el republicano quiere o bien salirse de acuerdos comerciales o renegociarlos, ya que considera que innumerables puestos de trabajo estadounidenses se han perdido con ellos. También quiere enfrentarse a China, a la que considera “un manipulador de divisas”, con batallas legales.

Trump prioriza el desarrollo de la industria y la infraestructura interna, así­ como hacer que EU sea “energéticamente independiente” a través de una “revolución energética que traerá enorme riqueza a nuestro paí­s”. Quiere explotar las reservas naturales de EU, revertir las 'restricciones' de Obama -impulsor de las renovables- e incentivar el consumo de gas natural estadounidense. Es más, en verano dijo que el cambio climático era una invención china y ha planteado cortar los gastos de la Administración dirigidos a paliar la transformación del clima.

Hay diversos aspectos en que los programas económicos de ambos candidatos se asemejan sorprendentemente, si bien en otros se alejan. Hillary Clinton seguirí­a apostando por la energí­a renovable. La demócrata quiere hacer de EU “la potencia mundial en energí­a limpia” y desea que cada hogar estadounidense sea abastecido con fuentes de energí­a renovables y que el consumo de petróleo del paí­s se reduzca en una tercera parte.

La demócrata promete reconquistar compaí±í­as que se van al exterior y proporcionar incentivos para que regresen a EU. También contempla invertir 10.000 millones de dólares en la industria de las manufacturas para potenciar este sector.

Asimismo, la exsenadora se compromete a realizar “la mayor inversión en infraestructuras en décadas”, un total de 275.000 millones de dólares, para reparar carreteras y puentes, modernizar aeropuertos y ampliar la oferta de transporte público.

En el ámbito comercial, como Trump, Clinton quiere hacer frente a China y critica el Tratado de Libre Comercio Transpací­fico (TTP), una postura que heredó de su contrincante en las primarias demócratas, Bernie Sanders.

Siguiendo la estela del senador por Vermont, la que fuera ministra de Exteriores de Obama se compromete a plantar cara a Wall Street -con el que sus crí­ticos siempre subrayan sus lazos- imponiendo una tasa de riesgo a las grandes instituciones financieras o sobre las operaciones de bolsa de alta frecuencia (el llamado high-frequency trading).

En el área fiscal, Clinton se propone subir los impuestos a los ricos, reducir los impuestos a las pequeí±as empresas y proporcionar rebajas fiscales a las familias de clase trabajadora.

IGUALDAD Y DERECHOS SOCIALES

Si bien no aparece en su programa, Trump defendió en verano que el Gobierno debí­a subir el salario mí­nimo federal de 7,25 a 10 dólares la hora. Trump tampoco tiene en su programa un apartado sobre igualdad entre sexos, racial o entre personas de diferente orientación sexual. El republicano también ha cambiado de opinión sobre estas cuestiones.

Ha reiterado que él defiende el matrimonio tradicional, ha reclamado endurecer la legislación sobre el aborto y durante la campaí±a dijo que las mujeres que abortan deben sufrir “algún tipo de castigo”, un comentario del que ha intentado recular. Trump ha defendido en reiteradas ocasiones el uso del racial profiling, esto es, sospechar de ciertos grupos étnicos para prevenir episodios de violencia.

Su programa sí­ posee un apartado de cuidado infantil que incluye proporcionar seis semanas de baja pagada a las nuevas madres -la ley federal otorga 12 semanas sin pagar por maternidad- e incentivar que las empresas proporcionen servicios de guarderí­a en la oficina.

En estas elecciones, Clinton se presenta como estandarte de los derechos sociales y la igualdad. Promete elevar el salario mí­nimo federal a 15 dólares la hora y expandir la Seguridad Social. También pretende combatir la pobreza destinando un 10% de los recursos populares a aquellas comunidades donde al menos un 20% de la población vive bajo el umbral de pobreza desde hace 30 o más aí±os.

También promete defender a la comunidad homosexual y transexual; trabajar por la justicia racial y la igualdad de sueldo entre hombres y mujeres; proteger los derechos reproductivos de las ciudadanas; y garantizar que todo trabajador pueda tomarse hasta 12 semanas de baja pagada para cuidar de un hijo o un familiar enfermo.

