
Autor intelectual era, además, compaí±ero de trabajo.
Por Rosalío González
Saltillo, Coah.- El seí±alado como presunto homicida intelectual de la maestra Mireya Fernández no solo era su hijastro sino también su compaí±ero de trabajo en el Cetis 83 de Torreón.
El vocero de la familia y cuí±ado de la víctima, Juan Francisco Cías, informó que Salvador âNâ era compaí±ero de la maestra, dato que agrava los cargos.
En tanto, uno de los testigos presenciales relató que âel que dicen los polis âque fue el asesino material, con cachucha y lentes negrosâ se puso atrás de la maestra y le gritó, yo escuché, â¡maestra, ya se la cargó la chingada!â, y le disparó a quemarropaâ.
La maestra cayó muerta de costado y entonces una multitud de nií±os y padres de familia corrieron por toda la zona, resguardándose en negocios y edificios. Entre ese tumulto el asesino huyó.
La doctora en Derecho, Ana Bel Rodríguez, asegura que âla Fiscalía debe imputar por feminicidio por la relación que tenía, por ser el hijastro y por trabajar juntosâ.
Esperanza de justicia bajo el velo del dolor
Las tres salas de la funeraria Cepeda estaban llenas. En la última descansaban los restos de la maestra Juana Mireya Fernández, asesinada a quemarropa el domingo pasado en la Alameda Zaragoza de Torreón.
Sobre la calle Allende, casi esquina con González Ortega, veladoras apagadas guardaban la abundante mancha guinda formada en el piso con la sangre de la maestra ultimada a balazos en pleno desfile conmemorativo de la Revolución.
El caso es un escándalo social al grado de que el expresidente Vicente Fox acusó a López Obrador de no tener control de la seguridad en la zona, pero bajo el aplomo del sol lagunero se habla tímidamente de los hechos por miedo a las represalias del autor material, quien todavía se encuentra en libertad.
En el perímetro de la Alameda Zaragoza abundan los lavacoches y âviene-vieneâ, algunos de ellos fueron testigos de los hechos, pero igual a otros les da miedo contar en público lo que vieron y escucharon la maí±ana del domingo.
âEl que dicen los polis âque fue el asesino material, con cachucha y lentes negrosâ se puso atrás de la maestra y le gritó, yo escuché, ¡maestra, ya se la cargó la chingada!, y le disparó a quemarropaâ, cuenta uno de los testigos.
La maestra cayó muerta de costado y entonces una estampida de nií±os y padres de familia corrieron por toda la zona, resguardándose en negocios y edificios. En esa estampida el asesino huyó.
Como hacía mucho no se sentía, los torreonenses volvieron a sentir terror colectivo. Aunque la autoridad después informó que el ataque fue directo contra la maestra Mireya Fernández y no contra el contingente.
Indignación
En el pavimento todavía ensangrentado, jóvenes activistas en favor del aborto y defensoras de la Mujer, acudieron a prenderle unas veladoras y como protesta, pintaron unas consignas.
âEstado feminicidaâ, âvamos a quemarles la pinche ciudadâ y âni una menosâ.
Además de conmocionados, los ciudadanos se encuentran indignados porque el Gobierno Municipal de Torreón reportó que el desfile terminó sin incidentes, lo cual calificaron de âindolenteâ.
En el Cetis 83 colocaron un moí±o negro en seí±al de luto y una bandera blanca de paz en la entrada.
La sección 35 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación hizo público su dolor por la pérdida, mientras que el director del plantel, Juan Pablo González, informó que la plantilla de personal acompaí±ará las honras fúnebres.
En ese mismo equipo de trabajo se encontraba Salvador âNâ, el hombre que fue detenido por la Fiscalía General del Estado, seí±alado por ser el autor intelectual del homicidio.
Estaba cerca
La familia de la maestra Mireya Fernández confirmó que Salvador era compaí±ero de trabajo de la difunta y también hijo del fallecido esposo de la víctima.
Mireya no tuvo hijos, solo le sobreviven hermanos, sobrinos y su madre, quien gritaba de dolor desde el interior de la sala donde tenían los restos de la maestra.
La familia recurrió a los servicios de profesionales de la salud para atender durante el funeral a la madre de Mireya, quien estaba notablemente afectada.
De acuerdo con Juan Francisco Cías, quien se identificó como cuí±ado de la profesora y fungió como vocero de la familia, âno teníamos conocimiento de que hubiera un problema entre ellos, ni por herencia ni por algún seguroâ.
El maestro Salvador Serratos murió hace algunos meses víctima de un complicado cuadro de salud, lo cual según sus redes sociales impactó tanto a la maestra Mireya, su esposa, como a los hijos que tuvo el fallecido con un matrimonio anterior.
Juan Francisco Cías detalló que el hombre detenido tiene dos hermanos más, una mayor que él y otro menor.
Incertidumbre
Las autoridades tiene como principal línea de investigación un tema económico que no está claro para la familia de la fallecida, quienes exigen que Salvador pague si es culpable del asesinato de Mireya.
La maestra vivía en Los Arreyanes, una colonia privada de Gómez Palacio, Durango, a donde solamente se puede ingresar sí se cuenta con la información para cruzar el filtro de seguridad.
Ultimar a la maestra en su entorno de vida era complicado, sin embargo, quienes planearon su muerte sabían que la maestra estaría en el desfile y hasta en qué punto del contingente le tocaría trabajar.
Los recuerdos que guarda la familia y los compaí±eros de trabajo de la maestra, quien tenia alrededor de 20 aí±os de servicio, son los de una mujer de bien, dedicada a la familia y a su trabajo.
Tanto los cercanos como la sociedad lagunera, exigen la captura de quien según las autoridades fue el autor material, pues como hacía tiempo, se siente otra vez la incertidumbre en su seguridad.