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Por cada crítica que reciba, el muro con México será más alto: Trump

Una iglesia afroestadunidense en Greenville, Mississippi, fue incendiada hace unos días en la madrugada, y sobre un costado del edificio en llamas alguien pintó: Vota Trump

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Una iglesia afroestadunidense en Greenville, Mississippi, fue incendiada hace unos dí­as en la madrugada, y sobre un costado del edificio en llamas alguien pintó: Vota Trump

Por: Agencias 

Nueva York.- La violencia derechista ha sido parte de esta contienda electoral desde que Donald Trump lanzó su candidatura –la cual ha sido acompaí±ada de agresiones fí­sicas y verbales contra mexicanos, musulmanes, afroestadunidenses y hasta periodistas, por sus simpatizantes– y ahora hay amenazas de que podrí­a expresarse en una disputa pos electoral. Una iglesia afroestadunidense en Greenville, Mississippi, fue incendiada hace unos dí­as en la madrugada, y sobre un costado del edificio en llamas alguien pintó: Vota Trump. Esta semana, uno de los pocos periódicos en el paí­s que ha respaldado a Trump para presidente fue el rotativo The Crusader, el más importante del Ku Klux Klan (la campaí±a, sin embargo, rechazó el editorial). Este jueves Trump advirtió que cada vez que se critique su muro a lo largo de la frontera con Mexico, él lo hará más alto. El miércoles, en un mitin, Trump interrumpió su discurso no sólo para arremeter contra los medios, como es usual, sino que identificó a una reportera presente por nombre y la acusó de nunca reportar correctamente sobre el número de asistentes a sus actos. Un par de medios nacionales han contratado desde hace meses seguridad privada para proteger a los reporteros que cubren la campaí±a de Trump. A lo largo de la campaí±a, agrupaciones de libertades y derechos civiles han condenado actos de violencia racial o antimigrantes por agresores que se identifican como simpatizantes de Trump. Crí­ticos han repetido que la retórica del multimillonario en sus actos de campaí±a y sus comentarios incesantes en Twitter incitan a la violencia. Sus repetidas declaraciones de que inmigrantes y musulmanes representan amenazas al pueblo de este paí­s han generado un clima de odio. Nunca me he sentido tan insegura en este paí­s como en este último aí±o, comenta una joven musulmana estadunidense. Inmigrantes y latinos han denunciado la creciente hostilidad en su contra. Nií±os en escuelas primarias reportan que algunos de sus colegas les gritan: Trump te va a sacar del paí­s y regrésate a México. Algunos de los aliados de Trump son sí­mbolos de las peores polí­ticas racistas y antimigrantes del paí­s, desde el ex alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani, al sherif Joe Arpaio de Arizona, hasta algunos de los comentaristas y periodistas más extremistas del paí­s, todos los cuales utilizan un lenguaje violento. De hecho, la violencia ha sido un tema subyacente –y ha estallado también– en la campaí±a de un candidato que en varios actos ha hablado de querer golpear la cara de manifestantes, y hasta sugerir que alguien en apego a su derecho a la Segunda Enmienda podrí­a frenar a su contrincante Hillary Clinton si llega a la Casa Blanca e intenta imponer un control de armas (la Segunda Enmienda otorga, de manera ambigua, el derecho de los ciudadanos a tener armas). El Servicio Secreto investigó a un asesor de la campaí±a de Trump en julio, después de que afirmó que Clinton deberí­a ser fusilada por traición, y en mayo tuvo que investigar al mayordomo de Trump después de que puso en su página de Facebook que el presidente Barack Obama deberí­a ser fusilado como agente enemigo. En sus mí­tines se escuchan consignas contra Clinton: que la maten, algo inusitado en campaí±as electorales. No hay duda de que hay mayor discurso de violencia y odio en la campaí±a de Trump, lo cual alimenta a agrupaciones de extremistas blancos, afirma el Southern Poverty Law Center, que vigila a la derecha extrema; más de mil 600 grupos operando por todo el paí­s, 892 de ellos denominados como “grupos de odio”. Trump ha solicitado voluntarios para vigilar casillas en ciertos barrios durante la elección el 8 de noviembre, para evitar el fraude. En este paí­s el fraude en las casillas es casi inexistente (hay otro tipo de maniobras que podrí­an calificarse de fraude, pero no ocurren ahí­). Todos entienden que está hablando de supresión del voto de comunidades anti Trump: afroestadunidenses, latinos y jóvenes. Algunos suponen que podrí­an aparecer personas abiertamente armadas cerca de casillas con el propósito de intimidar a cierto tipo de votante. Pero en semanas recientes, con la evasiva de Trump respecto a si reconocerá el resultado de la elección, y su acusación de que el sistema esta amaí±ado y se está preparando un gran fraude con la ayuda de inmigrantes, entre otras cosas, para evitar que gane, hay preocupación de que una disputa pos electoral podrí­a detonar actos de violencia. Una nueva encuesta de CBS News difundida este jueves registró que más de un cuarto de sus simpatizantes dicen que probablemente no aceptarán el resultado si Clinton gana, y casi 40 por ciento tiene poca o nula confianza en que los votos serán contados de manera apropiada. Algunas agrupaciones blancas derechistas y antigobierno federal como Oath Keepers ya han advertido desde hace meses, en ensayos publicados en sus sitio de Internet, sobre una guerra civil si gana Clinton. El nivel de odio entre conservadores por esa mujer es tan estratosférico que no puede haber otro resultado, escribió Brandon Smith, un colaborador del grupo, reportó Politico. En dí­as recientes, algunos de sus más fervientes simpatizantes han expresado que habrá violencia si Trump pierde. Un joven de 25 aí±os comentó al New York Times que si pierde el republicano podrí­a estallar una “segunda guerra revolucionaria… la gente va a marchar en las capitales, hará lo que sea necesario para sacarla del puesto, porque ella no pertenece ahí­â€, en referencia a Clinton. Agregó que eso se logrará por lo medios que sean necesarios. Después de ocho aí±os de que la extrema derecha ha alimentado una reacción racista contra el primer presidente afroestadunidense, acusándolo de musulmán, dictador, comunista y hasta cuestionando si es estadunidense –campaí±a a la cual se habí­a sumado y promovido Trump desde un inicio– algunos seí±alan que la próxima etapa podrí­a ser peor. Con la campaí±a racista, xenófoba y misógina de Trump por la Casa Blanca, lo marginal se volvió parte del debate normal, acusa Jonathan Capehart, del Washington Post. Aunque no se contempla una sublevación armada, ni algún acto violento masivo, el ambiente que han generado Trump y su equipo prevalecerá mucho más allá del 8 de noviembre.

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