
Don Luis Rodríguez se hizo cargo de muletas, capotes, vestidos y espadas de tres generaciones de toreros durante más de 60 aí±os.
Por: Francisco Vargas M.
Aguascalientes.-Â La fiesta brava de nuestro país nuevamente se encuentra de luto ya que la maí±ana de este jueves a la edad de 79 aí±os, el decano mozo de espadas, don Luis Rodríguez, conocido como âPinochoâ, falleció en Irapuato, Guanajuato; tras padecer una fuerte anemia.
A principio de los sesentas, fue cuando Joaquín Leal âQuino Lealâ y Tomás Valle lo presentaron al âTigrilloâ don Juan Silveti Reynoso, quien desde entonces le abrió las puertas de su rancho en Salamanca para que ahí viviera.
Con tan sólo 16 aí±os de edad y el deseo de querer ser torero, don Luis no se despegó de Juan Silveti para tratar de aprender el ABC de la tauromaquia, desde entonces, el llamado âPinochoâ ya dejaba constancia de ser un hombre comprometido, agradecido y responsable pues a su corta edad, Juan Silveti le dio la encomienda de llevar a sus hijos David y Alejandro a la escuela primaria.
Al darse cuenta que como torero no tendría mayor oportunidad, sin ningún resentimiento ni amargura, don Luis decidió servirle las espadas al siempre recordado Juan Silveti Reynoso.
Quien hubiese pensado que aquel chaval que llegó a Salamanca para hacerse torero, se convertiría en uno de los mozos de espadas más serio, profesional y longevo de nuestro país. Durante más de 60 aí±os y siempre a las órdenes de la Casa âSilvetiâ, don Luis Rodríguez se hizo cargo de muletas, capotes, vestidos y espadas de tres generaciones de toreros.
Dispuesto siempre, a las órdenes de su mentor Juan Silveti Reynoso, pasó a servir los aceros a los matadores el entraí±able David y Alejandro Silveti, para terminar su larga carrera acompaí±ando a Diego, el último de esta longeva dinastía.
Previsor y profesional, en la carrera taurina de don Luis, se recordará la tarde del 16 de enero de 2017 en Moroleón, cuando sirviendo las espadas a Diego Silveti vestido de negro y oro, el primero de su lote le hizo girones la taleguilla y ante la imposibilidad de poder zurcir el vestido y evitar que su torero se calzara algún pantalón de algún civil, âPinochoâ sorprendió a todos al desenfundar un terno blanco y oro que previamente había cargado en la espuerta.
Hábil, suspicaz y profesional don Luis Rodríguez hizo siempre lo mejor en pro de sus toreros y oficio de mozo de espadas. Mucho se le extraí±ará a don Luis, hombre amable, educado y sobre todo un gran profesional del toreo.
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