SANIDAD

La gran promesa de Trump en materia de salud es tumbar la reforma sanitaria estrella de Obama, el Affordable Care Act, bautizada popularmente como Obamacare. Entre otras cosas, la reforma de Obama impide que las aseguradores nieguen cobertura a un cliente por condiciones preexistentes, requiere que los ciudadanos tengan un seguro médico, proporciona un mercado centralizado para comprar planes privados, da ayudas a las personas con salarios bajos para tener cobertura médica y expande los programas sanitarios públicos.

Trump, como buen republicano, promete tumbar la medida. Propone que los ciudadanos usen cuentas bancarias de ahorro para gastos sanitarios con ventajas fiscales y condiciones flexibles que se pueden pasar a la descendencia. También sugiere que la gente pueda deducir sus pagos por las primas de su seguro médico. Asimismo, defiende que se tumben restricciones para que los ciudadanos puedan comprar seguros entre estados, independientemente de dónde estén en EU.

Clinton, en el extremo contrario, apoya la reforma sanitaria de Obama y quiere ampliarla ofreciendo una “opción pública” de seguro médico. Pretende expandir los programas públicos Medicare y Medicaid para que más personas puedan beneficiarse de ellos. Así­, por ejemplo, quiere bajar de 65 a 55 aí±os la edad para poder ser beneficiario del programa Medicare.

La ex secretaria de Estado también desea rebajar el precio de las medicinas y duplicar la financiación que reciben los centros de atención primaria.

EDUCACIí“N

El plan de Trump para educación no es muy claro. Trump defiende “repriorizar” fondos federales -esto es, redirigir dinero que ya está invertido por el Gobierno- para ayudar a los 11 millones de nií±os en edad escolar que viven en la pobreza. La idea es que esos fondos “sigan al estudiante” y éste escoja a qué escuela quiere ir, pública o privada. El riesgo es que escuelas necesitadas se queden sin financiación y que ésta vaya a escuelas privadas.

También propone trabajar con el Congreso para asegurarse de que las universidades están haciendo un esfuerzo para reducir los costes de atender la universidad.

En el ámbito de la educación superior, Clinton quiere que la universidad sea “sin deudas”, lo que evitarí­a que muchos estudiantes o sus familias sigan teniendo que endeudarse para poder permitirse pagar las desorbitadas matrí­culas universitarias.

Promete que los estudiantes cuyas familias ganan menos de 85.000 dólares anuales no tendrí­an que pagar matrí­cula para asistir a una universidad pública de su estado. Los community colleges, que ofrecen grados de dos aí±os, serí­an gratuitos. Clinton propone que los estudiantes puedan refinanciar sus préstamos, bajar los intereses y ayudar a los alumnos morosos a pagar.

Respecto a la educación primaria y secundaria, la demócrata sugiere modernizar las escuelas o proporcionar la opción de aprender informática a todos los estudiantes.

ARMAS DE FUEGO

Trump, que cuenta con el apoyo de la Asociación Nacional del rifle, promete proteger la Segunda Enmienda a toda costa. Se compromete a nombrar a jueces que sean favorables al derecho a tener armas, defiende que se pueda portar armas en todo EU y que no se regule cuánta munición puede tener un arma; en otras palabras, que no se prohí­ban las armas de asalto. Por otro lado, subraya que la regulación ya existente se haga cumplir y se propone lidiar con las enfermedades mentales para prevenir riesgos.

La visión de Clinton en este terreno es completamente opuesta. Defiende que se comprueben los antecedentes del comprador en más tipos de transacciones para cerrar lagunas legales. Así­, por ejemplo, no existe una ley federal que exija que se haga una comprobación de este tipo cuando se compra a un vendedor privado, una persona que no se dedica a vender armas por oficio.

También quiere desproveer de protección a la industria de las armas de fuego para que la gente pueda emprender acciones legales contra ella. Además, defiende que los individuos que se encuentran en la lista de sospechosos del FBI por posibles vinculaciones terroristas no puedan conseguir armas, ni tampoco los maltratadores o personas con enfermedades mentales graves.

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